Pablo Rayo creció oyendo decir a su abuela, Maxima López, que las mansas aguas del lago Cocibolca, de Granada, escondían una de las especies más temidas del mundo acuático: el tiburón toro, más conocido en la ciudad como «el tiburón de agua dulce».
La señora les contaba, a la luz de las candelas en la vieja casa donde nació y creció, ubicada en una de las más de 300 isletas del municipio, que ella tuvo la oportunidad de ver a los tiburones. «Hasta miré las mordeduras de un pobre pescador, a quien una jauría atacó sin piedad», contó.
Noticia relacionada: Pésima racha para pescadores de Rivas: Zarpes suspendidos y «mala paga» de intermediarios
Rayo, ahora adulto y pescador como lo fueron su padre y abuelo, tiene más de 40 años de ejercer el oficio y surca las aguas del Lago Cocibolca en una pequeña embarcación de madera. Sin embargo, asegura que en sus redes «nunca ha quedado atrapado un tiburón de la especie que les mencionaba su abuela».
«De esos animales, solo guardo en mi mente los relatos de mis antepasados que decían que aquí abundaban», dijo, señalando las aguas quietas del lago más grande del país.
«Hace más de un año, unos amigos pescadores de la Isla Zapatera me dijeron que habían visto un tiburón cercano a sus costas, que tienen mayor profundidad. Pero aquí, en las partes lejanas de las islas, nunca hemos avistado esa especie. La pesca en su mayoría es la tilapia y el guapote, que a veces escasea y más aún en la temporada de verano, debido a la gran demanda en bares y restaurantes para atender la petición de los veraneantes», explicó Rayo.
Además de Granada, el Gran Lago es una alternativa de pesca para los municipios que comparten costa con el cuerpo de agua como San Jorge, Cárdenas y San Juan del Sur, en el departamento de Rivas, y en San Miguelito, El Castillo y San Carlos en el departamento de Río San Juan. Esta superficie de agua dulce, tiene una extensión de 8.264 kilómetros cuadrados y es considerado el lago más extenso de América Central.
«El tiburón fue muy demandado»
Doña Juliana Lumbí tiene 67 años y vive en un tramo improvisado en las afueras de su casa, en el barrio costero Miralagos. Pese a su edad, sigue vendiendo mariscos, oficio que heredó de sus padres, quienes se dedicaban a las labores de pesca en el Lago Cocibolca. Ella recuerda que dentro de la captura que traía la embarcación de su padre, Siriaco Lumbí, se hallaba el famoso «tiburón de agua dulce».
«Recuerdo que al inicio de 1970 operaba, en el kilómetro 45 de la carretera Granada-Masaya, la empresa coreana Indimar. Nosotros llegábamos a venderles el tiburón, pero a los pocos años, la empresa cerró operaciones, porque el acopio era poco, a causa de la sobreexplotación de esta especie», remarcó Lumbí, quien asegura que este pez brindaba un excelente corte de filete.
La comerciante dice que desde hace más de cincuenta años no ha vuelto a saber nada del «tiburón de agua dulce». «Los pescadores no lo hallan, como tampoco dan con el gaspar y el pez sierra, que también desaparecieron de estas aguas», declaró.
¿Reaparece y ataca?
En los últimos años, se llegó a creer que los tiburones toros ya no poblaban en el Gran Lago de Nicaragua, pero en febrero del año 2020, pescadores relataron al diario La Prensa que escaparon al ataque de al menos dos animales de esta especie, en el sector de San Ramón y Tichana, al sur de la Isla de Ometepe.
Según el reporte, el pescador que avistó a los dos tiburones, fue identificado como Sergio Lanuza, originario de la Isla Zapatera. El hombre relató que estaban pescando en el sector del volcán Madera. Por la tarde, mientras se bañaba en la playa, sus amigos observaron dos aletas en el agua y le advirtieron sobre la presencia del tiburón, por lo que decidió retornar a la costa de inmediato.
El ecólogo Fabio Buitrago considera que existe la probabilidad de aún encontrar tiburones toros en el Gran lago de Nicaragua, que probablemente lleguen a través del Río San Juan de Nicaragua, procedentes del Mar Caribe. «Es posible encontrarlos, aunque quizás de tamaño pequeño o juvenil», señala.
«Una condición importante para que los tiburones puedan subir por el Río San Juan es que necesitan tener una altura de agua suficiente y nadar hasta el lago, de manera que mientras más se deforeste la cuenca del Cocibolca, se disminuye el nivel promedio del lago y al mismo tiempo, la profundidad del río San Juan en puntos como los raudales del Toro, El Castillo y Machuca», advirtió Buitrago.
Noticia relacionada: Nicaragua Azul: La iniciativa que busca enseñar sobre el tesoro oceanográfico del país
Otra de los problemas que supone afecte la presencia de esta especie en el cuerpo de agua dulce es que «está siendo pescado en las aguas del Caribe y la población que podría llegar a las aguas del Gran Lago de Nicaragua, de manera que no quedan tantos tiburones que puedan subir a través del Río San Juan y llegar hasta el lago», explicó el ambientalista.
Buitrago recordó que el tiburón toro es una especie común de los océanos del mundo y tiene la práctica de adentrarse en ríos, lagos y lagunas, y en sus recorridos por Nicaragua ha sabido de su presencia en Punta Gorda, Río Maíz, Prinzapolka y Río Grande de Matagalpa.
«Los tiburones toros están en varios lados y no solamente en el Gran Lago de Nicaragua, por lo tanto no es correcto referirse a él cómo el tiburón del lago, esta teoría cambió hace mucho tiempo», enfatizó el experto marino.