La historia de Nicaragua ha estado marcada por la migración de sus nacionales. El causante de las dos oleadas registradas en el país centroamericano ha sido Daniel Ortega. En la década de 1980, miles de nicaragüenses abandonaron su terruño ante la instalación de una dictadura «revolucionaria».
En este nuevo siglo la migración de nicaragüenses se visibilizó a mayor escala a partir de 2018, tras la crisis sociopolítica de abril de ese año, cuando el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo recrudecieron las políticas dictatoriales en la población.
En los últimos tres años, los reportes de solicitud de asilo o refugio aumentaron significativamente en Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, España y Canadá. Organizaciones que trabajan esta temática estiman que alrededor del 20 % del total de la población nicaragüense ha migrado, y que la tendencia bajará en 2023.
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Se estima que el 38 % de familias nicaragüenses ha sufrido la división de su núcleo por el exilio o la migración por pobreza en Nicaragua entre 2018 y 2023, según datos de organizaciones de migrantes.
«Difícil y doloroso»
La migración es un fenómeno antiguo, dice la socióloga María Teresa Blandón, exiliada política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Añade que las sociedades siempre han migrado, pero que el problema en la actualidad es que los países receptores han aprobado leyes restrictivas, que hacen que la migración se convierta en una travesía llena de peligros.

«… en una estancia llena de adversidades, y eso es precisamente lo que está pasando en torno a la migración de centroamericanos a países como Estados Unidos, ahora México se ha convertido en una especie de cárcel para los migrantes irregulares. Han pasado cosas terribles, gente que es extorsionada en el camino por oficiales de policía, el Ejército o que son víctimas de las redes del narcotráfico, o que son tratados como delincuentes a como pasó con los migrantes centroamericanos que murieron en el incendio», manifestó.
Explica que el proceso de migrar es muy difícil y doloroso. Refiere que la gente migra por múltiples razones, entre ellas porque tiene necesidades económicas, porque en sus países no tienen oportunidades o porque están siendo perseguidos por regímenes autoritarios o dictatoriales como es el caso de Nicaragua.
«Incluso hay mujeres que migran huyendo de la violencia machista de la que son víctimas. El tema es que se han ido cerrando fronteras y se han puesto múltiples obstáculos a las personas que migran», advirtió.
Separaciones dolorosas
Blandón señala que existen diversos «arreglos» a lo interno de las familias cuando se decide quién migra. En algunos casos migran los más jóvenes; a veces primero los hombres y después las mujeres; en otros casos los padres y dejan a los hijos e hijas con familiares.

«Hay casos en que migra toda la familia: madre, padre y los niños. Eso hace más difícil y angustioso el proceso. En cualquier caso se trata de separaciones dolorosas y se trata de cambios drásticos en la dinámica familiar, porque los niños si se quedan en el país de origen viven con tías, tíos, abuelos, abuelas y muchas veces con las condiciones apropiadas y reciben atención y cariño, pero otras veces no y pueden estar expuestos a distintas formas de violencia, cosa que efectivamente puede ocurrir», reseña.
Dicha situación, según la socióloga, también puede ocurrir en el propio país de destino, donde las familias tienen que enfrentarse a situaciones de mucha precariedad. Cuando las madres viajan solas con los niños, ellas tienen que trabajar y muchas veces no tienen una red de apoyo para que alguien vea a los menores y tienen que enfrentar situaciones muy difíciles.
«Estas leyes restrictivas y la falta de políticas de apoyo a la población que migra en condición irregular hace que su situación sea muy complicada, pero eso es ante la necesidad de buscar las oportunidades que no encuentran en su país», afirma.
«En medio de tanta dificultad son ellos, las y los migrantes, los que están sosteniendo a la mayoría de los hogares pobres en Nicaragua. Más de 600 mil familias nicaragüenses están resolviendo sus necesidades básicas gracias a los hombres y mujeres que migran, es decir, el Estado no está haciendo absolutamente nada ni para apoyar a la población que es migrante ni para apoyar a las familias pobres que se quedan en el país de origen», destaca.
Nicaragua recibió 3 mil 224,9 millones de dólares en remesas en 2022, un 50,2 % más que lo percibido en 2021. De ese total 2 mil 469,7 millones de dólares provinieron desde los Estados Unidos, el principal destino de los exiliados y migrantes nicaragüenses. Estos más de 3 mil millones de dólares representan el 23 % del Producto Interno Bruto (PIB).
La economía nicaragüense se ha recuperado en los dos últimos años, debido principalmente a un aumento en el valor de las exportaciones y a un nuevo récord en la recepción de remesas de emigrantes, de acuerdo con el BCN.
Fuerza laboral en países de acogida
Las personas migrantes no son una «carga económica» para los países de acogida, pues su fuerza laboral, su aporte en emprendimientos, consumidores, ahorradores e inversionistas los convierte en agentes de desarrollo, destaca la oficina regional para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

Desde 2018 unos 500 mil nicaragüenses han salido del país, la mayoría de ellos lo hicieron en 2022, tras la reelección de Ortega y Murillo en la Presidencia y el recrudecimiento de la represión estatal. La población migrante incluso ha debilitado la base social del mismo partido de gobierno, razón por la cual, ahora han aumentado control migratorio sobre sus cuadros intermedios y sus familias.
Los más de 190 mil solicitantes de refugio y refugiados nicaragüenses en Costa Rica representan casi el 3 % de la población de Nicaragua de casi 7 millones y casi el 4 por ciento de la población de Costa Rica de 5.2 millones. Esos números no incluyen la cantidad considerable de nicaragüenses que viven en Costa Rica con otro estatus legal o que no están autorizados.