Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, exhortó a no rechazar y no hacer juicios a la ligera cuando trabajadores del Estado, tanto dentro como fuera de Nicaragua deciden denunciar y salirse del circulo de la dictadura.
Basándose en la parábola del «hijo pródigo», el religioso dijo durante su homilía en la Iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, que «muchas veces nos alejamos de la casa del padre, de la casa del amor, de la verdad y de la libertad, pero nunca estamos totalmente perdidos. Aunque nos alejemos y caigamos en los pecados más vergonzosos, Dios siempre nos está esperando con misericordia para hacer fiesta por nosotros».
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«Si no queremos quedarnos fuera del corazón de Dios, tenemos que aprender también nosotros a alegrarnos y a hacer fiesta por quienes, después de ser tocados por el amor de Dios y recapacitar, cambian de rumbo en la vida y vuelven, rectifican y orientan de nuevo su existencia hacia el amor, la vida y la verdad», agregó.
Aludiendo al exembajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Arturo McFields, quien denunció y condenó la represión desatada por el régimen de Ortega y Murillo, el prelado indicó que a «veces somos muy duros con quienes, después de vivir equivocadamente, deciden encauzar su vida por las sendas del bien y de la justicia. No logramos perdonar».

El prelado enseñó que la parábola bíblica invita a la sociedad «a ampliar el horizonte de nuestro corazón a la medida de la misericordia del Padre. Cuando alguien se arrepiente y decide cambiar, hay que apoyarlo con afecto».
«Cuando alguien que se ha equivocado, reconoce sus pecados y rectifica, siempre se siente avergonzado y necesita de nuestra cercanía y de nuestra comprensión. No nos quedemos indiferentes ante estos hermanos, ni seamos rígidos de corazón pensando que hay personas que no son dignas de recibir el abrazo y el perdón de Dios», enfatizó.
«No es fácil recapacitar»
Báez también hizo referencia que «en nuestra sociedad puede haber personas que, por el motivo que sea, han colaborado con el sistema injusto dominante, pero que un día recapacitan y deciden cambiar. No es fácil para ellos».
Señaló que muchos de los que se atreven a denunciar los abusos y crímenes de la dictadura, tienen miedo de las represalias del régimen y de la incomprensión de la sociedad. «Hay que valorar su decisión; deciden salir de la cárcel ideológica en la que han vivido, se liberan de la humillación a la que han sido sometidos, denuncian la injusticia y se colocan en el lado correcto de la historia».
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«Apoyemos a estos hermanos y hermanas. No preguntemos: ¿por qué no lo hizo antes?, ¿será sincero?, ¿merece que lo acojamos? No nos detengamos en los errores pasados de los otros, no sigamos apuntando con el dedo en lo malo que han hecho. Sintonicemos con el corazón de Dios y ofrezcamos a estas personas comprensión, apoyo y perdón», recomendó el obispo.
«La casa del padre de la parábola es el mundo, es nuestra sociedad. Estamos llamados a alegrarnos de poder vivir todos juntos en la gran casa paterna, la casa del amor y de la vida (…) Dios es un padre escandalosamente bueno y misericordioso, para quien no hay puros ni impuros, cercanos y lejanos, buenos y malos. Dios es un padre que a todos nos acoge y nos perdona, hace fiesta por nosotros, y a todos nos ayuda a levantarnos si nos dejamos abrazar por él», concluyó monseñor Báez.

La exhortación del jerarca católico llega luego que el 23 de marzo McFields tomara la decisión de exponer al dictador Daniel Ortega ante la OEA. Recientemente se conoció que el abogado Paul Reichler renunció a su cargo como asesor legal internacional de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, luego de estar en el cargo por más de 20 años.
Este último afirmó sentirse decepcionado porque «el Daniel Ortega de ahora» no es el que conoció, quien se interesaba por los derechos humanos, pero que ahora se ha dedicado a reprimir a su pueblo.