Carta abierta a William Grigsby

Por: Irene Zamora

A pesar de nunca haber votado por el Frente Sandinista desde 2008 que tengo derecho a ejercer el voto, yo me siento sandinista, pero el partido que lleva el nombre de Sandino no me representa. Ese partido no me representa.

Este 19 de julio, como muchos anteriores me sabe amargo, para mí, esta fecha es la representación de la más alta traición a los miles que ha dado su vida por la libertad de los nicaragüenses desde inicios del siglo XX con Sandino, e incluso antes. Y sí, soy sandinista, eso lo tengo claro.

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William Grigsby decía en su programa Sin Fronteras del 16 de julio, que los jóvenes (población con menos de 40 años), “son los que van a construir un país sin pobreza, de acuerdo con las nuevas realidades”, y estoy de acuerdo. Yo, cada día, con mi trabajo lo hago.

Pero ¿de qué sirve salir de la pobreza si no se tiene libertad? Chele, no me lo estás preguntando, pero yo además de sandinista, simpatizo profundamente con la Revolución Cubana. Sí, simpatizo con la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, por eso me duele tanto que las personas que protestan, por muy pocas que sean respecto a la población total, no sean escuchadas o tomadas en cuenta.

Chele, acordate, Revolución “es cambiar todo lo que debe ser cambiado, es igualdad y libertad plena. Es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos… es no mentir jamás, ni violar principios éticos”, pero sobre todo “es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas”.

En ninguna circunstancia es aceptable, mucho menos congruente o consecuente, asesinar para disque defender un proyecto revolucionario. Ustedes, por tanto, no son revolucionarios, son asesinos. Y con ustedes me refiero a Ortega, Murillo y demás pseudorevolucionarios que han perfeccionado el arte de vivir de la revolución y no por ella. Esos que vos defendés y alabás.

Hoy en día, el aparato represivo que ustedes han armado (armado de estructurar y también de entregar armas) son esas poderosas fuerzas dominantes a las que la juventud nicaragüense se atrevió a desafiar en otro 19, el de abril de 2018. Porque no, en Nicaragua no hay libertad y en Cuba tampoco y vos lo sabés.

Pero sabés, dentro de todo, hago mías tus palabras, porque tenés razón: “mi estímulo para la lucha no es la esperanza de tener poder político, mi principal estímulo es la libertad y tranquilidad de mi pueblo, la paz de mi pueblo”.

Y tenés razón, lo que me impulsa es moral, es ver tanta inmoralidad, corrupción, nepotismo y mediocridad, donde en algún momento la bandera fue la justicia social, la dignidad y la libertad.

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Por eso, sigo siendo sandinista, porque lo que yo conozco de Sandino no es esto en lo que vivimos. Y por eso sigo creyendo que vivir en democracia es posible y que la solución no es matar o morir, sino patria libre para vivir, todos, porque revolución también es unidad en la diversidad, es luchar por nuestro sueño de justicia.

Chele, si algo he aprendido yo del sandinismo es a defender valores en los que creo, al precio de cualquier sacrificio, a luchar para que mis sueños se vuelvan realidad, a pesar de la pesadilla que ustedes nos tienen viviendo hoy.

PS: Chele, si llegás a leer esto, seguramente me vas a acusar de muchas cosas, de paniaguada, de patricida. Y realmente podés decir lo que querrás, es lo lindo de gozar de libertad, pero no. NO soy ni lo uno ni lo otro, porque JAMÁS he recibido un córdoba o dólar por no estar de acuerdo con tu gobierno.