En ocasión al inicio del novenario a la Inmaculada Concepción de María, este lunes, 28 de noviembre, el padre Edwing Román afirmó que la feligresía católica de Nicaragua «encomienda a ella —la virgen María— a nuestra sufrida Nicaragua».
Referente a la persecución ejecutada por el régimen de Daniel Ortega contra la Iglesia católica y el encarcelamiento de sacerdotes, el religioso llamó a los nicaragüenses a ser solidarios y demandar su libertad.
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En cuanto a los altares a La Purísima instalados con fondos del Estado en la Avenida de Bolívar a Chávez, en Managua, los que serán inaugurados esta tarde, el expárroco de la Iglesia San Miguel Arcángel de Masaya pidió a los fieles no visitarlos.
«(…) Un católico solidario con su Iglesia y con los sacerdotes encarcelados injustamente, no visita altares propagandísticos de la dictadura», señaló el sacerdote, obligado a estar en el exilio tras las amenazas y persecución por la dictadura orteguista.
El novenario a la Purísima Concepción de María culminará el seis de diciembre para luego celebrar —el siete del mismo mes— la tradicional Gritería, que se celebra con devoción en todo el territorio nacional, con mayor énfasis en León, Granada, Masaya y Managua.
La celebración a la virgen María cierra el ocho de diciembre con la «solemnidad de la Inmaculada Concepción de María», actividad de precepto en la Iglesia católica donde además se acostumbra a realizar la primera comunión de niños y adolescentes.
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Este año, la Iglesia católica ha experimentado la mayor represión por parte del gobierno de Nicaragua, que no da tregua y que más bien persiste su ataque contra sacerdotes, encarcelando a 12, incluyendo a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, quien el domingo, 27 de noviembre, cumplió sus 56 años, los que no pudo celebrar porque es prisionero de Ortega.
Los informes de 2018 a 2021 sobre libertad religiosa de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por sus siglas en inglés), acusaron al régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo de atentar contra la libertad religiosa y de culto de los nicaragüenses, al tiempo que condenó las agresiones de partidarios fanatizados contra la Iglesia.
