En la homilía de este domingo, 21 de marzo, el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez Ortega, invitó a deponer el interés personal por el bien común, remarcando que «una sociedad fraterna y justa no se puede construir con personas egoístas que solo piensan en sus intereses».
Desde la Iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, monseñor se refirió a la parábola del grano de trigo que cae bajo tierra y muere para dar frutos, de la manera en que Jesús muere en la Cruz, no como un fracaso, sino como la manifestación suprema de su amor.
«Quien vive encerrado en sí mismo acaba perdiéndose, quien se abre a los demás, genera más vida.. quien orienta su existencia solo en función de sus propios intereses, tendrá una vida mediocre y estéril», manifestó el prelado, uno de los principales referentes de la Iglesia católica en la defensa de la democracia en Nicaragua y crítico del régimen.
Resaltó que «las personas egocéntricas generan desconfianza, difunden desaliento y provocan divisiones. Las sociedades justas solo se pueden construir con personas abiertas, desprendidas y generosas, quien es abierto y generoso se vuelve atrayente, irradia esperanza y genera comunión». Indicó que solo las personas que aman con sencillez, que sirven con alegría, que no buscan protagonismo, respetuosas y compasivas, resultan más atractivas
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El mensaje llega a las puertas de unas elecciones generales en Nicaragua, ensombrecidas por denuncias de violaciones a los derechos humanos y libertades públicas cometidas por el régimen de Daniel Ortega; y con una oposición dividida y siete opositores que aspiran a ser los elegidos como futuros presidentes.
«Vivir según el estilo del Crucificado significa saber perder por amor y estar dispuesto a renunciar a las propias pretensiones y proyectos por el bien de todos», resaltó Báez. También recordó a quienes sufren soledad, humillación y persecución que «muchas veces podremos sentirnos como pequeños granos de trigos pisoteados, pero con la gracia del Señor estamos seguros que no terminaremos nunca en la desesperación ni dejaremos de dar fruto de amor y de vida».