Monseñor Rolando Álvarez dijo durante su homilía, desde la Iglesia Catedral San Pedro en Matagalpa, que el sufrimiento en Nicaragua se ha intensificado y que no puede haber alegría cuando hay tanto dolor en el país.
«Hoy es un día en el que somos llamados a la serena y confiada alegría, pero ¿podemos pensar si quiera en la alegría cuando hay tanto sufrimiento alrededor y posiblemente en nuestras familias? ¿Es una invitación fuera de toda lógica?», cuestionó el obispo.
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«Hoy el sufrimiento se ha intensificado: la muerte, la enfermedad, la irremediable y a veces irreparable desintegración familiar», señaló el jerarca católico.
También dijo que el sufrimiento del país se ve reflejado en los adolescentes y jóvenes que buscan «escape en las drogas, el alcohol y en las apuestas».
Lamentó que la situación económica en el país es asfixiante y las medicinas inalcanzables para el sector más pobre de la población, pero que «para otro sector, muy reducido, llevan una vida con lujos, despilfarros y sin carencias».
En cuanto a los femicidios que se registran en Nicaragua, Álvarez enfatizó que «hay sufrimiento cuando en el hogar se reproducen actos de violencia contra la mujer, contra los niños, cuando en el barrio manda entre comillas el más fuerte, aunque sus actos carezcan de verdad y lógica».
«Hay sufrimiento cuando el Estado está plagado de tráfico de influencias»
En alusión a los actos de corrupción que se señala a la administración, Álvarez refirió que el sufrimiento se ve «cuando en una sociedad, en un pueblo, en una institución de servicio se está plagado de tráfico de influencias».
«Cuando la balanza que pesa lo poco que se puede comprar está mal calibrada. Cuando hay injusticia en el cumplimiento del acuerdo laboral, Dios está mirando a ambos lados», agregó.
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Pese a la situación que vive Nicaragua, monseñor Álvarez afirmó que «hoy es la serena y gozosa esperanza, la serena y gozosa alegría, la que viene de Cristo que solamente él la puede dar; la que acompaña en el luto, la muerte, la enfermedad que está en medio de los problemas de cada una de las familias».
«Dios está ahí, no está rechazando, todo lo contrario, está esperando que volvamos a él, es él quien aguarda por aquellos que se han cerrado en el egoísmo, al poseer por el puro poseer y almacenar más y más, evitando encontrarse con el pobre Lázaro al que le caen las migajas de la mesa», afirmó.

Monseñor Álvarez aseveró que «la cruz que hoy carga Nicaragua está gestando en sí misma su redención, y es aquí que descubrimos que somos una sociedad, una familia o simplemente personas llamadas a luchar a pesar de las múltiples fragilidades, limitaciones y pecados».
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«Se debe luchar desde nuestro interior y encontrar nuestras fuerzas, con la fuerza del evangelio, de la buena voluntad por una nueva sociedad. Cuando no nos dejamos llevar por la angustia, la inquietud, por el mañana, el miedo de la enfermedad y la muerte, dejaremos de buscar atajos o salidas fáciles como el tunel de la droga, las supersticiones, lo que llaman magia, brujerías, hechicerías…».
«Nicaragua, no perdamos la fe, porque Dios está con nosotros y nosotros tenemos la verdadera y gran esperanza en Dios Padre, rico de misericordia, que nos ha donado a su hijo (Jesucristo) para salvarnos y esta es nuestra alegre esperanza», concluyó.