Es 25 de febrero de 1990. Don José Quiroz se apura a tomar su café granulado, toma un suéter viejo y sale de su vivienda con rumbo al colegio «Naciones Unidas», ubicado en residencial Las Mercedes, en el Distrito Seis de Managua, para hacer fila y ejercer su derecho al voto.
El hombre reza en silencio mientras hace fila en las afueras del centro de votación. Recuerda que, en aquel voto, depositó su esperanza de acabar con una guerra por el poder de Nicaragua, y en la que muchos nicaragüenses murieron sin entender a quién favorecían.
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Hace 34 años, un día como hoy, el pueblo nicaragüense amaneció sintiéndose como un «soberano de verdad». Doña Violeta Barrios de Chamorro, una viuda de entonces 60 años, derrotó a Daniel Ortega en las urnas y prometió regresar la democracia al país.
«La noche antes de las elecciones nadie durmió. Todo el mundo estaba en sus casas, esperando a que amaneciera para ir a votar y cambiar la historia de Nicaragua. A pesar de los asedios, hostigamientos y amenazas, la gente salió a votar muy de mañana, desde los jóvenes, hasta los adultos mayores», recuerda don José.
Quiróz, que actualmente tiene 73 años, recuerda con lucidez que durante el cierre de campaña electoral, Ortega llenó la Plaza de la Revolución, ubicada frente a una casa presidencial, que él no ocupa aunque sea el presidente otra vez porque gobierna desde su búnker, en El Carmen, tras su regreso al poder el 2007.
«Muchos creímos que ese señor se iría a su casa, porque si algo hizo bien, ya lo había hecho en la lucha armada, lo que hizo después solo fueron ‘bandidencias’», criticó don José.
La última noche oscura
Don Adolfo, un jornalero de Masaya, también recuerda que ese día fue diferente. «El domingo en la noche, la gente se encerró temprano en casa. Había miedo, pero también expectativas. Fue la última noche oscura, hasta que estos zánganos volvieron», lamenta.
«Los sandinistas escuchaban la Radio Ya y los otros, Radio Corporación», comparte. Cuando los resultados preliminares se dieron a conocer, doña Violeta ganaba con un amplio margen sobre Ortega. La demócrata obtuvo el 54.74% de los votos, mientras que Ortega se quedó «a medio camino» con el 40.82%.
Guadalupe Serrano, dice que el 26 de febrero de 1990 fue un buen día. En esa época, la mujer tenía 40 años. Su primer esposo, con quien procreó dos de sus tres hijos, murió en la guerra durante un combate contra miembros de la Contrarrevolución, el grupo irregular que luchó contra el sandinismo.
«Cuando ganó doña Violeta, yo me arrodillé inmediatamente y le di gracias a Dios por ese milagro. Mis hijas tenían cinco y seis años, y no lograron jugar con su padre. Aquello me destrozó por completo», expresó doña Guadalupe.
La dama de blanco que reconcilió al país
Violeta Barrios Torres nació el 18 de octubre de 1929, en el departamento de Rivas. Es conocida como Violeta Barrios de Chamorro por el primer apellido de su esposo, el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Actualmente, tiene 94 años, y se encuentra muy enferma después de sufrir un accidente cerebrovascular, hace cinco años.
En octubre de 2023, doña Violeta fue trasladada a Costa Rica para estar bajo el cuidado de sus hijos, que fueron obligados al exilio por el régimen de Daniel Ortega, el viejo enemigo que nunca les perdonó que le hayan enseñado a los nicaragüenses que «un voto es más poderoso que un fusil».
Antes de ser llevada hasta San José, la dama de blanco que le devolvió la democracia a Nicaragua, permaneció en su residencia, en el barrio Las Palmas, en Managua «bajo el cuidado y el amor de sus familiares y acompañada por personal de salud especializado».
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Doña Violeta procreó cuatro hijos con Pedro Joaquín Chamorro, pero desde el 2023, todos viven en el exilio por la persecución del régimen sandinista. Daniel Ortega y Rosario Murillo enjuiciaron a los hermanos Cristiana y Pedro Joaquín Chamorro, a quienes condenó por supuesta «traición a la patria», después que lo desafiaron en las urnas.
El tercer hijo de doña Violeta, el periodista Carlos Fernando Chamorro, fue investigado por supuesto lavado de dinero, sus empresas fueron confiscadas y las instalaciones de sus medios de comunicación fueron ocupadas por el régimen. Él fue obligado al exilio a Costa Rica.
Ortega, con pocas posibilidades de mantenerse en el poder por la alternativa democrática, los secuestró y les impuso falsas causas políticas para tomar el poder por cuarta vez consecutiva, lo que no hizo antes ninguno de los Somozas.
La justicia sandinista también alcanzó a dos sobrinos de la exmandataria: el director del diario La Prensa, Juan Lorenzo Holmann Chamorro, y el economista y exprecandidato presidencial Juan Sebastián Chamorro, quienes fueron condenados y posteriormente desterrados a Estados Unidos.
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«Si doña Violeta hubiera estado sana, la dictadura no dudaría en meterla a la cárcel» dice un opositor, bajo condición de anonimato debido a encontrarse dentro del país.
La mayoría de los nicaragüenses dicen que el legado de doña Violeta fue regresarle al país una paz verdadera y vocación democrática, así como la restitución de las libertades públicas a la ciudadanía, que hoy Ortega y Murillo han secuestrado.
«Nadie olvida. Eso es un legado y un día, otra vez como hace 34 años, el voto vencerá al fusil, viviremos para eso», sentenció el opositor que, en silencio, celebra la efeméride.