Los dictadores de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, han aprovechado las bondades que ofrece la democracia para asaltar el poder en Nicaragua e instaurar un régimen totalitario y corrupto que además ahora se perfila como una dinastía, advierte el Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM), en su más reciente boletín de análisis político.
El análisis dedicado a «Los nuevos autoritarismos en Centroamérica», que ya había sido presentado en conferencia de prensa y que ahora publican en el Boletín Perspectivas, editado por esa organización, destaca que las dictaduras que se están estableciendo en la región, al inicio se muestran respetuosos de los principios democráticos, pero en la práctica y en la medida en que se acomodan «van revelando que en realidad se trata de los autoritarismos remanentes del siglo XX revestidos con nuevos ropajes y están resurgiendo»
Estas nuevas dictaduras, indica el análisis, tienen como común denominador la persecución penal como instrumento político, las restricciones al derecho de asociación ciudadana y la persecución en contra de las personas defensoras de derechos.
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Estos «patrones autoritarios», señala CETCAM, se repiten en todos los países de la región, sin embargo «los casos más críticos son Nicaragua, El Salvador y Guatemala».
Régimen autoritario y de corrupción en Nicaragua
El CETCAM advierte que el patrón principal de los autoritarismos centroamericanos consiste en la concentración de poder en manos de los Ejecutivos, la aplicación de «políticas clientelistas y populistas», así como el uso de las tecnologías de la comunicación y las redes sociales para reforzar el culto a la personalidad de los dictadores.
El caso más crítico es el de Nicaragua, donde los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo ejecutan una apabullante campaña de culto a su personalidad a todos los niveles, incluso en los colegios de primaria obligan a los niños a darles gracias a los tiranos por la merienda escolar que es donada por organismos internacionales y a los empleados públicos los fuerzan a agradecer a los dictadores por el salario que reciben producto de su trabajo.
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El organismo advierte que las dictaduras han avanzado aceleradamente en el control y subordinación de los demás poderes estatales rompiendo el equilibrio e independencia entre ellos. Y en este aspecto también destaca Nicaragua que es «el más crítico de los casos, considerando que el régimen de los Ortega-Murillo ha impuesto su control total sobre el aparato legislativo, la Corte Suprema de Justicia y las demás instituciones del poder judicial como el Ministerio Público».
Corrupción desbordada
El análisis del CETCAM apunta que la corrupción se ha convertido en un mal endémico en todos los países de la región y, por supuesto, Nicaragua, bajo la administración de los dictadores Ortega y Murillo, sigue siendo uno de los casos más graves.
El informe resalta que, según Transparencia Internacional, en cuanto a corrupción «todos los países de Centroamérica se ubican en posiciones desfavorables y dos de ellos, Nicaragua y Honduras, han retrocedido».
«Nicaragua es un caso crítico considerando que la centralización de poder en las figuras de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha abierto una enorme discrecionalidad en la toma de decisiones, dejando la ley a un lado y procediendo de manera absolutamente arbitraria según su conveniencia o voluntad», señala el documento.
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Y agrega que «los altos niveles de discrecionalidad y corrupción han servido para fortalecer al grupo económico conformado alrededor de la familia Ortega-Murillo quien controla los principales rubros de actividad en el país».
El informe hace hincapié que, la corrupción en Nicaragua «ha alcanzado niveles escandalosos e insospechados, pues muchos funcionarios públicos cometen actos de corrupción alentados por las prácticas que observan en sus superiores y porque no hay instituciones de control y sanción».