Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua en el exilio, llamó a la feligresía a no desanimarse, a pesar de la represión que vive la institución religiosa por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Citando el texto bíblico de San Mateo 10:22, el religioso, uno de los más críticos a la dictadura de Nicaragua, recordó el mensaje de Jesucristo a sus discípulos: «todos los odiarán por mi causa, quien persevere hasta el final se salvará».
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En referencia a la persecución religiosa y a las acusaciones de lavado de dinero que la justicia orteguista ha hecho en contra de la Iglesia católica, el obispo manifestó, a través de su cuenta de Twitter, que «los injustos y corruptos odian a una Iglesia que denuncia sus crímenes e ilumina la conciencia del pueblo».
«No hay que desanimarse. Perseveremos con la fuerza del Señor», exhortó el prelado, uno de los sacerdotes a quien la dictadura de Ortega ha arremetido, obligándolo al exilio y despojándolo de su nacionalidad.
Después del intento de diálogo entre la oposición y el régimen orteguista, en 2018, la Iglesia ha sido blanco del dictador de Nicaragua, quien ha ofendido, perseguido, encarcelado, desterrado y expulsado a sus sacerdotes.
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La última acción que hizo la administración Ortega y Murillo fue imputarle a la Iglesia católica el supuesto delito de lavado de dinero, congelando las cuentas bancarias de todas las diócesis del país y de algunos sacerdotes y laicos.
Hasta la fecha las investigaciones de las autoridades judiciales no presentan ningún avance, sin embargo la represión contra los religiosos continúa. En estos últimos días se conoció que dos sacerdotes salieron del país.
El primero fue el padre Douglas Ramón Guevara Ávila, que dirigía la parroquia Inmaculada Concepción de María, de la Diócesis del departamento del León.
El otro religioso es el español Jesús María Palma, de la parroquia San Isidro Labrador, en Jinotega. Los feligreses señalan que aunque conocen que la mamá del religiosos estaba enferma, salió del país sin previó aviso. Actualmente, se encuentran 80 religiosos en el exilio.