Tras las declaraciones del presidente costarricense Rodrigo Chaves, en las que afirmó que a su país le «está costando entre 200 y 300 millones de dólares» la presencia de migrantes; el Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam) reveló que los migrantes no representan un costo excesivo, sino que, en realidad, su presencia resulta beneficiosa para Costa Rica.
En su boletín Perspectivas 173, la organización detalla que el gasto en que incurre el Estado de Costa Rica para proveer servicios a los migrantes asciende a 201,396 colones per cápita, un monto significativamente menor al gasto de la población costarricense, estimado en 809,822 colones.
«El promedio de los gastos destinados a los migrantes es similar al que recibe la población costarricense. Hay rubros del gasto público que no tienen nada que ver con los migrantes y de todas maneras tendrían que ser cubiertos por el Estado; por ejemplo, el costo de la deuda, los gastos en medio ambiente, agricultura o seguridad», subraya.
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En ese sentido, el Cetcam explica que en el caso de los nicaragüense, el mayor impacto de la mano de obra en el mercado laboral de Costa Rica «se encuentra en la agricultura, la construcción, el trabajo doméstico y el comercio, representando más del 16% y convirtiéndolos en factor fundamental para la estabilidad de estos sectores, especialmente cuando se considera que la agricultura representó la cuarta parte de las exportaciones del país en 2021, mientras que este sector en conjunto con la construcción aportaron casi un 9% del PIB».
Destaca que la tasa ocupacional de los nicaragüenses fue de un 67 % en el 2018, un dato superior a la de los costarricenses con 54.7 %. «Este resultado se relaciona con varios factores, entre ellos: la concentración de migrantes en sectores de la economía con una alta demanda de fuerza de trabajo, el mayor porcentaje de migrantes en edad productiva y las urgencias económicas de sus familias que los lleva a aceptar cualquier empleo».
Asimismo, apunta que estas cifras reflejan que a menudo los migrantes nicaragüenses desempeñan trabajos que la población costarricense no desea ocupar y, además, respaldan la percepción de que «los nicaragüenses son muy trabajadores».
La organización en su boletín también señala que «los migrantes aportan al valor agregado nacional un porcentaje superior al peso que tienen en la población general. En el 2009 ese aporte representó el 11.1% versus 9.1%, según la OCDE; aporte a costa de una mayor proporción de trabajadores empleados y más horas trabajadas en comparación con los costarricenses. Con todo, la contribución podría ser mayor, pero está limitada porque generalmente ocupan puestos de baja productividad y remuneración».
Además, resalta que los migrantes nicaragüenses realizan otras contribuciones difíciles de valorar en términos económicos. «Estos son, la cultura, gastronomía, festividades religiosas, actividades deportivas, prácticas de organización comunitaria, entre otras».
«La migración constante ha dado lugar a numerosas familias binacionales, el intercambio de valores, actitudes y prácticas que enriquecen a ambas sociedades, pues los nicaragüenses asumen a su vez prácticas culturales costarricenses», agrega.
De acuerdo con la Unidad de Refugio de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), desde 2018 hasta junio de 2023, alrededor de 214 609 nicaragüenses han solicitado refugio en Costa Rica, pero la institución solamente ha dado respuesta a cerca de 12 000 de ellas: 7537 nicaragüenses consiguieron ese estatus, es decir el 3.5%, y a 4438 les fue denegado, lo que equivale a un 2%.
La crisis social, política, económica y de derechos humanos que persiste en Nicaragua es la causa principal por la que los ciudadanos buscan refugio en otro país, como Costa Rica.