Basado en el Evangelio según San Juan donde se narra la resurrección de Jesucristo, monseñor Silvio Báez exhortó en su homilía desde la Iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos, a no perder la esperanza y confiar en que «ninguna noche es para siempre».
“En la Pascua celebramos que, en el corazón de nuestras noches, Dios hace surgir la vida, hace resplandecer la luz y nos comunica una fuerza inesperada”, afirmó el obispo auxiliar de Managua.
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Enfatizó en que «Cristo resucitado viene a nosotros en las noches de la vida; con él ninguna noche es para siempre».
En relación a la crisis social que vive Nicaragua a manos del régimen de Daniel Ortega, Báez recalcó que «ni la noche del pecado, del fracaso y del miedo; ni la noche de la desilusión y del cansancio. Tampoco las noches de los pueblos son para siempre».
«Ni la noche de la guerra, ni la noche de los poderes opresores, ni la noche del dolor de las víctimas, ni la noche del cansancio en la lucha. Ninguna noche es para siempre», dijo.
«No nos dejemos paralizar por la oscuridad»
El religioso animó a los nicaragüenses a confiar en Jesucristo que «brilla en la oscuridad». «Hoy la luz del amor y de la vida brilla en la noche» animó.
«Cristo ha resucitado y quiere iluminar nuestras noches, que a veces son largas y dolorosas. No nos dejemos paralizar por la oscuridad, no dejemos de buscar y esperar. El Señor resucitado está de nuestra parte, asegurándonos que su victoria sobre el mal, el pecado y la muerte, es también nuestra victoria», alentó el prelado.
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Haciendo analogía de la piedra del sepulcro que fue removida, monseñor Silvio Báez afirmó que en la actualidad «aún las piedras más pesadas pueden ser removidas».
«Una lección que nosotros no debemos olvidar. Con la fuerza del Señor resucitado hasta los obstáculos que parecen más insalvables, se desvanecen y llegan a desaparecer. Cuando abrimos nuestra existencia a Cristo resucitado y nos dejamos invadir por su amor, las grandes piedras, que sepultan la esperanza y ahogan el amor, son removidas para dar espacio a las cosas nuevas y sorprendentes que Dios quiere realizar», agregó.
Además hizo hincapié en que se debe resignar «pensando que las cosas no puedan cambiar. Resucitando a Jesús, Dios no quiere que haya nada que nos impida soñar a lo grande o nos paralice de miedo, nada que nos haga pesimistas, sepulte nuestra esperanza y nos impida colaborar con él para hacer un mundo más humano, pacífico y fraterno».
Llama a la unidad «por el bien común»
En relación a la unidad del pueblo nicaragüense en busca de justicia, Báez enfatizó en que «en la vida cada uno despliega sus propias potencialidades, unos de un modo, otros de otro, unos primero y otros después, pero esta diversidad no debe dar origen a envidias y conflictos».
«También en la sociedad, hay diversidad de visiones y de estrategias entre las personas y los grupos, –y es bueno que así sea–, pero todos deben esforzarse en buscar el bien común».
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«Ya hemos sufrido mucho a causa de egoísmos estériles y confrontaciones inútiles que han hecho de la convivencia social una grotesca competencia. Necesitamos personas y grupos que corran sin ponerse zancadillas ni descalificarse unos a otros. No hay que correr para llegar primero y acaparar aplausos y privilegios, sino para construir entre todos una convivencia nueva basada en la fraternidad, la paz y la justicia» exhortó.
El obispo concluyó su homilía afirmando que «¡Cristo ha resucitado! Hay razones para creer y para correr, para llorar con esperanza y para buscar en la noche sin desanimarnos (…) No temamos a las grandes piedras que cierran el camino y nos impiden ir adelante. Él hará que las podamos mover. ¡Ha vencido la vida, ha vencido el amor! ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya».
La prédica de Báez llega en ocasión a la Semana Santa y a víspera de la conmemoración de los cuatro años de rebelión cívica contra el régimen de Ortega que persiste en su asedio y persecución contra el pueblo nicaragüense.