Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, exhortó a los feligreses a cuidar de los más necesitados y angustiados de Nicaragua.
«¿Qué futuro encontrará en Nicaragua el Señor —Jesucristo—? ¿Estamos cuidando de los más frágiles de nuestra sociedad, de nuestro pueblo? Los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados, son personas de carne y hueso que tienen su vida, su historia y especialmente su fragilidad», expresó el prelado.
El religioso, durante su homilía desde la Catedral Nuestra Señora del Rosario, en Estelí, afirmó que las personas más desprotegidas de Nicaragua «son las que el evangelio nos invita a defender, a cuidar y a servir».
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En cuanto a los presos políticos y a las víctimas de la represión de Nicaragua, el obispo dijo que «pensemos en las condiciones de las cárceles y de los privados de libertad, pensemos en los sin techo, en los sin trabajo, en los sin comida, ¿qué hacemos por ellos?», preguntó el religioso.
También llamó a pensar y orar por todos los exiliados que salen de Nicaragua en busca de mejores oportunidades. ¿Y nuestros hermanos escondidos, exiliados? Peregrinos que buscan nuevas y mejores formas de vida, pero encuentran la violencia, el secuestro, la muerte».
«Pensemos en los enfermos por el COVID-19»
Por otra parte, el también administrador apostólico de la Diócesis de Estelí pidió por la decena de enfermos a causa de la pandemia del COVID-19 en Nicaragua.
«Que también vengan a nuestros pensamientos los hermanos y familias que han enfermado con la pandemia. Las secuelas, las deudas adquiridas por buscar la salud y los que lloran la pérdida de sus seres amados. Nuestras oraciones y servicios deben estar disponibles a ellos».

«Es la gran solidaridad entre todos los nicaragüenses, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, agnósticos y escépticos, unos y otros; basta la sensibilidad ante el dolor del hermano y la buena voluntad», agregó.
Álvarez enfatizó que la Iglesia católica está renovando «su fuerte llamamiento» para que se defienda siempre la dignidad y la centralidad de toda persona; en el respeto de los derechos fundamentales».
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«Todos somos invitados a hacernos cargos los unos de los otros. Echémonos al hombro a nuestros hermanos, echémonos al hombro la patria (…) Estamos llamados a dar fruto de fraternidad, paz, justicia y libertad», instó.
En referencia a la «fe» que profesa el Gobierno de Ortega, el obispo mencionó que la verdadera fuerza del cristiano es la fraternidad, es la fuerza de la verdad y el amor que llama a renunciar a toda violencia. «Fe y violencia son incompatibles, en cambio fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento, pero es fuerte».
«Los derechos humanos no son dádivas de los Estados»
En la homilía, el sacerdote recordó que los derechos humanos no son dádivas o regalos de los Estados; «son en primer lugar derechos divinos que deben ser respetados».

«La justicia es reconocer al otro como persona o como objeto, con derechos fundamentales e inalienables (…) Que una cadena de compromiso por la paz juan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La paz en un bien que supera cualquier barrera porque es un bien de toda la humanidad», afirmó.
«Que Dios bendiga a Nicaragua y a cada nicaragüense con una cosecha abundante de buenos frutos. Que Dios, por la intersección de Sor María Romero (…) interceda por nosotros», concluyó.