El orteguismo nuevamente hizo al lado su eslogan “cristiano”, para atacar virulentamente al obispo auxiliar de Managua, Monseñor Silvio José Báez, al que acusan de estar detrás de toda la crisis socio-política que ha vivido Nicaragua desde el pasado 18 de abril.
La denominada Comunidad cristiana San Pablo Apóstol convocó a una rueda de prensa para “dar a conocer” presunto audio y escritos que relacionarían a Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, con lo que el régimen denomina “golpe de estado fallido”.
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Rafael Valdez, un activista político del régimen orteguista, encabezó la rueda de prensa dónde pidió que el Vaticano se lleve al obispo auxiliar de Managua, acusándolo de “golpista”. Ese mismo epíteto usó el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, desde una plaza de Managua, para descalificar la labor de los Obispos de Nicaragua durante la crisis política.
“El Obispo Báez debe irse de Nicaragua donde nunca tuvo que haber venido. Le está haciendo mucho daño al país, a la feligresía y a la Iglesia Católica”, expresó Valdez, quién dirige, en calidad de “líder espiritual”, la autodenominada “comunidad cristiana”.
Valdez presentó como “prueba” un supuesto audio en el que monseñor Báez estaría hablando sobre la unidad de las fuerzas vivas del país contra el régimen orteguista. Sin embargo, usuarios en redes sociales y expertos en radiodifusión expresaron que dicho “elemento de acusación” sería falso, ya que la grabación tiene una pésima calidad de audio y al parecer, está mal editada.
Según el activista político del oficialismo, esta “prueba” ya habría sido enviada a la Santa Sede como elemento para exigir que la Santa Sede regrese a Monseñor Báez a Roma, donde pasó 30 años estudiando y posteriormente, ejerciendo la docencia en la Universidad Teresianum de la ciudad eterna.
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Lo extraño y curioso del caso que casi paralelo a la conferencia de prensa presidida por Valdez, el aparataje mediático del régimen, encabezado por el propio hijo del dictador, Laureano Ortega Murillo (quién también preside el órgano estatal de atracción de inversiones extranjeras), desde Twitter, inició una campaña virulenta de odio contra el obispo, tildándole de “asesino” y “golpista”.
Por su parte, Winder Antonio Morales, sacerdote católico de la oficina de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), condenó la campaña difamatoria del régimen contra el obispo Báez.
“Mis oraciones, apoyo y cercanía con moseñor Silvio José Báez, por las cobardes e infundadas acusaciones en su contra por parte de este gobierno. Fuerza monseñor, no está solo”, expresó el vocero eclesial en su cuenta de Twitter.
Hasta el cierre de esta edición, ni Monseñor Silvio Báez ni el arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, se habían referido a la campaña oficialista que busca minar el apoyo popular que tiene actualmente la Iglesia católica por su labor durante la crisis.
Repiten estrategia para dividir a la Iglesia
La estrategia gubernamental, parece abrir un nuevo frente, el teológico. La comunidad San Pablo en realidad son militantes históricos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que radican en la colonia 14 de septiembre de Managua.
Dichos adeptos al oficialismo tomaron parte activa de la histórica parroquia San Pablo Apóstol de Managua, que en los años 60 y 70 (con ayuda de sacerdotes extranjeros) impulsaron con mayor dinámica la opción preferencial por los pobres expresada en el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Obispos de América Latina, celebrada en Medellín en 1968.
Dicha opción preferencial por los pobres, los llevó a constituir la denominada “Comunidad Eclesiales de Base San Pablo”; que luego serían los enclaves populares que apoyaron la lucha armada contra Somoza en los barrios orientales de la capital.
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Ya en los años 80, durante las tensiones entre el gobierno sandinista y la Iglesia Católica liderada en ese momento por el cardenal Miguel Obando (provocada por la creación de la denominada Iglesia popular, en contraposición a la Iglesia Católica liderada por el Papa y los Obispos, de corte marcadamente sandinista), dividió a los feligreses entre simpatizantes sandinistas y quiénes querían que la comunidad parroquial estuviera bajo la comunión de la jerarquía católica nicaragüense.
Hubo episodios dramáticos, tales como la agresión violenta a punta de pistola que hicieron los adeptos al FSLN contra el entonces párroco, Jorge Solórzano Pérez (hoy, obispo de Granada) para conservar el templo religioso dónde se celebraba la eucaristía.
“Su Eminencia pensaba que esa Parroquia (San Pablo Apóstol) se iba a perder, y me propuso a mí hacer el último intento de llevar la fe católica a esas colonias. Me expulsaron las Comunidades Eclesiales de Base, me sacaron con la pistola en la sien”, dijo Monseñor Solórzano en el año 2000, en una entrevista con el diario La Prensa.
También durante los años 80, hubo varias tensiones entre la Iglesia y el gobierno revolucionario debido a “montajes” realizados por los aparatos de seguridad del FSLN contra sacerdotes y obispos.
El más famoso de éstos casos es la humillación pública sufrida por el sacerdote Bismarck Carballo (hoy aliado del gobierno), quién se desempeñaba como director de Radio Católica y asistente personal del arzobispo Miguel Obando Bravo.
En agosto de 1982, Carballo fue objeto de un caso armado desde la Dirección de Seguridad del Estado (al mando de Lenín Cerna) para ensuciar la imagen de la Iglesia, presentando al religioso desnudo ante las cámaras de televisión, y simulando que todo era un conflicto de pareja con Maritza Castillo, la mujer que formaba parte de los órganos de seguridad e inteligencia para la ejecución del plan. Castillo ahora radica en Estados Unidos y dedica su tiempo a publicar videos de apoyo a la dictadura de Ortega.
“En la primavera de 1982, el ministro del Interior, Tomás Borge, el viceministro Luis Carrión, y el jefe de la DGSE Lenín Cerna, formularon un plan para desacreditar al padre Bismarck Carballo, vocero de la Curia y director de la estación eclesiástica Radio Católica, implicándolo en un escándalo sexual”, narró en 1986 el ex miembro desertor del Ministerio del Interior, Álvaro Avilés Baldizón, a la Secretaría de Estado de los EE.UU.
¿Vuelve la iglesia “popular”?
Tras los ataques a los obispos a inicios del mes de julio en la basílica de San Sebastián de Diriamba, las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado –manejado por Ortega y su mujer-, están prácticamente rotas.
El 13 de octubre, antes de la celebración por la eucaristía conmemorativa por la canonización de San Óscar Romero en Catedral Metropolitana de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes manifestó que existe un “silencio” entre el régimen orteguista para con la jerarquía católica nicaragüense.
Por otro lado, el orteguismo, en su afán de mostrar “normalidad”, ha vuelto a una vieja práctica que tenía el sandinismo en la década revolucionaria: montar una “iglesia paralela” ahí donde los Obispos y sacerdotes son más críticos y no se prestan al juego gubernamental.
Uno de los casos de actividades estrictamente religiosas montadas en paralelo por el régimen orteguista fue la celebración de San Jerónimo, patrono de la ciudad de Masaya. El arzobispo Brenes y el párroco José Espinoza, dispusieron que las celebraciones católicas se celebraran dentro del templo, sin pólvora, debido a la represión en dicha ciudad.
Sin embargo, los adeptos al orteguismo con el alcalde Orlando Noguera a la cabeza, montaron una procesión por las calles de Masaya con una imagen apócrifa del patrono de los masayas, y llegaron a provocar un pequeño altercado al querer entrar por la fuerza el 30 de septiembre al templo parroquial, mientras se celebraba la misa solemne por San Jerónimo.
Procesiones y actividades paralelas montadas por el régimen también han tenido lugar en Managua (la alcaldesa Reyna Rueda y su vice-alcalde Enrique Armas bailaron una réplica de Santo Domingo en un acto cultural dirigido por la Alcaldía de la capital), Chinandega y en Nandaime.
Según un análisis del teólogo Rafael Aragón Merina, el Frente Sandinista nunca supo entender la dinámica religiosa del pueblo nicaragüense, por ello, en los años ochenta promovió la Iglesia popular y también otorgó facilidades a las sectas evangélicas, así minando la base social de la Iglesia Católica.
“El gobierno sandinista no supo manejar esta cultura (religiosa) en los años 80 y, a mi modo de ver, la está manejando mucho peor en la actualidad”, expresaba Aragón en el ensayo “Retrato en grises de la Iglesia nicaragüense”, publicado por la revista jesuita Envío en 2009.
En ese mismo texto, Aragón fustiga la visión fundamentalista y arcaica del gobierno de Ortega sobre la fe del pueblo, y expresa que sólo los “sectores más atrasados” pueden estar de acuerdo con esa visión.
“El actual gobierno sandinista ha abandonado una visión abierta y comprometida del cristianismo y la ha sustituido por una visión mítico fundamentalista para ganarse a la gente. Pero se equivoca: la creciente secularización de la sociedad, una visión progresista de la fe y una visión tradicional, que siempre hace independiente lo religioso de lo político provocan que el pueblo no se sienta bien cuando los políticos tratan de manipular sus sentimientos religiosos. Solamente los sectores más atrasados en su visión de la sociedad pueden estar de acuerdo con los planteamientos del gobierno actual”, enfatizó en ese momento el sacerdote de la órden de los padres dominicos y director de la Revista teológica Alternativas.