Finalmente sí habrá procesiones de «bajada» y «subida» del santo patrono de Managua, Santo Domingo de Guzmán, este martes, primero de agosto, en un contexto de represión generalizada contra la Iglesia católica de parte de la dictadura Ortega-Murillo, lo que ha generado apoyo de parte de unos y rechazo de parte de otros, que consideran que Santo Domingo debió quedarse en su iglesia como forma de repudio a la dictadura por tener en la cárcel a uno de sus obispos y otros sacerdotes.
Este domingo, 30 de julio, en la Iglesia de Las Sierritas de Managua, hogar de «Minguito», se celebró la elección de la India Bonita y de la reina de las fiestas patronales, actividad en la que participaron la alcaldesa de la dictadura en la capital, Reina Ruedas, y su vicealcalde, Enrique Armas, pero la actividad estuvo totalmente despejada de símbolos del régimen y banderas o colores alusivos a la dictadura.
Artículo 66 consultó con un sacerdote en el exilio, que aceptó hablar sobre el tema de las fiestas patronales de Managua a condición de mantenerlo en anonimato por razones de seguridad a su familia, y lo primero que criticó, y con vehemencia, es«por qué a unas parroquias la dictadura les está permitiendo celebrar a sus patronos y otras no? ¿Qué está pasando ahí?»
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Según el religioso exiliado, es probable que haya habido una negociación con el régimen para que permitiera las procesiones pero eso es «repudiable».
El católico exiliado considera que, bajo esas circunstancias, los administradores de la parroquia de Santo Domingo no debieron sacarlo en procesión como señal de solidaridad con todas las otras parroquias del país a las que la dictadura no les permitió procesiones.

Además, como una forma de rechazar las acciones de represión que ha ejercido el régimen contra la institución religiosa. «A mí me da mucha pena si se negoció algo», dijo el religioso.
«Acusan a los obispos de lavado de dinero, han bloqueado las cuentas bancarias de la Iglesia, han cerrado escuelas, universidades y hasta el seguro de los sacerdotes han bloqueado, y ahora la Iglesia se está prestando al juego del régimen», dijo el sacerdote exiliado.
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Asimismo, sostuvo que, si se negoció algo, «lo primero que se tenía que lograr es que liberen a monseñor Rolando Álvarez y a los sacerdotes presos y que devuelvan lo que se le han robado a la iglesia», criticó.
Por su parte, la abogada e investigadora Martha Paticia Molina, que se ha especializado en temas religiosos, dijo a Artículo 66 que, lograr la salida de las procesiones de Santo Domingo, es «un triunfo» de la Iglesia. Además, aplaudió que las actividades dedicadas al patrono de Managua se estén realizando «sin la contaminación partidista de la dictadura».
Y puso como ejemplo la elección de la reina e india bonita de las celebraciones. «Santo Domingo logró sentar donde él quiso a los emisarios del régimen (Reyna Rueda y Enrique Armas)».
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También destacó que no hubo «ni una sola bandera roja y negra de la muerte. No se le entregó la tajona a la alcaldesa, aunque ella se auto proclamó mayordoma. En ningún momento la Alcaldía pudo robarse el escenario ni la actividad», dijo la investigadora.
No obstante los aplausos de Molina, el sacerdote exiliado dijo que la iglesia le está ayudando a la dictadura a dar una fachada de normalidad. Y más aún porque las máximas autoridades eclesiales siguen guardando silencio ante tantos atropellos de parte del régimen.
Recordó que en los años 80, en la primera dictadura sandinista, durante una visita de la madre Teresa de Calcuta, la iglesia católica organizó unas procesiones que el régimen sandinista quiso prohibir. Cuando un emisario del gobierno le dijo al arzobispo de Managua, Miguel Obando que si salían en procesión, irían presos todos, Obando se le acercó al emisario y le dijo: «Entonces alisten todas las cárceles, van a meter presa a toda Nicaragua porque va a haber procesión», recordó el religioso.