Rosario Murillo, ha iniciado su «batalla final» para asaltar el poder absoluto del régimen que ha impuesto en Nicaragua junto a su esposo, el dictador Daniel Ortega, y para ello necesita apartar de su camino a la llamada «vieja guardia», eliminándola en todas las instituciones del Estado. A la primera que sometió fue a la Policía, ahora está barriendo el Poder Judicial y luego le seguirá el Ejército de Nicaragua (EN), de donde también va a barrer a todos los viejos generales más adeptos a Ortega que a ella, y sobre todo, porque algunos de esos viejos militares «tienen criterio y no se le van a cuadrar a Murillo».
El anterior es el análisis y conclusión que hace una fuente con la que Artículo 66 sostuvo una larga conversación. Este informante conoce los entresijos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Fue un alto agente de inteligencia y ha estado en la cumbre de las estructuras del poder y de confianza en el régimen de los Ortega-Murillo, conoce las entrañas de varias instituciones, entre ellas la Corte Suprema de Justicia (CSJ), la Policía Nacional (PN) y el Ejército y conoce los hilos que, desde El Carmen, mueven a los operadores de los dictadores en el Gobierno.
En esta segunda parte de la charla, la fuente revela que Ortega se había aferrado al Poder Judicial y al Ejército como sus dos últimos y más preciados bastiones para mantener un control total en ellos y por ende ahí ha mandado la vieja guardia sandinista, los veteranos guerrilleros, cargados de historias y hazañas a los ojos del sandinismo, los que, por méritos propios no le rinden pleitesía a Murillo.
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Sin embargo, según el informante «la lucha de poder ya reventó» y con ella también se juntan otros factores como el hecho que el dictador estaría «cansado en el ejercicio del poder, los años (edad), las lagunas mentales que sufre más a menudo y cuestiones de salud», lo que, a criterio de la fuente que conoce al dictador muy de cerca, indica que «tiró la toalla», y le está pasando el poder absoluto a su mujer.
Rosario Murillo, que se caracteriza por ser colérica y temperamental, ha desatado una purga despiadada contra veteranos sandinistas en el Poder Judicial, donde ya hizo rodar las cabezas de las magistradas Alba Luz Ramos, una veterana militante del partido sandinista y exguerrillera urbana; y Yadira Centeno, una de las más antiguas operadoras de justicia de Ortega. También, la portavoz del gobierno ha impuesto el terror y la incertidumbre sobre funcionarios de la Corte, a todos los niveles y en todos los departamentos del país.
Nuestro informante es conspirador y tiene nexos que todavía lo respetan en las instituciones por donde Murillo «anda haciendo desastres». Según dice, después de «barrer a los “danielistas” de la Corte Suprema (de Justicia), se lanzará sobre las fuerzas armadas… Eso es irremediable», afirmó con aplomo.
El exagente de inteligencia observa que en esta embestida en el sistema de justicia, la primera dama se muestra todopoderosa y no duda que en la arremetida ella cuente con el respaldo absoluto de Ortega para que purgue a cualquiera que en «el relevo del mando» le pueda resultar incómodo, sin embargo, valora, «cuando se lance sobre el Ejército para ponerlo bajo su control lo hará con mucho cuidado pues ahí hay generales y coroneles que tienen criterio propio y no se dejan manosear» por la vicedictadora.
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Por ello, la esposa de Ortega está tratando de mostrar poder y firmeza en la asunción del poder total. Esto explica la manera en que está llevando a cabo la barrida de los veteranos orteguistas en la Corte y de esa manera demuestra que nadie está por encima de ella.
«La limpia en el Poder Judicial pudieron haberla ejecutado distinto, pudieron haber hecho una carta bonita de renuncia o pudieron convocar a elección de los funcionarios nuevos y que estos ya no se presentaran, porque de hecho ya todos tienen los cargos vencidos. Por el contrario, Murillo se fue con todo. Ella quería mostrar fuerza y mandar mensajes de quién es la que manda», advierte el entrevistado.
Los generales: próximo objetivo en la mira de Murillo
A criterio del informante, los militares ya veían venir ese «desbarajuste» desde hace meses, «lo que pasa es que ahí hay dos grandes grupos: los de la cúpula de los 21 generales, y esos (Murillo) tiene que ver por dónde van. Contra ellos sí puede ser que tenga que ir uno por uno, porque hay muchos ahí, que tienen criterio», advierte.
No obstante, el entrevistado opina que, «irremediablemente», Murillo le va a caer a los generales y los va a apartar de su camino.
«Yo creo que lo va a hacer, (porque) ella, bajo cualquier circunstancia tiene que asegurarse de tener la candidatura y el camino limpio en 2026, ya sea porque Ortega desaparezca físicamente por razones naturales, o por que sencillamente él tenga que cumplirle lo que le prometió que fue hacerla presidenta en 2026. Murillo va a limpiar el camino desde ahora, para eliminar cualquier sombra que le pueda hacer un mínimo de oposición o que no vaya a hacerle caso», aseveró la fuente.
Comprará lealtad de oficiales
Agregó que, una vez que Murillo se haya asegurado el control sobre la alta comandancia de las fuerzas armadas buscará formar un grupo de leales a ella, entre coroneles y tenientes coroneles, que son relativamente jóvenes y muchos de ellos no vienen del antiguo Ejército Sandinista, sobre todo los teniente coroneles.
«Entre los coroneles y los tenientes coroneles, ahí sí, ella puede tener un gran margen de maniobra, pues ofrecerá ventajas, puede hacerles ofrecimientos económicos, atraer a las esposas (con regalos), colegios privado para los hijos, viajes a otros países, casas de repartos caros», señala el interlocutor.
Asimismo analiza que, dentro del Ejército, Murillo va a comenzar a formar la élite de sus leales por un sector que no ha sido tan «apegado y tan cercano» a Ortega, sin embargo, advierte que la vicedictadora «sí lo va a hacer», por tanto, los generales y coroneles más veteranos ya tienen que estar advertidos.
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No obstante, prevé que el sometimiento de los militares, Murillo lo ejecutará de una manera no confrontativa, sino disimulada «pero va por todo, será un proceso que va a tomar más tiempo pues el Ejército no es lo mismo que la Policía que la dominó rápido, con el Ejército va a ser un proceso más largo».
Otra maniobra a la que Murillo podría recurrir, según el analista entrevistado, es que puede provocar la reactivación de algunos altos oficiales retirados con los que ella ha logrado relacionarse bien a lo largo de los años en algunos cargos del Ejecutivo.
Advierte que, a pesar de las «grandes alabanzas» que le dio el general Julio César Avilés el día del Ejército, el pasado 2 de septiembre, cuando dio a entender que «se le está cuadrando (señal de obediencia) a Ortega y a ella, Murillo no va a dejar indemne a los militares.
«Les va a caer. No lo va a hacer como lo está haciendo con el Poder Judicial, ahí tiene que ir poco a poco a diferencia de la Policía que prácticamente ya se le entregó totalmente», prevé.
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El Ejército de Nicaragua, que antes del regreso al poder de Daniel Ortega era considerado una de las instituciones más creíbles del país, ha sido señalado por organizaciones defensoras de derechos humanos como cómplice de los dictadores en la perpetración de crímenes de lesa humanidad, sobre todo durante y después de las manifestaciones populares iniciadas en abril de 2018.
Actualmente cuenta con una Comandancia y Estado Mayor General integrada por unos 21 generales que se dividen entre 18 generales de brigada, dos mayores generales y un general de Ejército, que es el comandante en jefe. Todos son exguerrilleros del FSLN y leales a ciegas a Ortega, pero no todos se cuadran antes Murillo.
El general de Ejército Julio César Avilés, el «Barba Roja» de la guerrilla sandinista de los años 70, junto a sus dos subordinados más cercanos, los mayores generales Bayardo Rodríguez y Marvin Corrales, todos expertos en inteligencia y contrainteligencia, constituyen el tapón que impide el ascenso a los otros generales y por ende, provocan estancamiento entre coroneles y tenientes coroneles, y ahí es donde Murillo estaría dirigiendo sus esfuerzos, con regalos de todo tipo y promesas de ascenso para dárselos y someterlos.
Los últimos exguerrilleros sandinistas dentro del Ejército están en el grupo de los actuales Coroneles. Los tenientes coroneles, son todos de la nueva generación de militares graduados en academias. Está por verse si los uniformados esta vez se dejarán manosear por Rosario Murillo, advierte la fuente.