Desde el 20 de diciembre de 2023, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo comenzó una nueva arremetida en contra de los sacerdotes de la Iglesia católica. Ya son 14 religiosos secuestrados. También hay dos curas bajo vigilancia de la dictadura.
La primera persona secuestrada en este diciembre oscuro fue monseñor Isidoro del Carmen Mora, obispo de la Diócesis de Siuna, el 20 de diciembre. La abogada e investigadora de temas religiosos Martha Patricia Molina detalló en un informe que el obispo se dirigía a celebrar confirmaciones en la Parroquia de la Cruz de Rio Grande, sin embargo, en su trayecto fue interceptado por agentes de la dictadura que se lo llevaron.
Un día antes de su desaparición, monseñor Mora, durante una misa, llamó a la Iglesia católica a mantenerse unida y a orar por monseñor Rolando Álvarez y su Diócesis de Matagalpa, esta última celebraba su 99 aniversario de creación canónica.
Ese día, monseñor Mora estaba acompañado por los seminaristas Alester Sáenz y Tony Palacios, ambos estudiantes del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima. Los dos fueron secuestrados junto al líder religioso y el paradero de los tres es desconocido.
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Seis días después de la desaparición de los tres religiosos, el 26 de diciembre, el padre Pablo Villafranca, párroco de la iglesia Nuestro Señor de Veracruz, fue secuestrado por agentes de la Policía bajo las órdenes de Daniel Ortega. El sacerdote fue detenido en dos ocasiones y, desde ese día, su paradero es desconocido.
El padre Villafranca fue partícipe de los intentos de diálogo ocurridos en 2018. En particular, fue un miembro de coordinación de la «mesa de trabajo» entre oposición y representantes del gobierno orteguista, diálogo organizado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN). En múltiples ocasiones expresó su apoyo por monseñor Álvarez y sus condenas a la dictadura orteguista.
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Con el regreso del Ministerio del Interior de Nicaragua, Ortega ha arreciado su persecución contra la Iglesia católica, ya que el 28 de diciembre, dos religiosos fueron secuestrados. El primero en ser secuestrado fue monseñor Carlos Avilés, vicario general de la Arquidiócesis de Managua. El religioso fue abierto con sus críticas la dictadura sandinista, en las que manifestó que «el régimen quiere que la iglesia sea muda» o que «Daniel Ortega miente al decir que en Nicaragua hay libertad religiosa».
En ese mismo día, el padre Fernando Calero, párroco de Nuestra Señora de Fátima, Rancho Grande, fue detenido por los agentes de la dictadura por también mencionar a monseñor Álvarez en sus oraciones. A su vez, en esa noche, el padre Héctor Treminio, de la parroquia Santo Cristo de Esquipulas, fue raptado por policías.
Al día siguiente, el 29 de diciembre, el padre de la parroquia Santo Tomás Apóstol, del Puerto de Corinto, y miembro de la Diócesis de León, monseñor Marcos Díaz, fue secuestrado por la Policía. A su vez, después de horas de asedio, monseñor Silvio Fonseca, párroco de la iglesia Santa Faz y vicario de Familia y Vida de la Arquidiócesis de Managua, fue llevado por agentes del régimen después que el padre diera por concluida la eucaristía.
El padre Raúl Zamora, párroco del templo religioso Divina Misericordia, fue llevado por agentes policiales con destino incierto en la madrugada del 30 de diciembre. El sacerdote fue testigo de la represión que sufrieron los universitarios durante las protestas de 2018, incluso llegó a abrir las puertas de la parroquia para que los estudiantes se refugiaran dentro del templo. En las paredes de la iglesia todavía se observan los agujeros de balas dejados por las fuerzas represivas del régimen.
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A su vez, en esa madrugada fue secuestrado el padre Mykel Monterrey, sacerdote de la parroquia Nuestra Señora de Candelaria. En un tiempo similar, agentes policiales secuestraron al padre Gerardo Rodríguez, párroco de la iglesia Purísima Concepción, de la Arquidiócesis de Managua. Por último, en la mañana de ese 30 de diciembre fue raptado el padre Miguel Mántica, párroco de la iglesia San Francisco de Asís, de acuerdo con el periodista Emiliano Chamorro.
Todos ellos se suman a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa quien lleva encarcelado más de 500 días por denunciar de manera constante las violaciones a los derechos humanos del régimen de Ortega y Murillo. En febrero de 2023 fue condenado a 26 años de cárcel y en su última aparición pública, el 28 de noviembre de 2023, fue notorio un deterioro físico a causa del encierro.
Los secuestrados y posteriormente liberados
Hubo dos sacerdotes los cuales fueron secuestrados por el régimen orteguista, pero que posteriormente fueron liberados. Primeramente, el vicario general de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Oscar Escoto, el 22 de diciembre. Molina explicó en primer lugar que el sacerdote fue detenido por la Policía orteguista, pero a las pocas horas fue liberado. Sin embargo, según el seguimiento de la abogada, volvió a ser secuestrado y su paradero actualmente es desconocido.
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En plena víspera navideña, el tercer vicario de la catedral de Matagalpa, Jader Guido, fue raptado por el régimen. De acuerdo a Molina, el presbítero fue liberado a altas horas de la noche, aunque se encuentra constantemente perseguido por un agente del régimen abordo de una motocicleta.