En 2019, siete promotores y activistas políticos se vieron obligados a trasladarse hacia Costa Rica debido a la represión desatada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra ellos y la oposición nicaragüense. A pesar de las dificultades, el grupo estaba dispuesto a contribuir, desde fuera del país, en la lucha cívica del pueblo y, desde esa motivación, surgió el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.
De acuerdo con el sitio web del organismo, no fue una «tarea fácil» para los miembros reorganizarse en el exilio. «A inicios de enero de 2019, nos reunimos en San José para intercambiar ideas de cómo ayudar sin ningún costo a los miles de nicaragüenses que solicitaban refugio en Costa Rica, huyendo de la represión y a las personas en Nicaragua que, a costa incluso de sus vidas, continuaban denunciando los abusos».
Ante el incremento de reportes de arbitrariedades, torturas y detenciones ilegales en Nicaragua, los integrantes del Colectivo decidieron que «era urgente continuar desde Costa Rica la labor de documentar, investigar y denunciar a nivel internacional estos crímenes cometidos por el régimen de Nicaragua, como un valioso aporte a la memoria histórica y a las nuevas generaciones».
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La Iglesia Luterana de Costa Rica, el Servicio Jesuita para Migrantes y organismos nacionales de derechos humanos de Costa Rica fueron las principales organizaciones que respaldaron la misión de defensa de los derechos humanos del Colectivo, «con una mirada cercana y de constante acompañamiento».
Dirigidos por la abogada Marcia Aguiluz, los defensores de derechos humanos Gonzalo Carrión, Juan Carlos Arce, Linda Núñez, Braulio Abarca, Carlos Guadamuz, Salvador Marenco, Wendy Flores y Yader Valdivia son los nicaragüenses que actualmente conforman la organización y mantienen vigentes su compromiso de solidaridad y apoyo a las víctimas de la represión del orteguismo.
Salida de Nicaragua
El 12 de diciembre de 2018, la pareja dictatorial canceló la personería jurídica y confiscó las instalaciones del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), organización donde anteriormente laboraban todos los integrantes del Colectivo.
Una semana después del cierre del Cenidh, la presidenta del organismo, Vilma Núñez de Escorcia, y Carrión fueron criminalizados por «su inquebrantable compromiso por defender los derechos de los nicaragüenses».
En un vídeo publicado en la cuenta oficial del Colectivo, Carrión expresó que en las primeras semanas de su exilio se sintió «muy golpeado por las circunstancias de lo que significa separarse de la familia, de nuestro hogar, nuestra casa, del charco. Todo el trastorno acumulado al saber que has dejado tu país».
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El abogado explicó que 2018 fue un año «de mucha lucha, auge, cariño, empuje y legitimidad social de la gente protestando en las calles y que fue respondida con una represión brutal, que se ha desarrollado por más de seis años».
«En pocas semanas, nosotros ya estamos sentados en medio del desierto y la incertidumbre. Durante tres días, estuvimos reunidos y reflexionando sobre qué es lo que habíamos hecho, cómo estábamos, cómo nos sentíamos y qué queríamos hacer. Nos reunimos seis colegas y yo siempre decía que si uno de los colegas se hubiera ido a otro país, no hubiera nacido el Colectivo Nicaragua Nunca Más», comentó.
El defensor de derechos humanos resaltó que «ya se cumplieron seis años de aquel abril de 2018 y nosotros (tenemos) un poco más de 5 años acá». «Recuerdo como para esta fecha de abril, el Colectivo ya tenía forma. Estábamos por firmar el acta que se constituyó acá, jurídicamente y en libertad», comentó.
«Han pasado muchas cosas, sobre todo en lo personal. Me despojaron de mi nacionalidad, nos robaron la casa familiar, me confiscaron mi pensión, ya tengo derecho a la jubilación con 63 años», denunció el activista.
De igual manera, el abogado sostuvo que «seguimos siendo sometidos, seguimos siendo blanco, nos meten en listas de cualquier cosa. Estamos acusados y condenados, sin juicios, sin oportunidades de defensa. Nuestros cuerpos y nuestra mente han sufrido, pero nos queda la dignidad, que no se compra».
Sin embargo, después de cinco años de trabajar con la organización humanitaria, Carrión se siente «orgulloso» de «ser parte de este esfuerzo que reafirma que hemos estado en el camino correcto, documentando para la memoria histórica contra la impunidad y para nunca tener más dictadura. Orgullosamente Nicaragua Nunca Más».