El mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega, reiteró su rechazo a un posible diálogo con Estados Unidos, asegurando que una comunicación entre las partes sería una «sentencia de muerte».
Así lo manifestó durante su intervención en el acto de clausura del homenaje al expresidente de Venezuela fallecido Hugo Chávez, el cual se desarrolló en Caracas este domingo, cinco de marzo, donde Ortega llegó de manera sorpresiva, aparentemente sin su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
«Nosotros hemos aprendido, a lo largo de la historia, que los diálogos con el imperio son una sentencia de muerte. Aceptar diálogos con el imperio es como comprar confites en el infierno», sostuvo el dictador, citando el asesinato del líder guerrillero Augusto C. Sandino, inspiración del partido sandinista FSLN.
«En estos momentos proponen diálogo los mayores asesinos de la historia, por todos lados proponen diálogo y van con el puñal para tratar de destruir, asesinar, porque para ellos la hegemonía del imperio yanqui, la esencia de esa hegemonía, que es el capitalismo y la opresión de los pueblos, es algo que innegociable», añadió.
El mensaje lo envía semanas después de haber sacado de las cárceles a 222 presos políticos, de forma repentina. A pesar que el régimen de Ortega acusó a los excarcelados de ser supuestos «traidores de la patria», los desterró hacia Estados Unidos y los despojó de su nacionalidad, el acto de «liberarlos» fue interpretado como una muestra de su «desesperación» en dialogar con el país norteamericano, lo cual ha sido negado por Ortega, en reiteradas ocasiones, ante sus seguidores.
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En esta ocasión, el dictador nicaragüense refirió que, durante la lucha de Sandino, al gobierno estadounidense «no le quedó más alternativa que buscar las trampas, las traiciones, el diálogo para la paz», lo que conllevó a la captura y asesinato del guerrillero.
«Por eso es que muchos pueblos, como el caso de Nicaragua, no nos quedó más alternativa que las armas y, entonces, una revolución muy costosa indiscutiblemente, logramos derrocar al último marino de los yanquis (Anastasio Somoza Debayle)», dijo.
The New YorkTimes reveló que, «poco después de la invasión rusa a Ucrania, el hijo más destacado del presidente autocrático de Nicaragua, Daniel Ortega, se acercó silenciosamente a Washington para reiniciar el diálogo, según funcionarios y diplomáticos familiarizados con el acercamiento».
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Laureano Ortega tenía como objetivo asegurar el alivio de las sanciones para la familia Ortega y su círculo íntimo a cambio de la liberación de los presos políticos, una prioridad para la administración de Joe Biden.
El 10 de febrero, un día después de la excarcelación de 222 presos políticos, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reveló que conversó con su homólogo de Nicaragua, Denis Moncada, «sobre la importancia de un diálogo constructivo para construir un futuro mejor para el pueblo nicaragüense».
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Ortega aún tiene en las cárceles a 37 presos políticos, incluido al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, enviado a prisión tras negarse al destierro y que, según analistas políticos, hizo fracasar el plan de Ortega.