A pocos días de celebrarse las festividades religiosas de Semana Santa, el padre Edwing Román, crítico del régimen de Ortega, lamentó que Nicaragua sea el único país donde no se realizarán procesiones.
«La Semana Santa se caracteriza también por las procesiones que llenan las calles de nuestras ciudades, pero en Nicaragua, la dictadura Ortega y Murillo las ha prohibido», señaló el expárroco de la iglesia San Miguel Arcángel, de Masaya.
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En referencia a la represión en contra de los sacerdotes católicos, el religioso recordó que la justicia nicaragüense mantiene en la cárcel a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, a monseñor Leonardo Urbina y al sacerdote Manuel García, los primeros dos religiosos en ser encarcelados.
Además señaló que la dictadura orteguista ha desterrado de Nicaragua a 19 sacerdotes, incluyendo a monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua.
En entrevista con Artículo 66, el padre Román dijo que el régimen de Ortega ha arreciado su «campaña represiva» contra la Iglesia católica de Nicaragua», sin embargo asegura que «eso no será para siempre, sabemos que el régimen de Ortega pasará a la historia negra de Nicaragua».
«Prácticamente, la dictadura no quiere ver gente en la calle, pero las procesiones son parte de nuestra fe católica», agregó el religioso exiliado en Estados Unidos.
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Afirmó, también, que cree en Dios que la situación en el país se va a mejorar y todo seguirá su curso, «sobre todo con una experiencia difícil que hemos vivido y que servirá para luchar por una mejor sociedad».
«Ojalá que el pueblo no se equivoque y que Dios nos libre de otras dictaduras que quieran venir en el futuro, porque ya no queremos sufrir más», refirió.
Además animó a los feligreses a visitar los templos católicos en esta Semana Santa. «No tengamos ningún temor porque la palabra de Dios dice que no tengamos miedo, así que el pueblo nicaragüense debe asistir a los templos, aunque sea bajo restricciones».
Desde el 2022 y los primeros cuatro meses de 2023 el régimen de Nicaragua ha prohibido toda manifestación religiosa en las calles, inclusive, ha impedido en varias ocasiones que feligreses ingresen a los templos.