Cuando los diputados sandinistas regresen del receso parlamentario de navidad y año nuevo, en enero de 2025, una de sus primeras acciones será aprobar, en segunda legislatura, las reformas a la Constitución Política de Nicaragua y con ello, por fin, la actual vicepresidenta Rosario Murillo verá cumplido su sueño de ser presidenta de Nicaragua.
Rosario Murillo, la misma a la que sus críticos señalan de traicionar a su propia hija Zoilamérica Ortega Murillo por el poder, la que el recién fallecido general de ejército en retiro Humberto Ortega calificó de incapaz de controlar el poder tras la desaparición física de Daniel Ortega, no esperará al fallecimiento de su marido para ser presidenta pues, tomando toda previsión, el matrimonio Ortega-Murillo adelantó la sucesión. Lo hacen estando vivo el dictador.
Este miércoles, 20 de noviembre, la propia Rosario Murillo anunció, durante su monólogo diario a través de sus medios de propaganda oficialista, que están procediendo a reformar la constitución para «actualizarla» a los nuevos tiempos, que llamó, «tiempos de revolución», pero no dijo que en realidad se trata de la puesta en práctica de la sucesión dinástica en la que se convierte en presidenta junto a su marido.
Para el politólogo y dirigente opositor Félix Maradiaga, las reformas constitucionales, definitivamente representan «un atentado despiadado contra la democracia».
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El analista desterrado por la dictadura sostiene que la reforma constitucional no solo representa una consolidación totalitaria del poder en manos de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que se convierten, de manera constitucional, en dueños absolutos del país, «sino que formaliza en papel las sistemáticas violaciones a los derechos humanos y los atropellos que la dictadura ha venido cometiendo desde hace años».
Sucesión adelantada
En ese contexto, Ortega ya advertido por varios analistas de que, una vez muerto él, Murillo y sus hijos no podrán controlar el poder y que el Ejército de Nicaragua podría tomar el gobierno para convocar a elecciones, decidieron dar el paso antes de que desaparezca físicamente el caudillo sandinista, opinan analistas, y por ello las reformas incluso subordinan directamente el Ejército a Rosario Murillo.
Pero además, según Maradiaga, para dar sensación de protección al nuevo sistema de gobierno totalitario con Murillo de «co-presidenta» la reforma reafirma «la posición geopolítica del régimen sandinista como un adversario de las democracias occidentales, particularmente de Estados Unidos, alineándose descaradamente con regímenes autoritarios como los de China, Rusia, Irán y Corea del Norte».
Rosario María Murillo Zambrana, de 73 años, ha sido señalada como una mujer obsesiva con el poder político, al punto que sus críticos le achacan haber traicionado a su propia hija Zoilamérica Ortega Murillo y hacerse del lado de Daniel Ortega cuando la mayor de sus hijos lo acusó de abuso sexual.
Murilo Zambrana se quedó al lado de su pareja sentimental y dio la espalda a su hija. Después de ese episodio, ella se volvió en la sombra política de Ortega. Asumió el control de la secretaría de organización del Frente Sandinista, la jefatura de campaña y purgó a todos los cuadros históricos del sandinismo que estaban cerca de su marido.
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Una vez llegados a la Presidencia en 2007, Murillo asumió de facto el control total del partido y la vocería gubernamental, junto a la coordinación de los Concejos del Poder Ciudadanos (CPC), desde donde asumió el mando de parte del aparato estatal.
Pero en 2016 inició su asalto definitivo al poder político en Nicaragua con su inscripción como candidata a la vicepresidencia de la mano de su marido. Se adjudicaron las elecciones de ese año, en medio de un proceso plagado de cuestionamientos por fraudes y así Murillo se convirtió en la segunda al mando del Gobierno.
Ortega ya había anunciado la co-presidencia
En las votaciones presidenciales de 2021, Murillo repitió como vicepresidenta gracias al fraude electoral, pero en 2023, el tirano Ortega dio las primeras noticias de lo que se vendría, nombrar a su mujer «co-presidenta».
El 9 de febrero del año pasado, cuando Ortega daba a conocer la excarcelación y desnacionalización de 222 presos políticos, al referirse a su esposa dijo que “aquí está la compañera Rosario Murillo, copresidenta de la República. En verdad así es: ¡Es copresidenta de la República!», insistió el dictador en un discurso transmitido en cadena nacional. «En la Constitución tendremos que hacer algunas reformas», reiteró Ortega viendo a su mujer que le sonrió aparentando una modestia que nunca se le ha conocido.
Todo quedó consumado este 20 de noviembre. El sueño de Rosario Murillo se le ha cumplido, será presidenta de Nicaragua, sin necesidad de ir a elecciones, compartiendo el cargo con su marido.