La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, insistió que su régimen y seguidores tienen «derecho a vivir tranquilos, a vivir sin alteraciones a la paz, a la seguridad», mientras aseguraba que «de hecho vivimos» así.
En su locución por los medios oficialistas de este lunes, 15 de agosto, Murillo aseguró que los nicaragüenses tienen el «derecho de vivir a como Dios manda, en amor y esperanza, amándonos los unos y a los otros», mientras ordena continuar con la persecución contra la Iglesia católica en el país y mantener bajo asedio policial a monseñor Rolando Álvarez, quien se encuentra aislado en la Curia Episcopal de Matagalpa, desde el pasado tres de agosto.
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La dictadura de Ortega-Murillo ha señalado a monseñor Rolando Álvarez de pretender «desestabilizar» la paz que tanto «reina» en Nicaragua, por lo tanto han escalado la persecución contra la Iglesia nicaragüense para «asegurar la paz y la seguridad» del país.

Además, la Policía al servicio del régimen ordenó abrir una «investigación» en contra del obispo de la Diócesis de Matagalpa, por supuestamente «organizar grupos violentos» e incitarlos a ejecutar «actos de odio para «desestabilizar al Estado de Nicaragua».
Rosario Murillo también amenazó indirectamente con cárcel a Álvarez, aplicándole sus leyes represivas creadas por considerar que «provocan y hacen ostentación de impunidad».

En las dos últimas semanas, el dictador ha emprendido una ofensiva frontal contra la Iglesia católica y sus principales líderes religiosos, quienes han sido víctimas de ataques virulentos. Igualmente, se han registrado agresiones, cárcel, persecución, asedio, profanaciones contra la misma feligresía.
Organismos defensores de derechos humanos y grupos de oposición han condenado la agresión, sosteniendo que «Ortega descarga odio y venganza contra la Iglesia católica».