Tras casi 72 horas de la detención, sin orden judicial, en contra del sacerdote Osman José Amador Guillén, de la Diócesis de Estelí, especialistas en temas religiosos calificaron la nueva arremetida de la Policía orteguista como una desaparición forzada.
Fuentes ligadas a la Iglesia católica denunciaron que el viernes, ocho de septiembre, un contingente de efectivos de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DOEP) irrumpieron en la Catedral Nuestra Señora del Rosario, de Estelí a eso de las 10 de la noche y sin dar ninguna explicación se llevaron al religioso.
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Para el exreo político Manuel Antonio Obando Cortedano, quien fue jefe de medios de la Diócesis de Matagalpa y periodista de confianza de monseñor Rolando Álvarez, no existe nada para atribuir la desaparición forzada del sacerdote Amador Guillén, «tal y como sucede con otras detenciones en Nicaragua».
«Al padre —Osman Amador Guillen— simplemente lo detuvieron, no existe una comunicación oficial del motivo de la detención, y por eso ahora todo el mundo empieza especular porqué sería la captura, pero estoy seguro que no existe ninguna razón lógica para que haya sido detenido», explicó Obando a Artículo 66.

Subrayó, además, que conoce al recién ordenado sacerdote y que, según explica, «se ha entregado por el pueblo, tratando de servir a la parroquia que se le había encomendado y tratando de estar con los más pobres que necesitan ayuda espiritual y ayuda corporal».
En cuanto a los motivos por lo que la Policía pudo haber detenido al padre Amador, Obando dijo que no se sabe si puede estar relacionada con la acusación de lavado de dinero en contra de la Iglesia católica o porque desde el pulpito ha pedido oraciones por monseñor Rolando Álvarez, actual preso político del régimen de Nicaragua.
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«En Nicaragua lastimosamente se ha convertido en un delito decir que se ora por monseñor Rolando Álvarez, porque quien dice eso ya es perseguido y en muchos casos desterrados del país, peor creo que hay una equivocación en el actuar de las autoridades porque en el corazón la gente está orando por el obispo», agregó el periodista.
Nueva detención es parte de la persecución en contra de la Iglesia católica
Por su parte, el periodista especializado en temas religiosos Israel González Espinoza indicó que la última detención en contra del sacerdote de la Diócesis de Estelí está «en la tónica de la misma persecución religiosa que está experimentando la Iglesia católica de Nicaragua por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo».
Dijo, además, que los supuestos casos de lavado de corrupción, «fabricados por parte de la dictadura, es únicamente para intentar desprestigiar la imagen de la Iglesia».

«Esto —la persecución religiosa— se inscribe única y exclusivamente dentro de la falta de libertad religiosa que existe en Nicaragua y de la voluntad que tiene el régimen Ortega y Murillo de desaparecer toda presencia y toda fuerza de la Iglesia católica que sigue siendo la única institución que puede hacerle frente a un régimen totalitario que existe en Nicaragua», refirió González.
Mientras que la abogada e investigadora Martha Patricia Molina indicó que el dictador Daniel Ortega continúa su involución en temas de derechos humanos, implementando el secuestro como método de arresto, acción que, explica, no está permitida por la ley.
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«Antes, cuando secuestraban a alguien, iniciaban por lo menos un juicio inventando cualquier tipo penal, pero ahora ni siquiera eso realizan, como es el caso del padre Fernando Zamora que lleva más de 60 días de estar desparecido y la última vez que se le vio con vida fue a manos de la Policía sandinista y no se ha iniciado ningún proceso en su contra», dijo Molina
Aislamiento contra monseñor Álvarez es «un castigo» de Ortega contra la Iglesia
En cuanto al aislamiento que sufre monseñor Álvarez, quien no ha recibido visita, desde la última exhibición que hizo la dictadura, el 25 de marzo de este año, el periodista expresó que esto se debe al «castigo» que utiliza el orteguismo contra la Iglesia y «fundamentalmente en contra de la figura de monseñor Álvarez, que al menos dos veces se negó a salir del país bajo exilio forzado o de destierro».

«El obispo —Álvarez— simplemente ha acompañado a la gente en medio de la represión política que se vive en Nicaragua y por eso está pagando con una injusta cárcel y por eso el ataque y las duras condiciones carcelarias porque lo que se desea es quebrantar la figura del obispo, minarle la moral, y en algún momento hacer ceder al obispo para que salga del país, pero monseñor está consiente que quiere quedarse en Nicaragua», manifestó González.
Además del encarcelamiento, destierro y exilio de sacerdotes, la dictadura de Daniel Ortega ha acusado a la Iglesia católica de supuesto lavado de dinero, acusación que según Martha Molina, la Policía orteguista ha sido incapaz de mostrar una sola prueba, «lo que evidencia que no existe tal delito porque la Iglesia no lava activos, lo único que hará es robarse el dinero de la Iglesia católica», concluyó.