El exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Paulo Abrão calificó como positivas las recientes declaraciones del embajador de Nicaragua Arturo McFields, ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde denunció al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
En entrevista exclusiva con Artículo 66, el defensor de derechos humanos dijo que no puede haber duda de que la dictadura de Daniel Ortega está siendo derrotada. «Es un proceso progresivo, lento, pero que va apuntando cada vez más a un aislamiento; una ampliación de las condenas internacionales, un distanciamiento de las fuerzas progresistas verdaderamente de izquierda que no se identifican con regímenes autoritarios o lo que se puede llamar izquierda auténtica», apuntó.
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Abrão enfatizó que son muchos los desertores del régimen de Ortega dentro y fuera del país que están movilizándose para visibilizar el estado de graves violaciones y crímenes de lesa humanidad «como lo hacen las organizaciones de la sociedad civil».
También señaló que cuando estas acciones y mensajes políticos «van pujando para presionar a la dictadura—de Ortega— a ceder, estamos frente a la posibilidad de ir conquistando espacios».
Funcionarios públicos, rehenes del terrorismo estatal
Abrão considera que por medio de las distintas formas de resistencia democrática se logrará encarar a la dictadura en Nicaragua, y que una de las más importantes acciones se dan dentro del funcionalismo público.
«Todos nosotros sabemos, incluso antes de las elecciones —del siete de noviembre en Nicaragua— que buena parte de ellos (los funcionarios públicos) son rehenes del terrorismo de Estado que promueve el régimen de Ortega y Murillo», afirmó.

Recordó que acciones similares a las de Arturo McFields ya se dieron antes con otros funcionarios públicos que denunciaron la presiones que sufren. «Policiales, jueces y ahora los sectores diplomáticos importantes que no aceptan convertirse en fuerzas operativas de la represión o que llegaran a un nivel de intolerancia que ya no les permite más callarse», mencionó.
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Recalcó que muchos funcionarios de Ortega que han decidido romper el silencio es porque sus acciones no les permiten seguir adelante, pero que han preferido «sumarse a todos aquellos que sufren las consecuencias de haber tomado la decisión de implementar su coraje de denunciar».
Algo importante que subrayó Abrão es que tanto Arturo McFields como los que se decidan a denunciar los crímenes de Ortega «van a requerir de la solidaridad de nuestra parte».

«Siempre hay que tener mucha inteligencia al enviar estos mensajes que va callando la base popular y que todavía no ha logrado decir todo lo que está pasando pero de a poco van dándose cuenta de que el proyecto autoritario del país está llevando a su propia sociedad a un despeñadero», enfatizó.
El también abogado confía en que «otros diplomáticos de Nicaragua tomen la decisión de denunciar a Daniel Ortega. Esas son las experiencias que se han verificado en otras transiciones democráticas de otros países, especialmente del Cono Sur donde las dictaduras fueron sangrando y fueron derrotándose unas en unos procesos más cortos, otras en procesos más largos, pero todos estos son los pasos fundamentales para reconquistar la democracia».