Karla Patricia Vega Canales, originaria del municipio de El Rosario, en el departamento de Carazo, es una de las 222 personas exreas políticas a quienes el régimen de Nicaragua liberó y desterró hacia Estados Unidos, el nueve de febrero de este año.
Fueron tres meses que la opositora estuvo cautiva en una de las celdas de la estación policial de Jinotepe. El juez orteguista José del Carmen Cortez Domínguez, del Juzgado Primero Distrito Penal de Juicio de Carazo, la declaró culpable por los supuestos delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas. La Fiscalía solicitó ocho años de prisión.
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En una breve entrevista con Articulo 66, Vega dijo que tras su liberación, salió con problemas psicológicos y psiquiátricos debido a las torturas psicológicas que sufrió a manos de la Policía al servicio del régimen de Nicaragua. «Actualmente estoy con tratamiento. Ha sido muy difícil porque camino como dopada», relató.
Agregó que fueron tres meses «duros», pero asegura darle gracias Dios y a la Virgen porque salió viva de la cárcel. «Estuve en una de las celdas del departamento de Carazo, pero me trataban cruelmente», denunció.
Otros de los sufrimientos de la ahora desterrada política fue el temor de que su hija fuera víctima de la dictadura de Nicaragua. «También sufrí por mi madre, porque no sabía cómo se encontraba de salud».
Víctima de abusos de autoridad
En cuanto al maltrato que sufrió en la cárcel, Karla Vega detalló que a diario sufría ofensas por parte de la Policía de Ortega y reas comunes que se encargaron de hacerle la vida imposible.
«Lo que más me dolía era cuando me acusaban de tener celular en la celda, me desnudaban, y vos ya te podés imaginar otras cosas que me hacían», describió la opositora de 43 años.
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Además refiere que se le negó el derecho a salir al patio de la cárcel para recibir sol, lo que ocasionó que perdiera gradualmente su visión; «tampoco tenía derecho a visitas. «Solo dos veces me pudieron visitar mis familiares, después de rogarles».
Vega fue detenida el pasado cinco de noviembre en la víspera de las votaciones municipales. Oficiales de la Policía la sacaran por la fuerza de su casa sin orden judicial.
Ahora, fuera de Nicaragua, la exsecuestrada política afirma que luchará por recuperarse de todo el trauma emocional que le causó estar encerrada injustamente, solo por ser opositora a la dictadura de Ortega y Murillo.