Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y desterrado al Vaticano por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ofició este miércoles, 18 de diciembre, su primera misa pública en Sevilla, España, en la que el religioso aprovechó para pedir oraciones a todos los católicos por Nicaragua.
El sacerdote ofició la misa en honor a los 100 años de fundación canónica de la Diócesis de Matagalpa. «En honor a nuestra señora de los Dolores, en la memoria de nuestra señora de la Esperanza y debo decir también que en la víspera de los 100 años de fundación canónica de mi amada Diócesis de Matagalpa, oramos por nuestra amada Nicaragua», dijo Álvarez.
El líder religioso, desterrado desde enero de 2024 de Nicaragua, celebró la misa en la parroquia Nuestra Señora de las Huertas, en Sevilla. También hizo referencia a la carta pastoral enviada hace unas semanas por el papa Francisco a los fieles católicos en Nicaragua. «En los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia», señaló el obispo.
Durante su intervención, Álvarez agradeció al obispo de Sevilla, José Ángel Saiz, y al pueblo español por haber abierto las puertas a él, a sus sacerdotes, seminaristas y miles de nicaragüenses que huyen del régimen de Ortega y Murillo. Al mismo tiempo, pidió que el pueblo católico sevillano mantenga sus oraciones por él y su país.
Como un acto simbólico y en agradecimiento, el jerarca entregó su cruz pectoral a la Virgen de los Dolores. «Quiero hacer este gesto de amor, dejándole a la virgen de la Dolorosa mi cruz pectoral y quisiera que este gesto pudieran contemplarlo mis fieles de Matagalpa del campo y la ciudad, diciéndoles que estoy orando por ellos», refirió el religioso.
Esta es la primera vez que monseñor Álvarez oficia una misa pública desde su exilio y destierro el 14 de enero de 2024. El obispo fue expulsado de la nación junto con otros 18 religiosos que fueron privados de su libertad por órdenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El régimen sandinista ha emprendido una persecución feroz contra los sacerdotes y obispos católicos a quienes ha declarado una guerra por criticar la violencia estatal y la deriva autoritaria de la pareja gobernante.
En su cruzada anticatólica, Ortega y Murillo han ordenado encarcelamientos a religiosos y laicos, han desterrado, desnacionalizado y confiscado a sacerdotes; ha congelado cuentas bancarias de la iglesia católica y han ordenado el decomiso de bienes, centros de caridad y fundaciones administradas por las varias diócesis del país.