El miércoles, 18 de abril de 2018, don Nicolás Palacios Ortiz, en su casa, allá en el departamento de León, se despertó con la preocupación que afligía a los jubilados de Nicaragua: El Gobierno de Daniel Ortega había anunciado las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), lo que menguaría los ya escasos ingresos de los retirados y estaba convencido que había que hacer algo para revertirlas.
Lo que no pasó por su cabeza fue que ese día sus acciones para revertir esas reformas terminarían en un empujón de parte de fanáticos sandinistas que empujaría a la vez a miles de nicaragüenses a salir a las calles a reclamar, no solo por el INSS sino por la libertad y la democracia de Nicaragua, fue el día que marcó el cambio de rumbo, para siempre, de la historia de Nicaragua.
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Roberto López, presidente del INSS, anunció las reformas al seguro social el 16 de abril en una improvisada conferencia de prensa, sin darle mucha importancia. El Gobierno, a como se había hecho costumbre, asumía que un decreto de Daniel Ortega era un dogma incuestionable. El país venía siguiendo un esquema de callarse y aguantar. En intentos previos de protestas, la dictadura enviaba a atacar a los manifestantes con las turbas de la Juventud Sandinistas (JS), que hasta ese momento constituían las fuerzas de choque, de quienes se especula seguían las órdenes directas de Rosario Murillo.
Las arcas del INSS, según diferentes publicaciones periodísticas, estaban siendo saqueadas con préstamos para proyectos que terminaban beneficiando con jugosos contratos a empresas de personeros del régimen de Daniel Ortega y la institución estaba al borde de la quiebra.
Ante tal situación, se decretan las reformas que entre otros aspectos, aumentaría la cuota de cotización de los trabajadores del 6.25 al 7 por ciento y a los empleadores los cargaba con un aumento del 19 a 22.50 por ciento.
Además, las nuevas pensiones serían reducidas en casi el 12 por ciento y para rematar, los pensionados deberían aportar el 5 por ciento de su pensión mensual para pagar gastos del programa de enfermedad y maternidad. Nadie estaba contento con esa estrategia.
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Don Nicolás supo, a través de una llamada telefónica, que los jubilaos de León iban a salir a protestar a las calles para reclamar contra las medidas anunciadas por el presidente del INSS y no la pensó dos veces. Preparó una pancartita hecha a mano con un letrero en el que pedía se les garantizara sus medicamentos a los que tienen derecho y ya han pagado en sus cotizaciones y se fue al plantón programado para las nueve de la mañana frente a las oficinas departamentales del seguro social.
Un vídeo divulgado a través de redes sociales, y compartido por Artículo 66, muestra el preciso momento en que se enciende la mecha que detonó las protestas en todo el país.
Don Nicolás, de 64 años en ese entonces, marchó alzando su pancarta hecha de cartulina blanca. El adulto mayor caminaba lento, pero firme, con sus lentes oscuros mirando de frente, aproximadamente a las once y media de la mañana, un grupo de fanáticos sandinistas se mezcló entre los asegurados y dos sujetos cogieron a don Nicolás por los hombros y el cuello y lo lanzaron con gran violencia contra el asfalto, el anciano no tuvo tiempo de reaccionar y cayó al piso.
Pobladores presentes, transeúntes algunos, que no tenían nada que ver con la protesta, reclamaron inmediatamente y los agresores huyeron. La imagen de don Nicolás siendo lanzado al suelo, agredido por los fanáticos sandinistas, inmediatamente le dio la vuelta al país y fue objeto de atención en otros países del mundo.
Don Nicolás fue el primero al que agredieron, pero no el único. Los fanáticos al servicio del Gobierno también golpearon a otros ancianos más y lanzaron piedras contra los jubilados y las personas que los apoyaron en la marcha.
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A las 10 de la mañana de ese mismo día, en Managua un grupo de activistas proderechos humanos y políticos se reunió para manifestarse por la misma causa frente a un edificio de apartamentos contiguo en Hospital Monte España que, según denunciaron, había sido construido con dinero proveniente del seguro social.
La dirigente del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), Azahálea Solís, recuerda que ese día habían acordado reunirse previamente un grupo de activistas políticos y de derechos humanos para realizar un acto de protesta contra el decreto. En ese grupo, también estaban Suyen Barahona, Violeta Granera, Andrea Margarita del Carmen Ibarra, Silvia Salmerón, José Pallais, Eliseo Núñez, Moisés Hassan, Hugo Torres y Víctor Hugo Tinoco.
«Nosotros nos citamos a las 10 de la mañana y aproximadamente, iniciamos nuestro plantón y repartimos volantes explicando a la gente qué significaba realmente la reforma decretada por el régimen, era una protesta cívica y totalmente pacífica, sin embargo el régimen optó por la peor repuesta, la represión, y eso hizo, ordenó la represión a través de sus turbas que actuaban como pandillas de delincuentes, como pandilleros», recordó Solís, quien es día participó en el plantón contiguo al Monte España.
«Recién pasadas las 11 de la mañana, se aparecieron los pandilleros del sandinismo y nos agredieron verbalmente y en actitud amenazante también agredieron a los periodistas, ente ellos a Álvaro Navarro (director de Artículo 66). Al salir de ese punto nos enteramos que en León también habían ejecutado acciones represivas, sin embargo, aún a esa hora, no podíamos imaginar lo que se venía encima de todo el país», agregó la activista del MAM.
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El régimen ya decidido a desmontar las protestas, hasta ese momento no muy numerosas, lanzó a sus fuerzas de choque, que envalentonadas agredieron a los protestantes. Un grupo de JS junto con motorizados que estaban concentrados, intencionalmente, en la Plaza de las Victorias, es trasladado hacia el edificio contiguo al Hospital Monte España, y con lujo de prepotencia y acciones intimidantes, logran disolver el plantón en el que estaban, Suyen barahona, Violeta Granera, Andrea Margarita del Carmen Ibarra, Silvia Salmerón, José Pallais, Eliseo Núñez, Moisés Hassan, Hugo Torres, Víctor Hugo Tinoco.
Según la valoración de Solís, después de la agresión contra los jubilados en León, el Gobierno no iba a poder desmontar las protestas, «ante protestas cívicas, el régimen Ortega-Murillo optó por contestar con una masacre».
A las cinco de la tarde, de ese 18 de abril, ya era una protesta autoconvocada en Camino de Oriente, ahí empezó la agresión física directa por los motorizados, y los JS escoltados por la Policía.
Aproximadamente a las 5:15 de la tarde, llegó la primera ola de motorizados y atrás de ellos los JS. Los policías en vez de resguardar a los protestantes que estaban desarmados, acuerpó a los progobiernos que iban armados con palos y tubos.
Inmediatamente llegaron, empezaron a golpear a todos los protestantes, incluyendo a los periodistas. Julio César López, periodista de Onda Local, hacía una transmisión en vivo que duró poco más de seis minutos, en la misma transmisión se oyó la agresión contra el comunicador.
«La Juventud Sandinista sigue llegando y están agrediendo. ¡Me acaban de dar una pedrada a mí», logró contar en vivo el periodista para luego perder el conocimiento producto del golpe. Aproximadamente a las 5:30 de la tarde, la violencia había estallado irremediablemente.
Se armó otra actividad casi de forma espontánea en la UCA, los estudiantes protestaron por lo del INSS en apoyo de los asegurados, el régimen les plantó un numeroso piquete de fanáticos que son los que iniciaron las agresiones con piedras y ataques en oleadas contra los estudiantes que estaban dentro de la UCA, incluso, los fanáticos sandinistas invadieron las instalaciones de esa alma máter, agredieron a los estudiantes y causaron destrozos.
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Tamara Dávila cuenta que ese 18 de abril del 2018, después de la golpiza a jubilados en León, «varios en Managua nos autoconvocamos para encontrarnos en Camino de Oriente. Muchas mujeres y jóvenes se fueron conglomerando ahí, pero de pronto empezaron a llegar los de la JS, con piedras, garrotes, amenazantes y golpeando a muchos. Jóvenes y estudiantes de la UAM (Universidad Americana), muchos de ellos estudiantes de medicina, llegaron para socorrer a algunos de los heridos. Había caos, muchos golpeados».
«Muchos vehículos auxiliaban a los heridos. A eso de las 5:30 de la tarde, yo iba con varias personas más cuando vimos venir a una mujer llena de sangre, la mano, sus dedos prácticamente volteados, su imagen con un rostro lleno de sangre impactaba. Nos la llevamos inmediatamente al hospital. Era Ana Quirós», recordó la activista política.
A partir de ese momento, Nicaragua ya no sería la misma, el curso de la historia había cambiado para siempre. El régimen ya no logró desmontar las protestas como lo había logrado en otras ocasiones con sus turbas.
El régimen creyó que podía desmontar las protestas cívicas del 18 de abril y ordenó los ataques de sus turbas para intimidar pero no les dio resultado. La noche llegó ese 18 de abril, cargada de tensión y ya corriendo la sangre, muchos heridos y golpeados.
Después de la primera ofensiva de los fanáticos que dejó como saldo varias decenas de manifestantes heridos y golpeados, destrozos en los negocios de Camino de Oriente y hasta vehículos robados, los autoconvocados se volvieron a organizar y armaron una marcha hasta la rotonda Jean Paul Genie, pero la Policía, ya abiertamente colaborando con los fanáticos, logró disolver la concentración atacando con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras que hasta ese momento eran muy poco conocidas en el país.
Nicaragua, esa noche, quedó a la puerta de la mayor rebelión cívica y la peor ola de represión nunca antes conocida, pero nadie lo sabía todavía.
El 19 de abril
La mañana del jueves, 19 de abril, fue tensa y de corre-corre para muchos. A eso de las 8:30 a.m. se organizó una marcha de jubilados en Masaya. Los ancianos ya no van solos como en León, van acompañados por otros ciudadanos, que se manifestaron en contra de las reformas y empiezan a verse como expresión y símbolo de protesta las banderas azul y blanco, la bandera de Nicaragua. El régimen convocó a una contramarcha escoltada por la Policía
Una hora más tarde a eso de las nueve y media, la Universidad Nacional Agraria (UNA) ya se estaba manifestando en las afueras del recinto, en la carretera norte, donde bloqueaban el paso vehicular por ratos.
Por esa misma hora, estudiantes de la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) también expresaron su apoyo a los jubilados mediante un plantón.
No eran las 10 de la mañana cuando tropas antimotines aparecen en la UNA y sin más preámbulos arremetieron contra los estudiantes, los atacaron con lacrimógenas y con escopetas lanzando balas de goma.
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Nuevamente se produce una invasión a un recinto universitario, esta vez por efectivos policiales, algo nunca antes ocurrido, ni siquiera durante la dictadura somocista.
Lo estudiantes intentaron defender su recinto lanzando piedras, y en una transmisión en vivo que hacía un estudiante se escucha el clamor de todos: «Defendamos nuestro recinto, defendamos la autonomía universitaria, busquemos morteros» y efectivamente, buscaron morteros y así fue el primer enfrentamiento de los estudiantes contra la Policía. Esa mañana se reportó el primer herido de gravedad, Roberto Rizo, estudiante de Zootecnia. Fue alcanzado por una bala de goma disparada por los antimotines y perdió un ojo, la imagen en las redes sociales del joven herido avivó la resistencia universitaria.
Por esa misma hora, Masaya reportó ataques de fanáticos a la manifestación de los jubilados. La violencia policial y de los civiles fanáticos contra los protestantes, siguió escalando. El joven Anderson Sánchez Mercado resultó con una herida y moretones en la cara.
Censura a la libertad de expresión
Cerca del medio día de ese 19 de abril, el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) le tumbó la señal al canal 100% Noticias. Por esa hora, ya muchos pobladores de los barrios aledaños a las universidades se habían ido sumando a las actividades de protesta en solidaridad con los estudiantes y los jubilados que al final eran los “anfitriones” de los reclamos antigubernamentales.
Las clases de la mañana en la UCA terminan a las 12:15 y todos los estudiantes de ese turno salieron a la avenida universitaria y se unieron con sus colegas de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y se tomaron esa calle, ya muchos pobladores los acompañaban. El régimen siguió envalentonado y creyendo que podía desmontar las protestas sociales y ordenó a la Policía reprimir con gases lacrimógenos, balas de gomas y granadas aturdidoras.
Mientras los universitarios eran reprimidos, la vicedictadora Rosario Murillo hablaba a través de sus medios de propaganda oficialista y en vez de apaciguar las cosas, le echó más leña al fuego acusando de manipuladores a, no dijo quiénes, pero lo que sí dijo bien claro es que los menospreciaba.
«Qué tristeza da la manipulación política de los mismos de siempre, esos minúsculos grupos que azuzan y desestabilizan para destruir Nicaragua. Esos grupos minúsculos, esas almas pequeñas, tóxicas, llenas de odio, no representan el sentimiento, la necesidad de paz, de trabajo y de cariño del pueblo nicaragüense que tanto ha sufrido», dijo Murillo en un mensaje que fue asumido como una declaración hostil.
Para las tres de la tarde, aproximadamente, el panorama ya pintaba violento, muy violento. Las universidades UNA, UCA y UNI estaban insurreccionadas y bajo ataque policial. Los estudiantes resistían y ya se reportan al menos una treintena de heridos, algunos de gravedad.
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La respuesta represiva contra los jubilados y ahora las imágenes de los estudiantes bajo ataque habían levantado a todo un pueblo. Cuando ya eran las seis de la tarde, los medios de comunicación reportaban levantamientos populares en apoyo a los estudiantes en Masaya, donde los monimboseños se le habían revelado a la Policía y los enfrentaban, en Carazo, donde universitarios y pobladores se manifestaban. Rivas y Granada, además de Bluefields ya estaban sumados a las protestas.
Para esa hora también ya se corría la noticia, de que ya había mártir de la insurrección que apenas comenzaba: en las inmediaciones de la UNI había muerto Darwin Urbina. Para las nueve de la noche, la Policía también anunciaba su primer muerto, el suboficial Milton Manzanares, de 33, supuestamente muerto en enfrentamientos en la Upoli.
Alrededor de las 10 de la noche, la Policía informó de la muerte del manifestante Richard Pavón, de 17 años, ocurrida en Tipitapa, donde también se registraron varios heridos.
Cerca de la medianoche, aproximadamente a las 11:30, la vocera gubernamental y segunda al mando de la dictadura volvió a encender la opinión pública con uno de sus despectivos discursos. «Parecen vampiros reclamando sangre, para nutrir sus agendas políticas, para alimentarse, porque el vampiro se alimenta de sangre y cree que con eso logra avances en sus agendas políticas», pero tal como es su estilo, lanza insultos y acusaciones, pero nunca dice para quién es, como en buen nicaragüense se dice, «lanza chifletas» que avivan las protestas.
«Las imágenes de los JS y los motorizados golpeando a los ancianos jubilados, a manifestantes pacíficos y periodistas, siguieron avivando la llama de abril, que sigue encendida hasta el día de hoy. Y que seguirá, hasta que se vayan los dictadores y hasta que haya justicia y libertad», afirma Tamara Dávila, que a lo largo de los tres años que ha durado ya la represión del Gobierno Ortega-Murillo, ha sido golpeada, apresada, asediada y hostigada constantemente.