William Vargas, trabajó durante 11 años armando y ensamblando muebles en la empresa UNICOMER, conocida en el comercio como La Curacao. En octubre fue despedido por “recorte de personal”, debido a crisis económica que golpea a esta distribuidora de electrodomésticos y artículos para el hogar.
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En diciembre de 2018, Vargas decidió, junto a su esposa y sus dos hijos, que tenía que irse para Costa Rica, para poder ganar un salario que les permitiera cubrir sus necesidades. En Nicaragua el cielo se les estaba cayendo a pedazos. En su casa ya se estaban quedando sin dinero y el futuro era incierto.
“Para poder costear el pasaje del viaje comenzamos a vender lo poco que teníamos en la casa. Me refiero a la mesa, los muebles y el vehículo. Estábamos claros que no sería nada fácil, pero necesitábamos salir del país”.
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Durante su viaje, William Vargas y su familia fueron detenidos durante tres horas por la policía orteguista, mientras los buscaban en una lista. Sin embargo, cuando tocaron suelo costarricense sintieron la emoción por la “seguridad y la posibilidad de encontrar mejores oportunidades”.
La búsqueda de esas oportunidades que deja el creciente desempleo en Nicaragua, sumado al clima de inseguridad, la represión y persecución por haberse manifestado en algún momento contra el régimen de Daniel Ortega, ha empujado a migrar a unos 80 mil nicaragüenses. La mayoría se escapa hacia Costa Rica, El Salvador, España, Panamá o Estados Unidos.
“Buscar cómo sobrevivir”
El economista y catedrático Luis Murillo, define como “alarmante” el impacto de la crisis económica sobre los ciudadanos. El desempleo cada día es peor, hay más empresas que se ven obligadas a cerrar y los alimentos cada día están más caros.
Detalló que la incertidumbre en los inversionistas es una “tendencia peligrosa” para las estrategias económicas.

“Esta situación de crisis política, desempeño pobre de la economía (recesión económica) y falta de institucionalidad por modificación de las reglas del juego a que se encuentran sometidos los agentes económicos (cambio en la seguridad social, cambio en la parte fiscal), hacen que el inversionista en el mejor de los casos detenga su inversión (en el peor de los casos se retire). Todos estos factores han deteriorado el activo más preciado del inversionista (la confianza) y tengamos afectaciones de una de las fuentes financieras más importantes de los últimos 10 o doce años cuando se llegó a tener casi el 10% de peso sobre el PIB (Producto Interno Bruto)”.
Murillo aseguró que los nicaragüense no tienen más opción que “buscar cómo sobrevivir” en este proceso de crisis socioeconómica.
Una encuesta realizada por la firma CID-Gallup, en octubre de 2018, resaltó que en ese momento, el 28 por ciento de las personas entrevistadas afirmaron que al menos un miembro de su familia había perdido el trabajo desde abril.
La crisis y el desempleo que obligó a William Vargas y su familia a “huir” hacia Costa Rica, es solo un ejemplo de los miles que a diario salen del territorio nacional para buscar mejor vida. El reciente informe Coyuntura Económica 2018, publicado por la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) resalta que las perspectivas para el mercado laboral de el 2019 son “desfavorables”. “La contracción económica proyectada para el 2019 provocará un incremento en los niveles de subempleo y desempleo en la economía nicaragüense”.

Golpe al “moribundo” INSS
El informe deL FUNIDES también analizó la caída en las estadísticas de trabajadores formales, registrados en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). “Entre marzo y octubre de 2018, las actividades económicas que registraron mayor disminución en el número de afiliados fueron comercio (-30.3%), servicios (-8.6%), agropecuario (-29.4%), servicios financieros (-15.1%), industria manufacturera (-6.8%) y construcción (-29.8%). En su conjunto, la salida de afiliados en estas actividades sumó 137 mil personas”, resume el FUNIDES.

El FUNIDES, junto a empresarios nacionales y organismos defensores de derechos humanos han instado al régimen de Daniel Ortega a resolver la crisis política para dar paso a mejorar la situación económica que amenaza con empeorar.
Algunas de las peticiones concretas, que hasta ahora Ortega ignora, tienen que ver con la liberación de más de 700 presos políticos, cese de la represión, devolver la libertad de prensa que ha sido confiscada y perseguida y mostrar voluntad de hacer justicia por los más de 530 asesinatos, para dar paso al diálogo que facilite una salida democrática urgente.
Mientras Ortega se decide a acatar la voluntad generalizada de los ciudadanos, el país se sigue hundiendo. Cada día nuevas empresas cierran y el desempleo crece. Muy lejos de su vieja casa, ya instalado en Costa Rica, William Vargas se acomoda a las dificultades y gestiona un permiso de trabajo que le permita laborar “en lo que pueda”.