«No tenes ideas de lo que te va a pasar en el Chipote, vas a ver! colaborá, decí quiénes pegaron esas papeletas, a quiénes se las distes y no te va a pasar nada sino, vas para Chipote y ahí sí, pobre de vos». Con esas amenazas la policía del régimen de Daniel Ortega intentó intimidar a la opositora y miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), Juana Livex Castellano Rodríguez a quien le exigían que «entregara a los que pegaron las papeletas» el pasado martes.
Juanita, como es conocida la dirigente opositora de Ocotal, estaba en su casa en sus quehaceres normales del día a día el martes a eso de las 11 de la mañana, cuando llegaron dos supuestos fumigadores del Ministerio de Salud (MINSA) y pidieron entrar a la casa para fumigar, la dirigente de la ACJD cree que en realidad eran espías de la Policía que llegaron a confirmar si estaba o no en su casa.
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«Estaba en la sala de mi casa, llegaron dos hombre jóvenes diciendo que eran fumigadores del MINSA y que quería entrar a fumigar, cuando entraron los vi sospechosos porque revisaban con la vista por todas partes y me quedaban viendo a mí. No dilataron mucho y se fueron, a los pocos minutos que salieron los supuestos fumigadores cayó la Policía, todos vestidos de negro, como 15 o 20 entraron con lujo de prepotencia a mi casa», relató a dirigente de la Alianza.
Acto seguido fue todo gritos y tiradera de cosas. Le dijeron que requisaban la casa porque ella estaba siendo acusada de varios delitos pero no le explicaron de cuáles. Requisaron todo y se esmeraban en revisar cajas, papeles, todo documento que encontraban era minuciosamente revisado.
Al no encontrar lo que buscaban, le dijeron a Juanita que debía acompañarlos y le pusieron las esposas y así, esposada la sacaron de su casa y la llevaron hasta la estación policial de Ocotal donde sin darle explicaciones la metieron a una celda frente a la de los presos comunes.
Interrogatorios y amenazas
Cuenta la dirigente opositora que como una hora después de haberla metido a la celda la llegaron a buscar la primera vez para llevarla a una oficina donde varios investigadores empezaron a decirle que ella era dirigente de la oposición que siempre la han tenido vigilada, que conocen todos sus movimientos y que lo único que tenía que hacer era decir quiénes habían pegado las papeletas (de la operación Preso 198) y que la dejarían libre.
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«Yo les dije que no sabía nada, que ni sabía de qué papeletas me estaban hablando, que soy cristiana y no me meto en nada, es más, yo les dije que sí soy opositora, que toda la vida he sido opositora al Frente Sadinista, lo digo y lo grito pero que no sabía nada de qué papeletas me estaban hablando», dijo Juanita.
La interrogaron por una media hora, le mencionaron nombres de varias personas y le decían que ellos eran opositores y que ella los había mandado a pegar las papeletas. «Solo decinos quiénes las pegaron (las papeletas) y te vas tranquila», le repetían constantemente. Se negó y la llevaron de nuevo a la celda.
A eso de las ocho de la noche la sacaron de nuevo a interrogarla pero esta vez aumentaron la presión. «Mirá, vas a tener problemas, sabemos que fuiste vos la que mandó a pegar esas papeletas, así que decinos a quiénes mandaste», la intimidaron.
«Yo no sé de que me acusan, no sé de qué me están hablando, además no encontraron nada en mi casa, no tienen ninguna prueba para acusarme de nada, así que no la debo, no la temo», les contestó Juanita.
Ante tal firmeza, los interrogadores policiales cambiaron de estrategia, según cuenta la dirigente política, y le dijeron claramente que iban a requisar de nuevo su casa y en ese cateo sí iban a encontrar de qué acusarla y que iba a ser algo grave así que debía hablar.
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Me amenazaron de requisar de nuevo mi casa y que iban a encontrar de qué acusarme, lo que yo entendí es que me estaban diciendo que iban a ponerme droga o algo por lo que me podían acusar. Ahí me empezaron a decir que habían aparecido unas notas anónimas en las puertas de las casas de varios policías donde los amenazaban de muerte a ellos y sus famlias y que eso era un delito grave», relato la liberada.
Como se mantuvo firme, la llevaron de nuevo a la celda donde estaba con frío y sin poder tomar ni un poco de agua. Los presos comunes que estaban en una celda cercana empezaron a hablarle y darle ánimos, «No se aflija muchacha, manténgase firme, por pegar papeletas no la van a condenar, protestar no es delito», le decían los presos comunes.
A eso de las 10 de la noche la sacaron de nuevo a interrogatorio, ahí los policías empezaron a subir el nivel de presión psicológica diciéndoles que ya tenían capturado a uno que había confesado todo y que la había «quemado» a ella así que mejor debía colaborar.
Humillaciones
Una mujer policía entró en escena y sin mayores preámbulos le dijo: «Dale desnudate, quitate todo, apurate que no estoy perdiendo tiempo, ya te dijimos que colaborés y no querés así que ahora te vas a joder», narra que le dijo la policía.
Con la puerta abierta para que la pudiera ver quien quisiera, la desnudaron por completo y contra la pared la obligaron a hacer seis sentadillas primero y después otras seis. Mientras hacía las sentadillas la mujer policía, en tono prepotente, le dijo que «no querés colaborar así que te jodiste, te vamos a mandar para El Chipote, de vos depende; allá si te va a ir mal. No tenés ideas de lo que te van a hacer en el Chipote, nosotros no te hemos hecho nada pero allá si vas a ver, así que mejor hablá ya».

La regresaron de nuevo a la celda tras una media hora de interrogatorios en el que insistieron que debía decir quién le había dado las papeletas y a quién se las había dado ella. Durante todo ese tiempo nunca le quitaron las esposas.
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A las 11 de la noche, Juanita fue sacada de la celda nuevamente, siempre esposada y la condujeron a una oficina donde la mujer policía que ya la había amenazado con mandarla al Chipote, le dijo que si por fin iba a colaborar.
«Al fin, vas a colaborar? no seas bruta, salvate vos, decinos quiénes pegaron esas papeletas, quiénes te las dieron y eso es todo, sino ya te vamos a mandar al Chipote», insistió la interrogadora a lo que Juanita contestó con la misma firmeza del inicio.
«Yo soy opositora, yo soy de la Alianza Cívica pero no sé quiénes pegaron esas papeletas», les dijo. Eso colmó a los policías que de inmediato y con voz altanera le ordenaron de nuevo que se quietara todita la ropa y una vez totalmente desnuda la pusieron a hacer sentadillas para después vestirla de azul.
«Dale, ponete ese uniforme, no quisiste colaborar así que ni modo, vas de viaje para El Chipote, allá si te van a joder, vas a ver, pobre de vos», le dijo la interrogadora mientras le tiraba encima el uniforme azul con el que presentan a los presos políticos para estigmatizarlos como delincuentes y seguidamente le tomaron las huellas digitales en una hoja de traslado de reos que intencionalmente dejaron que Juana leyera para que supiera que estaban dispuestos a cumplir su amenaza. Eran las once de la noche cuando la regresaron a la celda ya vestida de azul.
«Cuando me vi vestida de azul, pensé en mi hijo que tiene siete años, pensé en mi familia. No tenía miedo pero sí me preocupé. Bueno ni modo, le dije a la Policía, si me van a mandar mándenme ¿qué voy a hacer? pero no voy a meter en algo que no he hecho a personas inocentes, hagan lo que quieran», le dijo Juanita a sus interrogadores.
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Así pasó el resto de la noche, sin poder dormir, con frío, con sed. Un preso común le lanzó un suéter pero un policía inmediatamente intervino para impedir que la mujer se abrigara.
«Tengo sed, les decía (a los policías), pero era como hablarle a una piedra, ni me volvían a ver. Por eso los otros presos aprovecharon para pasarme un poco de fresco que tenían. Me decían que no me afligiera, me daban ánimo», relató la mujer dirigente de la oposición.
El miércoles tampoco le pasaron agua ni comida. Fue hasta después de más de 24 horas de estar en la celda, esposada que le pasaron una comida que le había llevado su familia pero no se la comió porque iba toda revuelta y temió que le hubieran echado alguna sustancia tóxica.
Cuenta que un preso común la tiró una bolsita con fresco, luego le tiraron una manzana para que comiera algo. Pasó la noche del miercoles, soportando frío porque tampoco le dejaron pasar algo con qué abrigarse.

El jueves a eso de las 11 de la mañana la sacaron de nuevo de la celda y la llevaron a la misma oficina donde la habían interrogado, pero esta vez fue para amenazarla.
«Mirá bien, te vas a ir pero si aquí (en Ocotal) vuelve a aparecer una pinta que sea, si vuelve a aparecer una papeleta, si aquí sucede un alboroto (manifestación), te vamos a culpar a vos, te vamos a levantar (capturar) a vos, sabemos todo lo que hacés, así que de vos depende», la amenazó el interrogador para luego darle su ropa y la dejaron ir a su casa.
El pasado martes, ocho de septiembre, aparecieron pegadas en paredes y lugares públicos de al menos 123 municipios del país, miles de papeletas con el rostro de Daniel Ortega y una leyenda que decía «Se Van». El acto de protesta tomó por sorpresa a la dictadura que se ha jactado de mantener atemorizada a la oposición con asedios y constantes amenazas de los fanáticos sandinstas.
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La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia se adjudicó la protesta y Juan Sebastián Chamorro dijo Articulo 66 que la acción subversiva había sido bautizada como «Operación Preso 198», en alusión al número asignado a Daniel Ortega cuando fue prisionero de la otra dictadura de Anastacio Somoza, en la década del 70. La protesta se ejecutó entre la media noche del lunes y la madrugada del martes, de manera simultánea, y coordinada en casi todo el país y los aparatos de vigilancia del régimen no se dieron cuenta sino hasta la mañana del martes que aparecieron las papeletas por todo el territorio.
Esa protesta con papeletas provocó que la Policía ejecutara varios allanamientos sin orden judicial y secuestros. Se reportaron el de Juanita, en Ocotal; el de Alcides Díaz, en Chontales; y el de Erick Barberena y Rurick Barberena, padre e hijo, habitantes de Juigalpa, Chontales; quienes fueron llevados a la estación policial en represalia contra al esposa y madre de ellos a quien buscaban pero no encontraron en su casa.