Una fuente religiosa que sigue en sigilo y prudencia el caso de monseñor Rolando Álvarez ve como «una derrota monumental» los esfuerzos del dictador Daniel Ortega por librarse del escarnio mundial por condenar al Obispo.
Lejos de «mostrarse fuerte y victoriosa» como suele declararse la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, después de cometer toda clase de barbarie contra sus opositores, la permanencia en la cárcel de monseñor Rolando Álvarez, es considerada por un sacerdote nicaragüense como «una derrota moral de los tiranos».
Nicaragua y el mundo vieron paso a paso cómo las negociaciones entre la dictadura que azota al país centroamericano y delegados del Vaticano se fueron por la cañería ante la firmeza del obispo condenado.
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Después de 48 horas de información, rumores y especulaciones, los dictadores de Nicaragua regresaron a una celda de castigo del Sistema Penitenciario al obispo Álvarez, furiosos porque el líder religioso, rechazó salir al exilio, en el marco de unas conversaciones de alto nivel diplomático entre El Vaticano y el régimen sandinista.
Molestos por filtraciones
«Me dicen que los dictadores estaban furiosos porque todo se estaba filtrando. Ellos querían sacar en silencio al obispo y dar luego un discurso vencedor, pero estallaron en furia al enterarse que monseñor Álvarez les dijo que no se iría del país», reveló.
El informante de sotana señaló que Álvarez, no sólo condicionó su salida a no aceptar el exilio, sino que demandó la libertad de los otros sacerdotes y de todos los presos políticos, la liberación de las cuentas congeladas de las diócesis, la devolución de los bienes confiscados a la iglesia y una petición de perdón de Ortega al pueblo católico.
«Los delegados estaban sumamente nerviosos y le pidieron a monseñor que solo aceptara salir y que ellos en un diálogo con Ortega, le llevarían en otro momento esas solicitudes», dijo la fuente.
«El obispo es un hombre consecuente con los principios de sacrificio y entrega de la Iglesia, pero es además un miembro obediente. Si el Papa hubiera pedido su traslado a Roma, como lo hizo con monseñor Silvio Báez, el obispo Álvarez ya estuviera volando», dijo la fuente.
Ortega: «ya no es nicaragüense»
Según las informaciones extraoficiales, el Vaticano envió un representante de alto nivel con la única misión de negociar la salida del obispo y garantizar su exilio a un tercer país de su elección, donde recibiría el apoyo de la iglesia Católica.
Ortega, luego de la presión internacional y el consejo asesor del presidente de Brasil, habría aceptado las negociaciones y permitió que Álvarez saliera de prisión para concertar su salida con miembros de la iglesia con la única condición de aceptar el exilio.
Los argumentos de la dictadura eran que el obispo «no puede permanecer en Nicaragua porque ya no es ciudadano, ya no es nicaragüense por ley».
Monseñor Álvarez fue despojado de su ciudadanía por jueces del régimen de Daniel Ortega, sus bienes fueron confiscados y fue condenado en juicio rápido a 26 años de prisión por el supuesto crimen de «traición a la patria».
El obispo se mantuvo firme: no se irá del país
La respuesta de la dictadura, según las fuentes, fue furiosa: devolverlo a las celdas de máxima seguridad y ordenar la salida del delegado del Vaticano que vino a negociar.
«La última esperanza era que el Papa ordenara directamente al obispo su retorno a Roma, pero parece que esa solicitud lleva su tiempo en la burocracia de la iglesia», dijo la fuente.
«Ortega se ató la soga al cuello al encarcelar al obispo y ahora no halla cómo quitársela», ilustró la fuente. El cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, según las fuentes, habría sido informado paso a paso de las gestiones y las trabas, pero en declaraciones a la prensa comentó que la liberación de Álvarez era especulación.
Por: Voces Unidas.