Los principales productos de consumo alimenticio en los hogares nicaragüenses han subido drásticamente de precios, haciendo que cada vez sean menos accesibles para el bolsillo de aquellas familias con pocos recursos económicos. Los precios han superado los salarios.
La canasta básica ya supera los 18 mil córdobas y el ingreso familiar promedio apenas llega a los 10 mil córdobas en familias donde por falta de empleos y solo un miembro trabaja. Eso hace imposible que familias de la ciudad de Somoto, Madriz, puedan garantizar la alimentación diaria en sus hogares.
Por ejemplo, una libra de frijoles cuesta 35 córdobas, en las pulperías o puestos de ventas de granos, mientras que la libra de arroz anda por los 22 a 26 córdobas y un litro de aceite para cocinar se compra en 130 córdobas, la libra de crema 30 y la libra de queso 90 córdobas.
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“En el mes de octubre la libra de frijoles valía entre 18 y 20 córdobas, el arroz lo encontrábamos en 16 y 18 córdobas, el litro de aceite 70 y 90 y la crema costaba 25 córdobas. El queso lo ofrecían en 65 y 70 córdobas”, manifestó doña Esmeralda del Socorro Ramírez Ponce, de 54 años, dedicada a palmear tortillas para vender.
“Los hijos son los que sufren”
Ella habita en el sector 18 (a como se les conoce a los barrios somoteños) de la parte Este de la ciudad. Dice que apenas logra reunir unos 2,800 córdobas al mes de ingresos con la venta diaria de tortillas, mientras que su marido José Alfredo Padilla Martínez, de 57 años, quien es empleado de una de las instituciones del Estado, percibe al mes un salario de 8 mil 457 córdobas, y con eso, tienen ambos que ajustar para garantizar la alimentación diaria de sus cuatro hijos, pagar los servicios de agua y luz y asumir otros gastos.
“Hace un mes atrás un paquete de espaguetis costaba unos 12 córdobas y ahora lo compro en 18 y hasta 22 pesos. Todo ha subido de precio y con lo poco que gano y lo de mi esposo, ya no ajustamos para garantizar que en el hogar no falte nada”, se quejó doña Esmeralda del Socorro. “Los que más sufren son los hijos, por tantas carencias”, le agrega su compañero de vida que comparte que sus hijos tienen 18, 15, 11 y 7 años de edad. “Todos asisten a la escuela y apenas van comidos”, señalan.
“La verdad que todo está muy caro y con el salario que gano no ajustamos para cubrir nuestras necesidades”, dice Padilla Martínez que cree que el problema es la guerra de Rusia contra Ucrania. “Eso ha puesto todo caro, es el problema”, dice.
Más sufrimiento
Por su parte, doña Clara Elizabeth Artola Vásquez, de 49 años, habitante del sector 11 de la parte Suroeste de la ciudad de Somoto, expresó que en su hogar habitan seis personas y que la pasan muy mal. “Mi esposo está muy enfermo de diabetes y no trabaja, mi hijo que tiene una triciclo (una bicicleta adaptada para transportar personas y carga menos pesadas) y su mujer trabaja de despachadora en una tienda, más dos hijos menores de estos, y apenas entre todos logramos hacer (ingresos) de dinero unos 7 mil córdobas al mes”, dijo.
Artola Vásquez asegura que con ese poco dinero, tienen que comprar a diario los productos necesarios para la alimentación de todos en su humilde hogar construido de tablas, techo de madera y tejas de barro y piso de tierra.
“Desde hace rato dejamos de comprar zapatos y ropa, porque no ajustamos, y lo que más se gasta es en la comida y la medicina que todo está caro, además del pago de los recibos de agua y luz que nos llegan muy puntuales y siempre altos. Es una barbaridad. Apenas nos queda para la medicina de mi esposo que le fue amputada una pierna”, se lamenta.
Mientras que, en el sector de La Chureca, un barrio pobre ubicado en la parte Este de la ciudad de Somoto, don Luis Alfredo Pérez Largaespada, de 61 años, dedicado a la albañilería, manifestó que cada día se hace más difícil la vida. “Todo se ha encarecido y va a seguir subiendo en lo que resta del año y el que viene va a ser peor. No sé cómo vamos a ajustar para la comida diaria, ya hemos pasado de la ropa y zapatos nuevos, a la usada para ver si aguanta la economía”, señaló.
A don Luis Alfredo le preocupan sus tres hijos menores (8, 12 y 15 años). “Los otros dos grandes trabajan, pero ganan muy poco, y lo que yo gano en la construcción es poco y a veces paso hasta tres y seis meses sin conseguir chamba (trabajo) y aquí hay que garantizar por lo menos unos 15 a 17 mil córdobas al mes para asumir todos los gastos, aunque después no me quede nada en la bolsa. Diario gasto unos 300 córdobas solo en la comida”, admitió.
Por: Voces Unidas