El obispo auxiliar de Managua en el exilio, monseñor Silvio José Báez, en su homilía de este domingo, 30 de mayo, llamó a la población a no ser indiferente ante las injusticia y la violencia y recordó que atentar contra la integridad y la vida de las personas es negar a Dios.
«Ser neutral ante la injusticia y la violencia es hacerse cómplice de quienes cometen estos crímenes. Por eso Dios no es neutral. Guardar silencio o mirar a otro lado, mientras los poderosos atentan contra la libertad, manipulan la justicia y arrebatan la vida de las personas es negar al Dios de la vida y de la liberación», expresó el obispo católico que se ha convertido en una de las voces más criticas contra la represión del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Este 30 de mayo se conmemoran los tres años de la masacre del Día de las Madres que dejó cerca de una veintena más de asesinados en el contexto de las protestas.
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Asimismo, en su sermón dijo que «Dios no tolera a los faraones de la antigüedad, ni a los faraones de hoy. Tarde o temprano los derriba de sus falsos tronos. Por eso, una forma privilegiada de creer en Dios es comprometernos a favor de transformaciones sociales que erradiquen los poderes despóticos, dignifiquen a las personas, hagan justicia a las víctimas y generen relaciones de solidaridad, de paz y de libertad».
Báez recalcó que se debe apuntar a las transformaciones sociales que conlleven justicia y capacidad de servicio social y evitar que esas transformaciones sociales se perviertan.
Marcha del Día de las Madres de 2018, manifestación multitudinaria que terminó en represión por parte del Estado. Foto: Artículo 66/EFE
«Las transformaciones sociales no bastan. Sin personas íntegras, libres de ídolos, respetuosas de la justicia, capaces de amar y de servir, los procesos de cambio social son precarios y hasta se pueden pervertir. Por eso, Dios actúa en el corazón de los seres humanos. Con la resurrección de Jesús, Dios nos ha dado el Espíritu Santo, para que nos conduzca desde lo más íntimo de nuestro ser y podamos actuar como hijos de Dios: libres, dignos y capaces de amar como Jesús, el Hijo amado del Padre», expresó el Báez.
Pidió a la feligresía sentir la liberación desde el interior de cada uno porque «el Espíritu de Dios realiza la auténtica liberación en nuestro interior, pues “no hemos recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre».
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La homilía, que fue dedicada a la intervención de Dios en la vida terrenal en auxilio de su pueblo, recordó que «Dios es una voz que nos habla con ternura y respeto para darnos la plenitud del amor y de la vida. Dios es el brazo poderoso que se ha desplegado en la muerte y resurrección de Jesús para redimirnos del pecado y liberarnos de toda esclavitud. Dios es la presencia discreta e interior del Espíritu que, como viento suave, nos consuela y nos hace capaces de amar, como susurrándonos al corazón aquellas palabras de San Juan de la Cruz: “donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”».