Luego que altos jerarcas de la Iglesia católica de Nicaragua fueran mediadores, en 2018, del fallido diálogo nacional entre la oposición y el régimen sandinista, el dictador Daniel Ortega dejó claro el odio en contra del clero, despotricando abiertamente y tildándolos de cómplices de lo que ha llamado «intento de golpe de Estado».
Las amenazas y persecución en contra de la Iglesia católica de Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega la fue consumando en 2022. El seis de marzo de ese año expulsó del país al nuncio apostólico monseñor Waldemar Stanislav Sommertag, quien fungía como el delegado del Santo Padre en Nicaragua, desde 2018.
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El diplomático religioso estuvo, además, en el segundo intento de diálogo con la dictadura nicaragüense e intercedió en varias ocasiones por los presos políticos. Tras la salida de religioso, los obispos nicaragüenses se mostraron agradecidos por la gestión diplomática del Vaticano en el país.
Hasta la fecha se contabilizan más de 80 religiosos entre monjas y sacerdotes expulsados por el gobierno. Las últimas en ser expulsadas este año fueron las Hermanas de la Fraternidad Pobres de Jesucristo.
El periodista que cubre los temas religiosos Israel González explicó a Artículo 66 que la situación de la Iglesia en Nicaragua «es una franca persecución religiosa». Asevera, además, que según el último informe de Libertad Religiosa de la Fundación Pontificia, Nicaragua ha pasado a ser el único país del hemisferio occidental donde se persigue la fe cristiana.
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«Esta situación trae un enorme desprestigio al régimen orteguista, que no solo ya ha sido condenado políticamente, debido a la represión y autoritarismo del Estado, sino también por los crímenes de lesa humanidad que ha ejecutado en contra de personas que se expresaban pacíficamente en las manifestaciones de 2018», señaló.
Ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano
Otras de las acciones que el régimen de Daniel Ortega hizo contra la Iglesia católica, fue romper relaciones diplomáticas con el Vaticano y la Santa Sede. Esto se dio el 12 de marzo de este año.
Según el medio de comunicación Confidencial, los motivos que llevaron a la dictadura de Nicaragua a romper relaciones diplomáticas fueron las declaraciones del papa Francisco sobre la situación en Nicaragua, donde tildó de «guaranga» a la administración orteguista.
Es una «dictadura grosera, guaranga», afirmó el papa, al tiempo que indicó que la persona que gobierna (Ortega) tiene un «desequilibrio». El pontífice también respaldó la postura de monseñor Rolando Álvarez, a quien el mandatario mantiene encerrado desde agosto de 2022 y envió a la cárcel La Modelo el nueve de febrero, por negarse al destierro.
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Por su parte, el gobierno sandinista confirmó la inminente ruptura, a través de una nota de prensa de la Cancillería. La declaración oficial indicaba que «entre el Estado Vaticano y la República de Nicaragua se ha planteado una suspensión de las relaciones diplomáticas».
Para el periodista González, el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y el Vaticano es «una dinámica de la huida hacia adelante y es la consolidación de un régimen totalitario y autoritario que no acepta disenso ni la autoridad moral del papa Francisco».
Además insistió que «hay que recordar que el papa Francisco es un líder mundial, que también es jefe de Estado y que su voz es escuchada en todo el mundo, pero un régimen que se autoproclama asimismo como cristiano, despreciando al obispo de Roma, eso te da cuenta del grado de cerrazón y del talante completamente anacrónico y autoritario que tiene la pareja presidencial Ortega y Murillo».
«Ortega no acepta ningún tipo de criticas ni ningún tipo de apoyo para salir del atolladero autoritario y represivo en el que se ha metido, y en eso se enmarca ese desprecio en contra de la figura del papa Francisco que siempre apeló a resolver lo que está pasando en la sociedad nicaragüense», agregó.
Persecuciones y detenciones arbitrarias
Entre 2021 y 2022, la Iglesia católica de Nicaragua sigue sufriendo una embestida por parte de la dictadura de Ortega, emprendiendo una «voraz» persecución en contra de sacerdotes.
En junio del año pasado, la justicia nicaragüense encarceló a los sacerdotes Manuel Salvador García, párroco de la iglesia Jesús de Nazareno, en el municipio de Nandaime, de la Diócesis de Granada, siendo el primer sacerdote apresado por el régimen. El religioso fue aprehendido el primero de junio de 2021, acusado y condenado por haber agredido a una mujer y amenazas de muerte a simpatizante orteguistas.
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Mientras que monseñor Leonardo Urbina Rodríguez, párroco de la Iglesia del Perpetuo Socorro de Boaco, fue detenido el 13 de julio en su ciudad. En ese momento fue el segundo religioso detenido. El régimen lo condenó a 30 años de cárcel por el supuesto delito de violación a una menor de 14 años y lesiones psicológicas leves en perjuicio de la víctima de iniciales M.J.V.S., de 12 años.
Luego, el cuatro de agosto de 2022, ejecutó su embestida en contra de monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, a quien lo condenó a 26 años de prisión por supuesta «conspiración a la patria», además apresó a otros religiosos a los que luego desterró a Estados Unidos.
Hasta el momento, el régimen Ortega y Murillo mantiene tras las rejas al menos a cinco sacerdotes, a los que se niega a liberar. Se conoce, por fuentes extraoficiales, que la dictadura está «negociando» la deportación de los religiosos, noticia que recientemente fue desmentida por el cardenal Leopoldo Brenes.
Por su parte, un periodista católico, desterrado en Estados Unidos, recordó que «la Iglesia en Nicaragua no ha sido ajena a todo esto, sufrió en la década de los 80, sigue sufriendo en la actualidad teniendo a un obispo y cinco sacerdotes encarcelados, otros religiosos desterrados, exiliados, congregaciones religiosas expulsadas».
Además señaló que dos seminaristas fueron desterrados, tres laicos «que por ejercer su profesión en los medios de comunicación de la Diócesis de Matagalpa fueron encarcelados y despojados de su nacionalidad, el nueve de febrero, otros laicos que por temor han decidido irse de su país; medios de comunicación, redes sociales, Universidades e instituciones cerradas, desempleo, en fin, el panorama se ve oscuro, pero no es el fin de la Iglesia», sentenció el comunicador desde Estados Unidos.