La Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano realizó un estudio para identificar las características sociodemográficas de los exiliados nicaragüenses que se encuentran en Costa Rica, donde el presidente Carlos Alvarado, afirmó que hasta la fecha han recibido más de 80 mil solicitudes de refugio.
Dicho trabajo fue construido sobre la base de 382 personas, mayores de 16 años, quienes llegaron al vecino país del sur en fechas posteriores a abril de 2018, mes en el que inició la masacre del régimen orteguista contra los ciudadanos que decidieron protestar en su contra. De los consultados, el 65 % son hombres y el 35 % mujeres.
Los resultados arrojan que el 53 % son universitarios, el 30 % estudiantes de secundaria, el 11% técnicos medios y superiores, el 7% son de nivel primario. Mientras un 65 % se declara como profesional y el 23.9 % registran ocupaciones relacionadas al sector construcción, sector agrícola y amas de casa.
Para el economista Luis Murillo, las cifras demuestran que el nicaragüense que no tiene oportunidad en el país va a “generar riquezas” a Costa Rica.
“El migrante que se va es el que tiene cierto nivel de calificación y va en ese caso a Costa Rica y se inserta en algunos sectores como sector construcción, vigilancia y cuido del hogar”.
“Fuga de cerebros”
Para el sociológo Cirilo Otero, en estos casos se deben valorar tres aspectos, uno de ellos es que la población joven que ha emigrado es preparada y tenía acceso a la educación. El segundo caso es el efecto en el Producto Interno Bruto (PIB) y el tercer punto es buscar inmediatamente una solución a la crisis para no seguir afectando el desarrollo del país.
Sin embargo, Elvira Cuadra, socióloga y encuestadora, destacó que el trabajó se realizó con el fin de conocer las características de las personas que estaban migrando y de demostrar las condiciones en las que llegaron y en las que se encuentran.
Asimismo, evidenciar una vez más, que una de las principales causas de la migración en Nicaragua es la persecución, la crisis de derechos humanos y la represión de la dictadura de los Ortega-Murillo contra los nicaragüenses.
A este régimen no les interesamos los que tenemos criterio propio y por eso le vale que haya fuga de cerebros, representamos un peligro para sus propósitos y mejor que salgamos del país para incrementar la entrada de divisas por las remesas que se envían, le interesa gente mediocre como los ministros y otros serviles que se humillan diciendo en los medios: “Por orientación del comandante y la compañera Rosario hacemos esto o aquello”. Es una política de estado marginar a los buenos profesionales por sus intereses creados. Sólo veamos a los que están sentados en la mesa de negociación y saquemos conclusiones.