Por: Angélica Baltodano y Alfonso Malespín Aguilera
Víctor Manuel Pérez es un joven rivense que estudiaba la carrera de Comunicación y Relaciones Públicas en una universidad de Managua. Actualmente, exiliado en Costa Rica, Pérez se dedica a la elaboración de camisetas, gorras, tazas y velas aromáticas personalizadas que promociona a través de sus redes sociales. Al igual que Víctor, miles de jóvenes universitarios exiliados se ocupan en una labor que no tiene nada que ver con la carrera que cursaban en Nicaragua.
Pérez participó en las protestas que exigían la dimisión del presidente Daniel Ortega y Rosario Murillo. Luego de un tiempo, debido a la persecución y asedio que sufrió por parte de la Policía orteguista y paramilitares, tomó la decisión de exiliarse. Con más de un año de vivir en Costa Rica, Víctor afirma que sobrevivir lejos de su país y familia “ha sido bastante difícil, pero uno sabe llevar la situación”. Al igual que para muchos nicaragüenses que han tenido que abandonar el país, la inserción laboral para este joven ha sido complicada. Sin embargo, esto ha servido de motivación para emprender un negocio propio.
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Según el Estudio Preliminar de Flujos Migratorios Nicaragüenses en Costa Rica, realizado por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), el 82 % de la población nicaragüense exiliada tiene como principal necesidad la generación de ingresos.
El estudio fotográfico de dos exatrincherados
Estas personas han tenido que crear emprendimientos propios, empezando de cero y saliendo adelante en una nación que no es el suya. Tal es el caso de Nidia Monterrey y Kevin Hernández. Ambos tienen 25 años y estuvieron atrincherados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua). Hace poco, su exilio en Costa Rica cumplió 15 meses. Nombraron a su emprendimiento “505 Photography”, un pequeño estudio fotográfico montado en su apartamento y el que han logrado mantener con mucho esfuerzo. “Con lo difícil que es aquí, no hay nada mejor que tener tu propio negocio” afirma Monterrey.
Kevin y Nydia también cuentan con un trabajo formal y el estudio fotográfico viene a solventar algunos gastos que tienen en su vivienda, pero ha tenido que invertir para poder montar su pequeño estudio. “Tenemos que trabajar para pagar los equipos. Cada vez que ganamos un poquito, decimos, vamos a comprar esto y así vamos comprando lo que ya tenemos”.
Otros nicaragüenses no han tenido el mismo éxito. La dificultad de encontrar un trabajo en Costa Rica está ligada a la crisis económica que agobia al vecino país. Según estudios nacionales, por cada puesto de empleo abierto, hay tres mil solicitudes, la mayoría, de jóvenes que acaban de salir de las universidades. Y se contabiliza hasta el momento, un aproximado de trescientos mil desempleados.
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El Ingeniero Roberto Samcam, mayor retirado del Ejército de Nicaragua, quien actualmente se encuentra residiendo en Costa Rica, refiere que el 60 % de las personas que cruzaron la frontera sur son jóvenes entre los 18 y 35 años. El 50 % de esta población joven, la conforman estudiantes universitarios y profesionales. Un rasgo que diferencia totalmente a ese grupo migrante del exilio económico que tradicionalmente ha llegado a Costa Rica.
Rompopes y chileros en el exilio
Otro caso de emprendimiento es el de “Rompope Charlie´s”, creado por Carlos Barrios, un profesor universitario, activista y defensor de derechos humanos, originario de la Isla de Ometepe, ubicada en el departamento de Rivas, quien se exilió en Costa Rica hace aproximadamente un año. La falta de empleo y de oportunidades le permitió a “Charlie”, como es conocido, abrirse camino como emprendedor elaborando rompopes y chileros artesanales que vende a través de internet. “No dejar de luchar y creer en uno mismo” es el mensaje que este joven envía a todos los nicaragüenses que han tenido que huir del país.
Pero, no todo es color de rosa para estos jóvenes que decidieron emprender en el exilio. Su estatus legar en Costa Rica no les permite patentar su marca; sin embargo, Denis Darse, abogado y sociólogo, afirma que “a nivel internacional los derechos humanos reconocen que todo ciudadano, independientemente de su nacionalidad, puede desarrollar una vida económica, social y cultural, en cualquier parte del mundo. Las únicas limitaciones son las normas a nivel nacional”. Darce también opina que “el Estado costarricense debería de establecer algún tipo de mecanismo que le permita al nicaragüense integrarse y contribuir de manera económica al desarrollo de este país”.
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Las manifestaciones cívicas iniciadas en abril de 2018 desencadenaron una cruda represión por parte de fuerzas policiales y paramilitares, lideradas por el presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo. A raíz de los sucesos ocurridos, decenas de miles de nicaragüenses se vieron forzados a migrar a otros países para poder salvar su vida.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó en abril de este 2019 que, hasta la fecha más de 80,000 nicaragüenses habrían huido debido a la crisis sociopolítica; de este número de exiliados, 70,000 buscaron refugio en Costa Rica.
Como estos cuatro jóvenes, hay un sinnúmero de nicaragüenses que han decidido utilizar sus dones y conocimientos para emprender, y así, de esta manera, poder tener una fuente de ingresos que les permita abrirse camino en un mercado desconocido.