El opositor encarcelado Miguel Mora ha solicitado el ingreso de una biblia y pide al pueblo nicaragüense «que no deje de orar», asegura su esposa, la periodista Verónica Chávez, quien tuvo la oportunidad de verlo en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como «El Nuevo Chipote» donde se encuentra recluido.
«Pude visitar a mi esposo y doy fe de que es Dios quien lo sostiene en esas mazmorras, no hay otra explicación en medio de tanto dolor», manifestó la esposa de Mora. Chávez asegura que su esposo pide el ingreso de una Biblia a la celda en la que se encuentra, pero el régimen continúa negando esta petición.
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Desde la prisión, Mora pidió al pueblo nicaragüense que no deje de orar, afirma su esposa, quien denuncia que «al igual que la primera vez que estuvo secuestrado Miguel pide una Biblia. Ya han pasado más de 7 meses desde su injusta detención y ¿cómo es posible que no le permitan tener acceso a la palabra de Dios?», denuncia Chávez, quien demanda la libertad de su esposo y de los más de 170 encarcelados del régimen.
«Mientras se da su liberación, pedimos respeto a sus derechos humanos. Miguel agradece al pueblo de Nicaragua por todas esas oraciones para cada uno de ellos y por la paz en Nicaragua. Que no perdamos la fe en el único que tiene poder, nuestro señor Jesús. Que no dejemos de orar porque grandes cosas hará Dios en esta Nación», expresó muy conmovida la periodista.
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Esta es la segunda vez que Mora permanece arrestado por el régimen de Daniel Ortega. El 21 de diciembre de 2018, Mora fue apresado por primera vez por el régimen orteguista cuando se encontraba en la redacción de su canal televisivo, 100% Noticias. El comunicador permaneció en prisión desde entonces, hasta cuando fue beneficiado por la controversial Ley de Amnistía, el 13 de junio de 2019. El periodista Miguel Mora fue detenido por segunda vez el 20 de junio de 2021, hoy cumple 218 días privado de su libertad.
A los detenidos no se les ha admitido valoraciones médicas externas o especialistas, ni siquiera en los casos de condiciones preexistentes; algunos presos políticos ya han «desarrollado otras afecciones y sus vidas están en riesgo permanente». La mayoría de las celdas en las que se encuentran son pequeñas, con camas de concreto, y sus colchonetas están gastadas por el uso, lo que les causa dolores musculares y lesiones en la piel.