La vicedictadora de Nicaragua y vocera gubernamental, Rosario Murillo, inició el año 2024 vociferando con odio contra los obispos de la Iglesia católica, a los que llamó «designios diabólicos» e instó a los nicaragüenses a no creer en ellos porque, según dijo la segunda al mando de la dictadura, son humanos y no representan a Dios en la tierra.
En su primer monólogo, del año, que transmite a diario a través de los medios de la propaganda oficialista, Murillo dedicó menos de dos minutos para hablar de amor al prójimo y desear un buen año, pero se pasó más de 4 minutos destilando odio contra la iglesia católica y sus obispos, a quiénes atacó con virulencia, sin mencionarlos pero haciendo claras alusiones a ellos.
Con su acostumbrado cinismo, en el que es capaz de hablar de amor a Dios y sin mayor cambio de tono pasa a hablar de odio a la religión, Murillo deseó salud, en primer lugar «que es lo que todos necesitamos para poder vibrar en sintonía con estos nuevos tiempos, salud vitalidad amor en grande, comprensión de la vida en comunidad, en familia, en hogar, de la vida como pueblo de Dios, con fe y confianza porque somos todos hijos del mismo padre, el Padre Celestial», dijo la vicedictadora, e inmediatamente arremetió contra los representantes de catolicismo en Nicaragua.
Murillo, que sostiene un discurso de odio contra el catolicismo pese a autodefinirse como cristiana, y cuyo gobierno mantiene encarcelados de manera injusta a 14 sacerdotes, aseguró que su régimen procura un abrazo de «mejor vida, en el amor, en concordia, con salud, vida con confianza y esperanza» y aseguró que su corazón se fortalece en fe, para luego afirmar que su fe no se la dicta nadie más que Dios.
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«La fe no se acomoda a las ambiciones personales de algunos o de quienes creen que la fe es la respuesta a su ambición personal, acomodar la vida a sus designios que no son divinos, son terriblemente humanos, y muchísimas veces son designios que hemos conocido como diabólicos, que no se pueden comprender en buena voluntad, que no se pueden comprender cumpliendo la voluntad de Dios», dijo Murillo en un ataque claramente dirigido contra los obispos católicos, aunque más bien pareciera contra ella misma y su marido Daniel Ortega.
Seguidamente, la esposa de Ortega, en una clara acusación contra los religiosos dijo que «la voluntad de Dios, las leyes, los mandamientos de Dios» ordena amarnos los unos a los otros y «no desear el mal a nadie. Cómo podemos creer en personajes que destilan maldad. ¿Cómo podemos creer en personajes cuyos vozarrones hablan de codicia, la envidia, de egoísmo, de maldad. y cómo podemos creer que puedan ser representantes de Dios en la tierra?», se preguntó a sí misma la vicedictadora para enfatizar su indirecta contra los jerarcas católicos.
Acusa a obispos de desear el mal al pueblo
Sin dar tregua a su arremetida verbal contra la jerarquía católica, Murillo dijo que, en las expresiones «de algunos» ve caras conocidas «de destrucción, de demolición y sobre todo de farsa, de engaño, de fraude. Ese no es el rostro de Dios, no es el Santo Rostro de Dios. Son rasgos que más tienen que ver con los vicios y los pecados capitales», dijo.
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Asimismo, señaló a los religiosos de propagar la envidia, el egoísmo, el afán de protagonismo, y «sobre todo el desear el mal al prójimo y a un pueblo entero que cree y que crea, porque cree en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo», expresó la vicedictadora.
Durante los días festivos de Navidad y fin de año, el régimen que presiden Ortega y Murillo, desató una cacería contra sacerdotes católicos. En total, una veintena de clérigos fueron detenidos por agentes de la Policía orteguista, de los cuales 14 aún se mantienen encarcelados, entre ellos el obispo de Siuna, Isidoro Mora, más el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, que ya estaba en la cárcel.