Josefina Gurdián, madre de Ana Margarita Vijil y abuela de Tamara Dávila, envió un mensaje a través de sus redes sociales a las presas políticas que fueron presentadas por el régimen el pasado 31 de agosto para comparecer en los juzgados de Managua ante el magistrado orteguista Octavio Ernesto Rothschuh.
«Desde el dolor de mi enfermedad la valentía, la sonrisa, la tranquilidad de su inocencia me llenan de un inmenso orgullo. Mi hija Ana Margarita (Vijil) y mi nieta Tamara Dávila, con grandes pérdidas de peso, 15 meses en total aislamiento, el hambre que padecen y los dolores en la espalda y las articulaciones, que no pueden verse en las fotografías, se muestran dignas y altivas», expresó Gurdián, conocida como Pinita, de 78 años.
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Gurdián manifiesta que ambas «son mi orgullo y en los días más tristes, los rayos de sol que me iluminan me unen a ellas, porque aunque sus salidas al sol son escasas, al menos eso compartimos, el mismo sol que nos alumbra y nos bendice. Ellas sin saberlo me bendicen y me llenan de ánimo y esperanza. Su dulzura, su valor nos interpela. Dios mío, mi único Señor, mi sosiego en mi dolor. En él me apoyo para seguir adelante con esperanzas en un futuro mejor».
Vijil está presa desde junio de 2021, acusada y condenada por supuesta traición a la patria. Durante este tiempo no se le había visto públicamente, fue hasta este día que el régimen la exhibió frente a medios propagandistas para firmar el acta de la denominada «audiencia informativa» en donde la rehén de conciencia mantuvo su mirada firme, sonriéndoles a los «verdugos».
En el caso de la opositora Tamara Dávila fue detenida el 12 de junio de 2021. La dictadura de Nicaragua decidió encarcelar a Dávila por supuestamente violar la Ley 1055 o Ley de Soberanía. La acusó y condenó a ocho años de prisión por el supuesto delito de «conspiración para el menoscabo de la integridad nacional» y «traición a la patria».
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Dávila se observó muy delgada, con ojeras y estragos físicos por las torturas que recibe desde hace más de un año de encierro en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocida como «El Nuevo Chipote». Es la primera vez que se ve a Tamara Dávila desde que fue detenida por la Policía de la dictadura en la víspera de las elecciones nacionales.
Según las denuncias de Gurdián, ambas opositoras se encuentran bajo torturas psicológicas y físicas, en celdas de aislamiento. Continúa demandando al régimen de Daniel Ortega la liberación inmediata e incondicional de las opositoras porque «no me puedo morir sin estar con ellas».