Los trabajadores del Centro de Asistencia Legal Interamericano de Derechos Humanos (Calidh) están «consternados y temerosos» por su integridad física debido a que, en los últimos días, han incrementado las amenazas y hostigamientos contra ellos por parte de «militantes sandinistas».
El 25 de enero de 2024, la organización denunció que «desde el 20 de enero, el centro ha recibido un aumento de amenazas y hostigamientos por parte de seguidores del régimen (de Nicaragua)». De acuerdo con Calidh, «los ataques aumentaron después de denunciar (las consecuencias de) la reforma del artículo 21 de la Constitución de Nicaragua, que legalizó la desnacionalización, algo que es un crimen de lesa humanidad».
Según el documento compartido en sus redes sociales, los miembros de Calidh han recibido cuantiosas llamadas a sus números privados de personas ubicadas en diferentes países que «se hacen pasar por víctimas, se quedan en silencio u ofenden a los trabajadores».
El presidente de Calidh, Alejandro Manami, dijo a Artículo 66 que «todos los miembros del equipo han sido hostigados por seguidores orteguistas». Según el directivo, tanto personal permanente como trabajadores voluntarios han recibido llamadas a sus teléfonos personales, lo cual genera una gran preocupación dentro del organismo. «Nos da miedo que nos llamen a esos números porque nosotros tenemos contactos específicos para atender a las víctimas, sin embargo, las llamadas llegan al número privado», reitera.
Manami describió que, además de recibir una incesante cantidad de llamadas, si contestan, la persona al otro lado solo pregunta por alguien más o se quedan en silencio. A su vez, aseguró que las llamas están «intervenidas», ya que se perciben sonidos raros de fondo que, al comunicarse por vía telefónica con otros números no están.
«Desconozco si otras organizaciones han recibido amenazas similares, no obstante, a nosotros sí nos impacta de manera profunda», declaró, recalcando que el hostigamiento contra los trabajadores incluye a la totalidad de recursos humanos sin tomar en cuenta si son o no nicaragüenses de origen.
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El dirigente mencionó que no es la primera vez que la organización es acosada. En el pasado, las llamadas de los trabajadores ya fueron intervenidas al igual que sus documentos. Sin embargo, nunca llegó a un extremo de que, según el presidente, «haya paramilitares en las embajadas».
El líder de la organización describió que los funcionarios temen volver a pasar por un proceso migratorio traumático, dado que los trabajadores están en el exilio. De igual manera, los integrantes están esparcidos a través de todo el continente, por lo que cada uno está expuesto a su manera. «En los lugares donde estamos, incluso en Argentina, corremos peligro», reconoció Manami.
A pesar de tener miedo por sus vidas, los trabajadores declararon que seguirán ejerciendo su mandato como centro de asistencia legal. A su vez, tampoco van a ceder en la defensa gratuita de las víctimas y de sus familiares ante el sistema público. Sin embargo, la organización busca «dejar una constancia pública ante cualquier eventualidad extrema que pueda sufrir el equipo».
La apatridia es un crimen de lesa humanidad
El 19 de enero de 2024, distintos medios oficialistas compartieron la aprobación, en segunda legislatura, del artículo 21 de la Constitución política de Nicaragua. Tras su posterior publicación, el Estado tiene la capacidad de desnacionalizar a alguien a quien encuentre culpable de «traicionar a la patria».
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La oficialización de una violación a los derechos humanos que dejó a más de 300 personas como apátridas causó indignación entre los opositores del régimen. Ese día, Calidh comentó que «a nadie se le puede quitar su nacionalidad de origen, ni siquiera a los nacionalizados». Por lo tanto, expresó su rechazo de «este arrebato del régimen».
Al día siguiente, el 20 de enero de 2024, la organización compartió que sus funcionarios recibieron amenazas y hostigamientos de militantes sandinistas después de dicho mensaje. A su vez, mencionaron que, a pesar de haber sufrido de otras interferencias en el pasado, el poco tiempo que transcurrió para que empezaran a recibir llamadas los hizo preocuparse por su seguridad.