Los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo habrían desatado esta semana una verdadera cacería contra sus más leales fichas dentro del Poder Judicial en la que caerían, hasta ahora, las «eternas» magistradas de la Corte Suprema (CSJ) Alba Luz Ramos Vanegas, quien además era presidenta de ese poder del Estado, y Yadira Centeno, presidenta de la Sala de lo Contencioso de la máxima instancia jurídica del país.
Las informaciones que han circulado en medios de comunicación y redes sociales señalan que el matrimonio en el poder ordenó iniciar una «sacudida» en el Poder Judicial desde el pasado sábado, 21 de octubre, cuando enviaron a la Policía a caerle a la CSJ para hacer rodar las cabezas de las magistradas Ramos, Centeno junto a todo su personal de confianza.
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Diversas versiones conocidas por los medios de comunicación dan cuenta que el comisionado general retirado y vuelto incorporar ilegalmente a la Policía, Horacio Rocha (Rochón), al frente de un dispositivo policial con expertos en computación, se tomaron las oficinas de informática de la CSJ para asumir el control de esa dependencia.
Simultáneamente se ordenó la inmovilización de cuentas bancarias y la detención para investigación del secretario administrativo de la Corte y ahora exsecretario de Organización del FSLN en esa institución Berman Martínez, y del director de Informática Martín García. Los dos son de confianza de la magistrada Ramos.
La segunda maniobra emprendida por los dictadores habría sido la el pasado martes, 24 de este mes, cuando la tropa policial siempre al mando de Rochón llegó hasta la oficina de la magistrada orteguista Ramos y la sacaron de ahí, escoltada y sin darle tiempo para que sacara ni sus más privados objetos, como las fotos familiares que mantenía en su escritorio.
La información que ha logrado filtrarse de los corrillos judiciales indican que Ramos, una de las consideradas «intocables» en el Gobierno, fue sometida a interrogatorios por Rochón y su gente y luego la pusieron bajo custodia en su casa, mientras su oficina era puesta «patas arriba» y ahora permanece cerrada y bajo vigilancia.
Alba Luz Ramos fue guerrillera urbana del FSLN desde inicios de los años 70. Se incorporó al Poder Judicial en los años 80 y en 1988 fue nombrada magistrada , es decir, lleva 35 años ocupando una silla en el máximo tribunal y como presidenta de ese poder del Estado lleva 13 años.
La supuesta causa de la caída de Ramos sería por actos de corrupción no autorizados por los dictadores, lo que le sirvió de suficiente justificación a la vicedictadora Rosario Murillo para «sacudírsela» del Gobierno, pues Ramos no es de las fichas llamadas «chayistas» sino «orteguista».
Otra «intocable» que cae bajo las garras de Murillo
El medio de comunicación 100% Noticias, a través de sus fuentes, logró conocer que cayó otra considerada de las «intocables» del Poder Judicial, se trata de la magistrada Yadira Centeno, quien corrió la misma suerte de su colega Ramos.
El medio de comunicación Confidencial logró establecer a través de sus fuentes que efectivamente, la magistrada Centeno fue «desalojada» de su despacho en la CSJ en medio de un despliegue policial similar al que le aplicaron a Ramos.
Rochón llegó con su tropa, entró a las instalaciones judiciales exhibiendo poder y fueron hasta la oficina de Centeno para obligarla a salir sin que pudiera sacar sus pertenencias.
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Ramos también está siendo acusada de cometer actos de corrupción y tráfico de influencias. Y no es que nunca lo haya hecho, según han opinado algunas fuentes, sino que Murillo estaría aprovechando denuncias al respecto para echarlas de la CSJ donde busca tener el control total.
Junto a Centeno habría caído también su hija, Carla Lucía Flores Centeno, quien fue detenida por la Policía del régimen, según fuentes de la CSJ contactadas por Confidencial.
De esa manera habrían caído dos de las más veteranas magistradas orteguistas, consideradas «intocables» pero cayeron bajo la arremetida de Rosario Murillo que busca deshacerse de todos los funcionarios que le han sido fieles a ciegas al dictador Ortega pero no a ella.