Este jueves, 13 de julio, se cumplen cinco años de que los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo no entraron —en 2018— al barrio indígena de Monimbó para realizar su actividad partidaria del «Repliegue táctico a Masaya».
Esa fecha cobra relevancia porque ese día la dictadura también ordenó atacar a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-Managua).
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Ese día sería la primera vez en la historia de Nicaragua que el régimen orteguista realizaría la celebración en la estación policial de esa ciudad, acuerpados por decenas de policías, paramilitares y una reducida portátil de simpatizantes que vitoreaban a la pareja presidencial.
Ortega y Murillo fueron recibidos por el comisionado y subdirector de la Policía, Ramón Avellán. Los mandatarios no se atrevieron a entrar a la Plaza de Monimbó, en Masaya; una de las localidades donde sus ciudadanos sufrieron más la represión, en el contexto de la crisis sociopolítica.
El reloj marcaba la 1:30 de la tarde de esa histórica fecha de la nueva insurrección de Monimbó, que le decía no a los festejos del sandinismo. Todo estaba listo para que los dictadores se conformaran con hacer su mitín en el cuartel policial que pasó más de tres meses cerrado tras el estallido de abril.
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El discurso el dictador nicaragüense duró menos de 15 minutos para que, tras su salida, la Policía y hombres armados con fusiles de guerra atacaran la comunidad indígena de Monimbó, que era defendida por autoconvocados que portaban lanza morteros, piedras y bombas de contacto. El ataque duró más de 12 horas y dejó a varios heridos.
«Triunfo para los masayas»
El exreo y desterrado político Yubrank Suazo dijo a Artículo 66 que el repudio de la ciudad de Masaya a la dictadura es «un ejemplo de un basta definitivo a Daniel Ortega».
«Ya son cinco años de que el dictador y asesino Daniel Ortega no ha ingresado a nuestra ciudad. Bien lo gritamos desde la placita de Monimbó de que no volvía a haber Repliegue táctico (…) y esas palabras se hicieron proféticas porque toda la ciudad le ha dado la espalda», dijo.
Manifestó, además, que pese a que Masaya es una de las ciudades más atacadas por la dictadura sandinista, ha sido «una referencia de la lucha azul y blanco, siendo un bastión de dignidad y coraje».
Por su parte, el también excarcelado político Cristhian Fajardo manifestó que tras cinco años de que Daniel Ortega no celebra el Repliegue a Masaya, es un triunfo para los nicaragüenses.
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«Realmente Ortega podría entrar, manda a todo el Ejército, militariza Masaya, pero se va a encontrar con las puertas cerradas y creo que el costo político será peor al ver calles desoladas y ese costo de repudio no están dispuesto a correrlo», expresó.
Una fuente, en anonimato, y que fue testigo de ese 13 de julio en Masaya, refirió que «fue duro lo que vivió Monimbó, porque no esperábamos tanto odio por parte de la dictadura orteguista, sin embargo logramos dar la batalla y seguir resistiendo».
La última vez que el dictador Daniel Ortega llegó a las afueras de Masaya, fue el seis de julio del 2019, a un campo de futbol, frente a los tanques de Mebasa.