«¿A dónde van los desaparecidos? Busca en el agua y los matorrales…», canta Rubén Blades en una canción que, aunque fue escrita para denunciar las desapariciones políticas de los años 70, parece cantar ahora a la dolorosa tragedia que viven más de 70 familias nicaragüenses que no saben nada de sus parientes que desaparecieron mientras buscaban el sueño americano, huyendo de la crisis política, social y económica que vive el país, bajo la dictadura Ortega-Murillo.
«Todos salieron de Nicaragua con un sueño, con un propósito y desaparecieron en el camino. Los migrantes nicaragüenses desaparecidos en la travesía hacia EE. UU., son el rostro del dolor, son los rostros de los menos afortunados», define en sus redes sociales la organización Comunidad de Nicaragüenses en Texas (TNC, por sus siglas en inglés), que se dedica a apoyar a los migrantes y colaborar en la búsqueda de los desaparecidos y la repatriación de los fallecidos en aquellas tierras.
La Comisión Nacional de Desaparecidos, de México, en su reporte, del que ha tenido conocimiento TNC, dice que son 75 nicaragüenses los desaparecidos en suelo mexicano en los últimos 10 años. Sin embargo, la organización humanitaria nicaragüense cree que pueden ser más.
Los migrantes han desaparecido en suelo mexicano, otros intentado cruzar el río Bravo, unos más en el desierto y también, en el mar.
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TNC lleva registros de desaparecidos a partir de 2019, cuando se incrementó exponencialmente el tránsito de migrantes nicaragüenses hacia EE.UU. y hasta la fecha, se mantienen en calidad de desaparecido 34 personas.
«Son connacionales cuyos cuerpos no han sido encontrados todavía. El duelo no termina hasta encontrarlos ¡Vamos a continuar buscando!», advierte TNC.
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Agrega que, «tenemos conocimiento que el número es mayor, ya que algunas personas han reportado la desaparición de algún pariente ante la embajada de Nicaragua (en México), y este dato no llega a TNC».
Relatos de horror
A los comentarios de las redes sociales de TNC llegan relatos del horror que viven los migrantes a manos de las redes de coyotes: hacinamiento, insolación, largas caminatas por el desierto, cruces por tramos peligrosos del río Bravo, travesías acuáticas por el mar en condiciones altamente peligrosas.
«Íbamos en una lancha, para llegar a EE.UU. cuando a un señor nicaragüense le dio un infarto. Los coyotes lanzaron el cuerpo al mar», narra un migrante. Todos son advertidos de no decir nada de lo que ven durante el viaje y el temor tiene justificación, pues las redes de traficantes se quedan con datos de los familiares de los migrantes y podrían atentar contra ellos.
Uno de los más recientes actos inhumanos de los coyotes en suelo mexicano ocurrió el pasado 24 de marzo, cuando la joven Judith Lazo Rodríguez, de 23 años, y originaria del municipio de El Ayote, en Chontales, falleció mientras se encontraba oculta en una bodega, junto a otros migrantes, bajo custodia de los coyotes que los trasladaban hacia EE.UU.
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Al percatarse de la muerte de la nicaragüense, los coyotes trasladaron al grupo de migrantes a otro lugar y desaparecieron el cadáver de la muchacha que ahora se encuentra en la lista de desaparecidos.
Y si la tragedia ocurre en el desierto, cuando un migrante fallece, los coyotes simplemente esconden el cadáver en un matorral y ahí lo dejan a merced de los animales de la zona, que muchas veces los devoran y esparcen la osamenta, disminuyendo la posibilidad de que sean encontrados. Esa familia nunca sabrá del paradero de su pariente.
Otra maniobra que hacen los traficantes de migrantes es que, cuando fallece un migrante que va en su grupo, esconden el cadáver y lo despojan de todo lo que pueda servir para identificarlo y es por esa razón que muchos cuerpos que se encuentran en las morgues, no han sido identificados.
Cementerio «común» para migrantes no identificados
Justin Ochoa, directiva de TNC, señaló que, en el caso de los cadáveres que no son identificados y deben ser sepultados tras mucho tiempo de espera en las morgues o porque son osamentas que no se logran identificar, en el lado estadounidense, en una localidad de Mavericks, Texas, han hecho una especie de «cementerio común», donde son sepultados los migrantes no identificados.
TNC ha visitado el lugar y en una de esas visitas presenció el momento en el que eran enterrados varios cadáveres de migrantes no identificados. «Seguramente ahí hay enterrados nicaragüenses», lamentó la organización.
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La realidad es realmente terrible, las patrullas fronterizas constantemente encuentran en el desierto, restos humanos en total estado de descomposición o comidos por fieras.
Morgues llenas de cadáveres de migrantes sin identificar
Ochoa señaló que otra preocupación que mantienen dentro de TNC es que, en las morgues de las ciudades cercanas al borde fronterizo, hay muchos cadáveres no identificados.
TNC organiza periódicamente camisones de voluntarios para visitar esas morgues en busca de compatriotas. Gracias a esas visitas han logrado localizar e identificar a 10 migrantes nicaragüenses, entre ellos 2 son mujeres.
El organismo de ayuda a los migrantes se quejó de las trabas que ponen las autoridades de las morgues. «La morgue en Texas es la de mayor dificultad de acceso», recalcó.
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Lo peor de todo esto, es que en medio del dolor de las familias de los desaparecidos y de los identificados en las morgues, el régimen Ortega-Murillo se hace el sordo, mostrando una indolencia ofensiva.
La directiva de TNC expuso que incluso, el anterior cónsul de Nicaragua en Houston, Samuel Trejos, nunca contestó una llamada, ni un mensaje ni correo electrónico en los que se le pedía colaboración en gestiones para búsqueda de desaparecidos o repatriación de algún cadáver. En vez de ayudar, entorpecía el trabajo.
A algunas familias que hablaron con ese cónsul para solicitar ayuda en algún caso de desaparecido o repatriación de cadáver, los condicionó con que si rechazaban la ayuda de TNC, el consulado les ayudaría.
Hay que reportar las desapariciones de migrantes
Ochoa especificó que, en caso de que una familia nicaragüense se entere de la desaparición de un ser querido que intentaba llegar a E.UU., puede contactar al +1 (210) 744‑5773
Asimismo, recomiendan ponerse en contacto con las autoridades más cercanas para reportar información que pueda ayudar a localizar a los desaparecidos.
Y otra recomendación importante es que no publique en sus redes sociales la desaparición de un pariente porque se expone a ser víctima de estafa.
«Y ¿por qué es que desaparecen?», canta Rubén Blades y se contesta «porque no todos somos iguales». Y menos en medio de una dictadura como la que vive Nicaragua, donde hay un desempleo abierto superior al 30%, con los salarios mínimos más bajos de la región y una canasta básica que ya vale más de 20 mil córdobas.