Ing. Moisés Mercado; educador y teólogo pentecostal
La pintura de Jherenominus Bosch del siglo XV D.C inspirada en el texto de Mateo 2,11 representa de una manera asombrosa y subversiva la imagen de María con el niño Jesús en sus brazos, en una casa humilde y sencilla, casi cayendo a pedazos y situada en la periferia con relación a los centros de poder simbolizados en las grandes edificaciones que el pintor representa al estilo de su época.
La imagen tierna de María cargando al niño Jesús en sus brazos en la obra de Jherenominus Bosch puede ser contrastada con la obra de Matthias Grünewald del siglo XVI D.C inspirada en Juan 19,25 en la que representa una escena desgarradora y conmovedora de la tradición de los evangelios en la que María, la madre del Señor ve agonizar a su hijo en la cruz.
Noticia relacionada: Laureano Ortega se adelanta a su madre y anuncia fin de semana largo por fiestas marianas
El protagonismo de María, la madre del señor en los relatos evangélicos y en la historia de la salvación son fundamentales para la fe cristiana. En la tradición evangélica se ha profundizado poco en estudio de la figura de María y de otras mujeres como Débora, Ester, Rut, María Magdalena, Febe e.o, sin embargo, en ambas tradiciones religiosas tanto católica como evangélica María ocupa un lugar privilegiado como símbolo de la fe cristiana.
La figura de María como símbolo de la fe nos ofrece a católicos y protestantes claves importantes para comprender nuestra fe y nuestra realidad. María encarna la vida de la mujer humilde, sencilla, pobre, madre, chavala valiente y mujer amenazada por los poderes violentos del poder patriarcal. María es símbolo de resistencia frente a los poderes opresores que matan y que generan situaciones de injusticia social, económica y ambiental.
Iglesia Católica suspende procesiones de fiestas marianas y navideñas ante COVID-19. Foto: Artículo 66/EFE.
María resiste desde el anuncio del nacimiento de Jesús, pues su nacimiento implicaba, la llegada del reinado de Dios y, por lo tanto, el final de los gobiernos injustos. Este anuncio desató una persecución brutal y la matanza de niños menores de dos años. María para proteger a Jesús sufrió persecución y exilio (Mateo 2,13-15). María resistió con alegría, porque estaba llena de gracia y la presencia del Señor estaba en ella (Lucas 1,28).
María estuvo presente en la vida de Jesús, le acompañó en su desarrollo humano, lo llevó al templo a circuncidarse (Lucas 2,22), estuvo presente en su examen público de bar torah ante los doctores de la ley en el episodio del templo (Lucas 2,47). Estuvo al pie de la cruz junto al discípulo amado (Juan 19,25). Sufrió el dolor de la muerte de su hijo en manos del poder político, Simeón no se equivocó cuando le dijo “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!” (Lucas 2,35).
Noticia relacionada: Denuncian «agresiva e irrespetuosa manipulación» con la entrega del bono para bachilleres
Los relatos evangélicos señalan que Jesús fue apresado, torturado y asesinado de la manera más cruel, Cicerón se refiere a este tipo de muerte como el más cruel de los suplicios. Jesús fue condenado por el delito de Laesa maiestas, es decir, un agravio contra el rey o bien contra el orden político. María siempre fue consciente de que el mensaje del reino de Dios anunciado por Jesús era peligroso, ya que el reino de Dios en la mentalidad hebrea implicaba el nacimiento de una nueva sociedad en paz, justicia y equidad y el final del viejo orden político.
La muerte de Jesús era una posibilidad, por lo que el evangelio narra que María decide buscar a Jesús en compañía de sus hermanos, para convencerle de que regrese a casa y no se exponga a la muerte (Mateo 12,46). Este texto me trae a la memoria a las madres de abril que vieron partir a sus hijos, pero no pudieron verlos regresar con vida. Hijos que se fueron llenos no solo de entusiasmo, ideales y convicciones, sino conscientes de que su actuación política era justa, por lo que la muerte no es el final, porque las luchas justas no pueden morir, porque la justicia de Dios triunfara.
Madres de Abril convocan a homenaje virtual, a dos años de la masacre ocurrida el 30 de mayo de 2018. Foto: Cortesía
En este momento de Navidad que se acerca, roguemos al Dios de la vida que la imagen de María como madre del Señor nos una y nos mueva a acompañar y dar consuelo a las madres que aún no tienen justicia por la pérdida de sus hijos y a las que han sido separadas injustamente de sus hijos, para que la alegría y la fe de María en Dios, nos den esperanza y cantemos junto a ella el Magníficat: “Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías”. (Lucas 1,50-53). Porque María no solo es madre de los pueblos crucificados, sino también de los pueblos que resucitan.