Daniel Ortega y Rosario Murillo solamente necesitaron siete meses para «desnaturalizar» las instalaciones del Estadio Nacional Dennis Martínez; ya que los paramilitares utilizaron sus instalaciones para reprimir al pueblo. En Masaya, no esperaron mucho. Fanáticos locales se quejan de que las autoridades no le permiten la entrada al estadio «Roberto Clemente» a aquellos ciudadanos que consideran opositores del régimen.
El 19 de octubre de 2017, el gobierno de Ortega inauguró el nuevo estadio nacional al que bautizaron como «Dennis Martínez», en honor al beisbolista nicaragüense de Grandes Ligas y primer pitcher latinoamericano en realizar un «juego perfecto», en 1991.
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El 30 de mayo del año siguiente, sus instalaciones fueron utilizadas como escondite por policías y civiles armados y, desde ahí, dispararon contra la marcha de miles de madres que reclamaban justicia por sus hijos asesinados. El ataque dejó como resultado ocho víctimas mortales, las cuales fueron documentadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
Cinco años más tarde, en noviembre de 2022, Ortega y Murillo ordenaron cambiarle el nombre al estadio, en un afán de anular al deportista nicaragüense que criticaba el mal uso de la propiedad. Actualmente, el estadio nacional se llama «Soberanía» y es utilizado como escenario para conciertos de artistas emergentes.
En Masaya, el nuevo estadio inaugurado hace dos meses lleva por nombre «Roberto Clemente», pero lejos de alegrar a los locales, ha sido motivo de molestia. «Hay un repudio silencioso», dijo un seguidor del equipo local «Fieras del San Fernando». «Ya corrompieron el lugar. Si sospechan que sos opositor, te niegan la entrada», agregó, molesto.
Los fanáticos acusaron a la administración del nuevo estadio, que es personal contratado por la misma comuna orteguista, de ordenar el cierre frecuente de las vías cercanas sin motivo alguno. De igual manera, también son organizadores de juegos «a puertas cerradas», y, en ocasiones, los pobladores han visto a policías y a civiles armados sentados en las entradas del estadio a la espera de capturar ciudadanos que han identificado previamente como opositores al régimen.
¿Registran a fanáticos?
Muchos todavía no entienden porque el equipo local de esta ciudad, «Las Fieras del San Fernando», no fue convocado al juego inaugural. El gobierno ordenó que los primeros equipos en pisar el nuevo césped fueran los que participaron en el pre-mundial U23, que se llevó a cabo en el país en noviembre del año pasado. «Desde ahí quedó claro el desprecio contra los masayas», dijo otro fanático.
El ciudadano, que asistió al juego inaugural, contó que él y varios de sus amigos fueron víctimas de la persecución y el asedio de represores del régimen. Ese día, en la entrada del estadio se instalaron policías y civiles en una especie de estrategia que, aparentemente, tenía como finalidad identificar a opositores que participaron en las manifestaciones antigubernamentales del 2018 y evitar su ingreso al lugar.
Miguel tiene 37 años y ha sido un fanático del béisbol desde que tiene memoria. Admitió que estuvo en un tranque de la ciudad en 2018, antes que el régimen ordenara cubrir el municipio con paramilitares que llegaron con armas de grueso calibre. Casi volvió arrepentido de su afición. «No sé, hoy podría estar en la cárcel o muerto. Estos no perdonan», expresa.
Miguel contó que, cuando llegó a la taquilla, varios operadores políticos del régimen se encargaron de registrar en una computadora a las personas que asistieron al juego. «Otros te seguían con la mirada, como queriéndote reconocer o solo para intimidarte», relató. El nicaragüense dijo que la persona responsable de la entrada solicitaba la cédula de identidad y, después de un par de minutos de búsqueda «en el sistema», el fanático lograba ingresar al coloso.
«Hubo gente a quienes les negaron el acceso. Llegaba uno de los agentes y los sacaban de la fila después de que el hombre de la computadora le hiciera alguna señal. Al ratito, la persona era custodiada de inmediato por policías y agentes vestidos de civil. Sé que algunos solo se los llevaron, en el camino los dejaron y les dijeron que no volvieran al estadio. Uno llegaba a disfrutar, pero aquello fue estresante y horrible», contó Miguel, quien, por alguna razón, logró pasar sin problemas.
Interrogatorios, amenazas y «lista negra»
Una persona a la que le fue impedido ingresar a ver el juego, aquella tarde del 25 de noviembre de 2023, relató que durante su breve «detención» le realizaron preguntas sobre la rebelión cívica del 2018, lo que le hizo caer a cuenta de que el asunto era meramente político.
«Me montaron en una camioneta civil que manejaba un policía con uniforme. Me decían que hace tiempo me buscaban por el fallido golpe de Estado, que me iba a pudrir en la cárcel o que me ‘deportarían’ (destierro); porque eso es lo que les pasaba a los golpistas», contó.
Miguel conoció al menos a una docena de casos, pero cree que hubo muchos más. «Varios se quedaron queditos (calladitos) porque es mejor, otros se fueron a Costa Rica, porque ya quedaron fichados», dijo. «En Masaya es sabido que hay esas listas negras de gente, sabemos que los tienen por barrios, es gente que se fajó con la guardia de Ortega en 2018. Pero la gente ahí está, porque no hay miedo», señala.
El juego «a puertas cerradas»
Los masayas también están molestos porque saben que, desde el día de la inauguración, la administración orteguista de la ciudad ha aprobado juegos amistosos en el estadio “a puertas cerradas”, es decir, sin espectadores. Esos partidos ocurren mientras que las autoridades dicen con frecuencia que «este majestuoso complejo deportivo» tiene capacidad para 4,024 aficionados y que fue «construido exclusivamente para uso cotidiano del pueblo de Masaya».
«No se entiende porque en la práctica, no es así. Son los masayas los que menos hemos tenido acceso a esas instalaciones, y peor si sos opositor, ya que no vas a poder entrar mientras esos salvajes estén en el poder», crítica un veterano guerrillero del antiguo Frente Sandinista. Él se apartó de la organización cuando Daniel Ortega decidió adueñarse del poder utilizando las mismas estratagemas de dictadores del pasado como el mismo Somoza y sus herederos.
El pasado 31 de enero, Las Fieras del San Fernando, tuvieron un encuentro amistoso con Los Tiburones de Granada. Días antes, el equipo fernandino confirmó en su página oficial de Facebook que el juego se llevaría a cabo a las 10:00 de la mañana, pero que sería «a puertas cerradas». Sin embargo, horas después, el anuncio fue borrado y modificado por la administración del equipo.
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«Esto es jugar con el corazón del fanático», declaró el ciudadano veterano. «¿Qué es lo que pasa con esto?», se preguntó.
Se conoció que, tras el anuncio en redes sociales, los seguidores del equipo y amantes del llamado «deporte rey» de Nicaragua se abalanzaron contra ellos con fuertes críticas. Además, apuntaron también a la administración del estadio, a quienes acusaron de «payasos». «¿Para qué se gastó tanto dinero en eso? Es ridículo que hagan juegos a puertas cerradas. Si es así, que rindan cuentas los responsables de usar los impuestos de la gente para construcciones que no son para la gente de Masaya», escribió un ciudadano.
«Háganlo también así a puerta cerrada cuando esté el campeonato, para que nadie llegue a verlos», reaccionó también molesto otro fanático. «Están locos, ¿Para qué hicieron un estadio nuevo? Ahora no quieren que llegue la gente a disfrutar del espectáculo. Esta administración es una basura, payasos», les escribió otro ciudadano.
No obstante, pese a los reclamos, ni la administración del coloso, ni el mismo equipo fernandino, se han pronunciado sobre la decisión de restringir a los aficionados el acceso durante los juegos amistosos que se llevan a cabo en el nuevo “Roberto Clemente”, previo al inicio del Campeonato «Germán Pomares» 2024.
Prohíben ingreso, pero cierran vías
Otra de las denuncias que repiten los aficionados es la falta de acceso a la vía pública. El antiguo estadio «Roberto Clemente» estaba rodeado no solo por la espectacular vista de la Laguna de Masaya, sino también por el turístico Malecón de esta ciudad, donde cientos de ciudadanos llegaban para ejercitarse y otros, para salir de la rutina diaria.
Sin embargo, desde la construcción del nuevo coloso, la calle más transitada que conecta al edificio con El Malecón, fue cerrada. La alcaldía prohibió que cualquier peatón o conductor se acerque a este perímetro, pues ahora deben de hacer uso de otra calle para llegar hasta las cercanías de la laguna, lo cual también ha provocado molestia entre la población.
«Uno no puede ir a distraerse al estadio porque solo entran quienes los administradores quieren. Estábamos mejor con el estadio viejo, porque ahora ni siquiera podés ir a sentarte en frente (del estadio) en dirección al Malecón como lo hacíamos antes», confirmó un ciudadano de esta ciudad.
Un fanático del béisbol, quien prefirió no ser identificado, no ve mal el cierre del perímetro cerca del nuevo estadio. «Es que hay que cuidar la nueva infraestructura, costó 700 millones de córdobas», justifica, al señalar que antes la gente tomaba licor sin restricciones en esa zona. «Se puede llegar a hacer ejercicio por el otro lado que le dicen el cuadrito y sobre los juegos, la entrada será normal cuando arranque el campeonato. Hay que tener paciencia», recomendó.
«Huele a abuso de autoridad»
Para un exfuncionario de la comuna, quien prefirió el anonimato, las disposiciones de la administración del estadio de béisbol resultan un «abuso de autoridad», pues consideró que no se debería de restringir el acceso a la población, ni cerrar las vías cercanas sin mayores motivos.
«No es lo más adecuado, restringir el acceso al estadio y a ciertos lugares públicos. Hay que escuchar a la gente, quienes llevan cinco años de una inmensa presión. La gente necesita liberar estrés y pues, ir a un juego puede servir. Por un momento, se olvida uno de la represión, la falta de empleos, la gente que se ha ido, el costo de la vida, en fin, problemas de cada día», valoró.
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Recordó la comuna ha contratado guardas de seguridad para el cuidado de las instalaciones. «¿Entonces para qué gastar en eso si con cerrar las vías basta? Eso de los vigilantes también se paga con los impuestos de la gente», explicó.
«Esperemos no ver actos políticos, ni conciertos de ‘poca monta’ en ese estadio, ya que el cuido del lugar debe de ser tanto de los ciudadanos como de las autoridades. El estadio de Managua ya ni se sabe si es estadio, el gobierno lo convirtió en su concha acústica de puertas cerradas», dijo.
Por Voces Unidas.