A unas horas del inicio del nuevo año, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, conmemoró el día de la Sagrada Familia en su homilía del 31 de diciembre de 2023 en la Iglesia Santa Agatha, Miami, Estados Unidos.
En su eucaristía, monseñor Báez recordó que «Jesús, como todos los niños, tuvo la necesidad de crecer en una familia para desarrollarse como humano y madurar a nivel espiritual». «Su desarrollo como hijo de Dios no fue uno solitario, siempre lo hizo en el seno de una familia y en el ambiente de un pueblo religioso», detalló el sacerdote.
La familia de Jesús no era un núcleo extraordinario, tuvo problemas y tristezas, como también gozos y esperanzas. El obispo describió a la madre del hijo de Dios, María, como alguien «que dialogaba con Dios y, aunque no lo entendiese por completo, siempre llevaba sus palabras y recuerdos en el corazón mientras criaba a Jesús». Por otro lado, José, quien cuidó al hijo de Dios como un padre, era alguien de pocas palabras. «De él no conocemos una sola palabra», detalló monseñor Báez. Destacó que «José siempre estuvo dispuesto a cumplir con la palabra de Dios y fue en su pequeño taller donde educó a Jesús en el valor del trabajo».
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Monseñor Báez recalcó que «la familia de Jesús era una familia judía sumamente religiosa, pero ninguna fuera de lo común». Y con ello, el obispo recordó el evangelio del día, Lc 2,22. El evangelio nos narra que «a los cuarenta días de nacido, como todo primogénito varón, Jesús fue llevado al templo de Jerusalén para ser ‘presentado al señor». Tal vez sin asimilar su situación, María y José llevaron al hijo de Dios al templo, lo cual dio inicio a una nueva etapa para este templo, pues «Jesús es la verdadera morada de Dios con los hombres» (cf. Jn 2, 18-22).
A su vez, el obispo recordó cómo, desde el inicio, la familia se vio amenazada por la arrogancia de líderes como Herodes, quien mandó a matar a los niños de Belen. Ante esta persecución, María, José y Jesús se vieron obligados a viajar a Egipto, una tierra extranjera en la que tuvieron necesidad de comer, encontrar una casa y tener un trabajo.
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Para monseñor Báez, la familia de Jesús, como otras de nuestro país, se vio obligada a emigrar para poder sobrevivir y trabajar para salir adelante, ya que en su lugar de origen sufrían de represión y grandes necesidades económicas.
El obispo recordó que «la familia de Nazaret acompaña a nuestras sufridas familias en el exilio, las cuales padecen el dolor de estar lejos de su hogar, el cansancio del trabajo con dureza y la angustia del futuro incierto». «Sin embargo, María y José nunca abandonaron la confianza en que Dios nunca los abandonaría, y es con esa misma fe que las familias migrantes deben de seguir adelante en medio de las dificultades», consideró el sacerdote.
Monseñor Silvio Báez comentó que «el evangelio de hoy nos introduce a la vida normal de la Sagrada Familia en Nazaret, quienes, después de tantas penurias, lograron regresar a Nazaret (Lc 2,39)». En dicho pueblo, Jesús crecería, se fortalecería y se llenaría de sabiduría y de la gracia de Dios, ya que sus padres le ayudaron a crecer como persona, a madurar como creyente y a enseñar a amar y rezar.
A raíz de sus denuncias contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, monseñor Silvio Báez se encuentra en el exilio. Fue una de las primeras figuras religiosas a las que se les quitó la nacionalidad nicaragüense, aunque en ese momento ya se encontraba fuera del país. En el extranjero continúa en la lucha por la liberación de los presos políticos. En la actualidad, a pesar de ya no estar en el país, es una de las figuras más relevantes de la Iglesia y una de las voces más potentes contra la dictadura nicaragüense.