Tras le reciente expulsión de Nicaragua del sacerdote de origen panameño Donaciano Alarcón, este expresó a la emisora radial de Panamá, RPC Radio, que tras su salida forzosa por la frontera de Honduras se encontró «con muchos ángeles» porque asegura que quedó perdido en el camino.
El religioso, quien era uno de los encargados de la Iglesia María Auxiliadora, de San José de Cusmapa, en el departamento de Madriz, señaló que pese a la expulsión de Nicaragua, la Policía al servicio del régimen de Daniel Ortega no lo trató mal, «me ofrecieron hasta comida, pero yo no quería comer (…) Solo me llevaron a la frontera y me dijeron que quedaba afuera y que no podría entrar ya más al país».
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Agregó que al preguntar por su pasaporte, los agentes policiales le informaron que se lo entregarían «una vez que estuviera del otro lado —en territorio hondureño—».
En cuanto a su expulsión de Nicaragua, el religioso explicó que esta no se debió por haber realizado una procesión, sino que supone que eran acciones que el gobierno de Nicaragua ya venía planificando.
«Puede ser que en algún momento yo haya sido un poco imprudente en la misa y haya pedido por monseñor Álvarez o cuando el Evangelio tocaba el tema de la justicia yo también hablaba, creo que eso también molestaba un poco, y eso de la procesión es mentira porque no realicé ninguna el domingo», aclaró.
Reafirmó que su expulsión de Nicaragua pudo deberse a «comentarios indirectos, porque nunca eran comentarios directos a ningún partido u otro grupo, pero sí hablaba de la justicia, era un tema muy sensible por como se encuentra el país en la actualidad, y de eso fue de lo que me acusaron de que yo había organizado al pueblo contra el gobierno».
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Además, relató que la detención y luego expulsión se dio el lunes, tres de abril, luego de salir de la misa Crismal que se efectuó en la parroquia de la Diócesis de Estelí. «Salimos de la misa, iba con mi compañero y otros dos señores a almorzar, y en la carretera me detuvieron —los policías— y me hicieron montarme a la patrulla», relató.
Subrayó que luego de la detención, los uniformados lo «llevaron derechito a la frontera», mientras que a al otro sacerdote que lo acompañó, la Policía lo custodió hasta la casa cural donde residía para buscar sus pertenencias para luego entregárselas en la frontera.
En Nicaragua hay «que tener cuidado con lo que se dice»
En cuanto a la arremetida de la dictadura de Daniel Ortega en contra de religiosos, el padre Alarcón dijo que «hay que tener mucho cuiddo con lo que se dice, porque es algo que está en contra de nuestras fuerzas».
En un tono de autoculpabilidad por su posición crítica, el sacerdote recalcó que «puede que yo fui algo desafiante y aquí tengo una cucharada de mi propia medicina».
Asimismo, aconsejó a los curas que aún están en Nicaragua a ser cautelosos, «porque el problema es que si expulsan a los sacerdotes, los que sufren son los feligreses».
El padre, que tiene 22 años de ministerio sacerdotal, se encamina hacia San Pedro Sula para esperar indicaciones de sus superiores para saber una posible reubicación. Además, descartó regresar a Nicaragua, «hasta el sistema que esté no cambié».
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También sostuvo que lo que le preocupa es que la dictadura de Ortega intente denigrarlo, «porque siempre buscan alguna falla para atacar, pero en realidad no tengo ninguna culpa porque yo estaba acompañando a una comunidad, sin embargo estoy firme en mi decisión de seguir al Señor».
El sacerdote panameño se suma a decenas de religiosos que son víctimas del ataque frontal del gobierno de Nicaragua contra la Iglesia católica que desde el 2018 no ha cesado de atacarla.