El dictador Daniel Ortega apareció durante la celebración del 42 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en un acto deslucido de los símbolos históricos de aquel 19 de julio de 1979, cuando los nicaragüenses derrotaron, mediante las armas, al último de la dinastía somocista, Anastasio Somoza Debayle.
Ortega se refirió con menos arenga, pero sin dejar de acusar al «enemigo» eterno, el «imperialismo yanqui», a quien acusó de querer someter y subordinar a sus intereses a las potencias de Rusia y China. «Están locos, están locos», señaló Ortega. A renglón seguido, el caudillo sandinista se lanzó a elucubrar con que «Nicaragua está en un punto estratégico, y de ahí viene la persecución del yanqui sobre Nicaragua, porque aquí no hay más que un gigantesco recurso que es el canal por Nicaragua».
«Estamos en medio de esta lucha… A pesar de los intentos del imperio por destruir a nuestro país, aquí está Nicaragua, de pie, firme y adelante. A pesar de que han querido destruir la economía y han asesinado, sembrando el terror, han puesto en práctica el terrorismo en Nicaragua, han lavado millones de millones de dólares en Nicaragua para sembrar el terrorismo, ahí están haciendo las cuentas donde se están llevando a cabo las investigaciones con las famosas fundaciones, donde aparecen millones por aquí, millones por allá. Han utilizado millones de dólares para tratar de destruir a Nicaragua», acusó Ortega, en relación a la última embestida política emprendida por su régimen contra oenegés, líderes opositores y periodistas, a quienes ha acusado, encarcelado sin orden legal y amenazado con cárcel en un sistema controlado absolutamente por su tiranía.

Inmediatamente, el tirano cerró su intervención de un poco de más de 40 minutos con una amenaza que blinda a su Ejército paralelo, creado para controlar y asesinar a opositores, identificados en el país y por organismos internacionales de derechos humanos como los «paramilitares» o «cuerpos de civiles armados», como lo define la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Ortega intentó disfrazarlos en una consigna, pero dándoles la fuerza de la impunidad que le permite el control total del Estado. «El pueblo unido, jamás será vencido, y el pueblo armado jamás será aplastado», amenazó, como intentando alentar a más seguidores a tomar armas para defenderlo ante otro eventual levantamiento opositor.
Como percatándose que estaba confesando en cadena nacional otro delito, el dictador apenas quiso depositar lo dicho en los jefes de la Policía y del Ejército que tenía a su lado. «Y aquí tenemos un Ejército que está para resguardar la soberanía nacional y también contribuir a la seguridad y a la lucha contra la delincuencia y contra el narcotráfico, y tenemos también una Policía que está enfocada en la seguridad. Por eso les digo que “el pueblo unido jamás será vencido, y el pueblo armado jamás será aplastado”», repitió envalentonado.
Cabecillas del fraude y policías represivos elevados a «héroes»
En la parte inicial de su discuro, Ortega exaltó a «dos heroínas», las magistradas electorales Brenda Rocha y Alma Nubia Baltodano Marcenaro, ambas lisiadas de sus manos, durante la guerra de los 80, y ahora dos de las figuras que conducirán las elecciones de noviembre de 2021, en las que Ortega tiene todos los dados a su favor, incluyendo partidos políticos proscritos, seis precandidatos presos, control absoluto de las estructuras de votación y una prohibición expresa de movilizarse en todo el territorio nacional.
También calificó como «otro héroe» al comisionado general y subdirector de la Policía, Ramón Avellán, a quien dedicó varios minutos a exaltarlo por sus acciones represivas en Masaya, en julio de 2018, durante la operación limpieza, donde asesinó a más de 35 ciudadanos desarmados. «Se dedicó a resistir pacientemente, a resistir los balazos y a decirle a sus compañeros “no disparen”, pero cuando se decidió que había que actuar se les derrotó, se les derrotó de “un plumazo”», dijo el dictador, sin mencionar que “los plumazos” más bien fueron decenas de camionetas, maquinaria de construcción y varios centenares de hombres, policías y paramilitares fuertemente armados, que atacaron a una población que «se defendía» con morteros y tiradoras, como el reconocido mártir de Masaya Marcelo Mayorga.

El acto fue transmitido por todos los canales de televisión, radios y empresas de cable, por obligación, según una circular enviada por el ente regulador de las telecomunicaciones, Telcor, con el pretexto de que Ortega emitiría «un mensaje a la nación», aunque en realidad fue uno más de sus eventos partidarios usando todos los recursos del Estado, en el que el mandatario no desaprovechó segundo para hacer propaganda por su reelección. Los discursos, las canciones, las consignas y los símbolos usados en el acto estaban cargados de mensajes de propaganda de la figura personal del mandatario.
«Estamos siendo acompañados por toda Nicaragua porque esto está siendo transmitido por todos los canales, y los que están allá en la montaña, saben que estamos hablando con la verdad, aunque nos critiquen», se jactó.
Ortega reapareció en este acto por la celebración del 42 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, únicamente acompañado por su esposa, la primera dama y vicepresidenta Rosario Murillo, el jefe del Ejército, Julio César Avilés, el jefe de la Policía y consuegro presidencial, Francisco Díaz, el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras; la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos y las magistradas del Consejo Supremo Electoral Brenda Rocha, presidenta de ese poder del Estado, y Alma Nubia Baltodano.

Como parte de su comparsa, el caudillo sandinista se hizo rodear de un grupo de simpatizantes de la Juventud Sandinista, quienes fueron ubicados, sentados, alrededor de una figura que simulaba una estrella doble, en lo que parece afianzar las creencias esotéricas de la primera dama Rosario Murillo, quien impone su sello en cada evento del partido sandinista.
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En esta ocasión, Ortega se mostró huérfano de las conocidas figuras izquierdistas que tradicionalmente habían acompañado a los sandinistas en esta fecha. La única figura internacional que acompañó a Ortega y Murillo fue el canciller de Abjasia, Kove Daur, quien se encuentra en el país en un periplo del que se desconocen los detalles. Al funcionario abjasio se la he visto en fotos de medios gubernamentales de paseo por León, Granada y saludando las caravanas sandinistas, en los días previos al 19 de julio.
Quieren más masas la morirás. La Magestrada de la Corte Suprema de Injusticias al lado del Padrino de la Cosa Nostra en NICARAGUA y las cabezas de las familias mafiosas. Muestra fehaciente y contundente de la complicidad de todo el poder judicial en los crímenes de lesa humanidad. Que pidió los informes sobre las leyes represivas aprobadas para encarcelar opositores, y quienes piensan que serán declaradas ilegales quitémonos de la mente que hay decoro en los asesinos y criminales de lesa humanidad.