El 25 de abril de 1990, en un carro descapotable, vestida con un traje blanco que hacía juego con su sexagenario cabello, llegó a recibir la banda presidencial doña Violeta Barrios de Chamorro, en el Estadio Nacional Roberto Clemente, atiborrado de nicaragüenses de ambos bandos, del derrotado Frente Sandinista y de la triunfante Unión Nacional Opositora (UNO), público dividido, que era la fiel muestra de lo dividida que estaba Nicaragua.
Pero es que la división entre los hermanos nicaragüenses era tan profunda que en la misma tribuna donde el dictador derrotado Daniel Ortega entregaba la banda presidencial y doña Violeta la recibía, estaba la familia Chamorro Barrios, los hijos de la nueva mandataria que también estaban divididos, unos sandinistas y otros antisandinistas.
«La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división. Los nicaragüenses no nos reconocemos como hijos de una misma patria. Podían más los intereses partidarios y personales que los legítimos intereses del pueblo», diría años después la propia doña Violeta en sus memorias «Sueños del Corazón».
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Ante tal desgracia para la nación nicaragüense, la señora Barrios de Chamorro, que se convirtió en la primera mujer presidenta en el continente americano, juró desplegar todas sus energías y su paciencia maternal para reconciliar a los pinoleros.
Su asunción al poder fue noticia mundial, por ser la primera mujer presidente del continente y por haber derrotado a la dictadura sandinista. 33 años después, este 17 de octubre, solo un día antes de su 94 cumpleaños, la mujer vestida de blanco que logró encaminar la reconciliación nacional, fue noticia mundial de nuevo. Su familia comunicó que la expresidenta se ha ido del país.
Doña Violeta fue trasladada a Costa Rica. Fue llevada hasta el país vecino del sur donde estará cerca de sus hijos. Ahí, seguramente, doña la exmandataria vivirá sus últimos días. Su situación de salud es frágil y entre su familia y los miles que la recordarán como la persona que enterró los fusiles que desangraban al país, hay muy pocas esperanzas que la expresidenta regrese con vida a su tierra.
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La expresidenta Barrios de Chamorro había sufrido un accidente cerebrovascular en octubre de 2918 y desde entonces ha estado bajo atención médica en su casa y al cuidado de una de sus cuatro hijos, Claudia Lucía. De los otros tres hijos de la exmandataria, dos fueron encarcelados durante más de año y medio, desterrados hacia Estados Unidos y despojados de su nacionalidad; y uno, el periodista Carlos Fernando Chamorro, se encuentra también en el exilio, tras sufrir amenazas de cárcel y el despojo de su documento legal como nicaragüense.
Doña Violeta, a su avanzada edad vuelve a vivir un exilio en el mismo país donde en su juventud también estuvo refugiada, junto a su esposo y sus hijos, durante la dictadura de los Somoza.
Ortega odia la familia Chamorro Barrios por la derrota en 1990
Para el dirigente opositor desterrado en Estados Unidos por la dictadura y sobrino político de doña Violeta, el traslado de la expresidenta tiene un «carácter y un objetivo meramente humanitario» ya que, por la crueldad del dictador Ortega, sus hijos Carlos Fernando, Cristiana y Pedro Joaquín están impedidos de regresar a Nicaragua.
Juan Sebastián destacó que la expresidenta Barrios de Chamorro representa muchas cosas para Nicaragua y con el pasar del tiempo «su figura ha ido creciendo aún más», ante la barbarie de los gobernantes que la sucedieron, «me refiero a la corrupción de Arnoldo Alemán y el sanguinario dictador Ortega», señaló el opositor.
El excarcelado político resaltó que es digno reconocer particularmente el trabajo de doña Violeta en la reconciliación nacional, la pacificación y volver a poner a Nicaragua en el concierto de las naciones, con reconocimiento internacional.
Juan Sebastián agrega que los Ortega-Murillo «detestan» a la familia Chamorro, y particularmente a los Chamorro Barrios, a quienes les guardan resentimiento, «por la derrota electoral de los 90» propinada por doña Violeta.
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En tanto, la excomandante guerrillera y ahora opositora desterrada por la dictadura Dora María Téllez considera que «es una enorme desgracia, que la expresidenta Violeta Chamorro haya tenido que abandonar el país en la condición de enfermedad grave en la que se encuentra» y señaló con vehemencia que este «es un exilio más provocado por los Ortega-Murillo».
Téllez recordó que los Ortega-Murillo pueden llegar a extremos «absolutamente brutales», tal como ocurrió en días pasados con Josefina «Pinita» Gurdián, a quien, por ser madre de opositoras, no la dejaron salir del país a atenderse un cáncer que padecía. Murió en Managua.
La exmandataria que será recordada por haber regresado la paz al país y por haber salvado de una muerte segura a miles de jóvenes nicaragüenses que estaban condenados a ir a morir en las montañas por el Servicio Militar Obligatorio que había impuesto Ortega en la década de los 80, reflexionó en sus memorias con frases que llaman al optimismo. Dijo que, en aquellos años 90, «si cayó el muro de Berlín, por qué no van a caer los sandinistas?» también dejó dicho en sus memorias que «la reconciliación resulta más gratificante que la victoria».