El dictador Daniel Ortega continúa «engordando» su selecto club de diplomáticos predilectos, y este viernes designó una quinta embajada a su nueva «súper embajadora», Sandy Anabell Dávila Sandoval, y este mismo día despidió al jefe de la delegación diplomática en El Salvador Danilo Javier Chang Cash.
La diplomática de Ortega, fue nombrada embajadora concurrente, con sede en Japón, ante el Gobierno del Reino de Tailandia, según indica el acuerdo presidencial 02-2024, publicado en la Gaceta Diario Oficial número 05, de este 12 de enero.
Dávila Sandoval, que ha escalado desde ser encargada de protocolo de la Cancillería de Nicaragua hasta convertirse en una súper embajadora con cinco misiones diplomáticas a su cargo, fue promovida primero de ministra consejera a embajadora extraordinaria y plenipotenciaria en Japón en agosto de 2022, mediante el Acuerdo Ministerial 125-2022.
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Un año después, el 11 de agosto de 2023, fue nombrada embajadora concurrente ante el Gobierno de la República Socialista de Vietnam, de conformidad con el Acuerdo Presidencial 142-2023. Tan solo un mes después, en octubre de ese mismo año, el dictador Ortega la nombró como embajadora concurrente ante el Gobierno de Malasia.
Y otro mes después, el 28 de noviembre, como regalo de navidad adelantado, el régimen le otorgó una cuarta embajada a Davila Sandoval, al nombrarla representante del régimen ante el gobierno de Filipinas, mediante el acuerdo presidencial 231-2023.
La quinta sede diplomática para la nueva súper embajadora fue la de Tailandia, designada este 12 de enero.
Despiden a embajador de la dictadura en El Salvador
En tanto en la misma Gaceta, Ortega mandó a publicar su primer Acuerdo Presidencial del año, el 01-2024, mediante el cual deja sin efecto el nombramiento de su representante ante el Gobierno de El Salvador, Danilo Javier Chang Cash, quien duró solo 14 meses en ese cargo.
Ortega decide quedarse sin embajador en El Salvador en pleno proceso electoral de ese país, donde el actual mandatario Nayib Bukele, busca la reelección, para lo cual, al igual que Ortega, tuvo que lanzarse por encima de la Constitución de su país que prohíbe la reelección presidencial.