El 18 de marzo de 2020, tras registrarse el primer caso de COVID-19 en Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega anunció con bombos y platillos la llegada de una delegación de médicos cubanos, que estarían realizando «trabajos de prevención» para combatir el virus. Cuatro meses después, los galenos se retiraron del país sin pena ni gloria, porque nadie sabe qué exactamente hicieron para enfrentar la pandemia.
El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) anunció el 13 de julio el retorno de los médicos, incluso, fueron recibidos por el mismo presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien dedicó unas palabras a los doctores que «atendieron» la emergencia sanitaria en Nicaragua y otros países.
«Lo que ustedes han hecho realmente ha sido meritorio, es una hazaña. Estuvieron en escenarios muy complejos e indudablemente tienen historias de vida, aportes, experiencias que serían muy interesantes que pudieran compartir con nosotros, en un momento en que tratamos de perfeccionar lo que estamos haciendo en el país para contener la COVID-19», expresó el mandatario cubano.
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En Nicaragua, específicamente estuvo la brigada Henry Reeve, que estaba conformada por especialistas en virología, epidemiología y clínica intensiva, quienes se centrarían en realizar labores preventivas y compartir «sus experiencias» en cuanto a los protocolos practicados en varios países del mundo como China, según detalló en ese momento el régimen a través de sus medios oficialistas.
Emotivo encuentro con integrantes de las brigadas médicas cubanas que regresaron de Andorra, Nicaragua y Antigua y Barbudas. Son héroes y dignos hijos de la Patria que demuestran el valor de la solidaridad ; desmienten y aplastan la intencion imperial por desacreditar #SomosCuba pic.twitter.com/kKzSrQFVp8
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) July 13, 2020
Artículo 66 consultó al doctor José Luis Borgen, miembro de la Unidad Médica Nicaragüense (UMN), para saber esa organización independiente conoció sobre la labor que realizaron los galenos cubanos en la nación, en qué hospitales estuvieron, a qué pacientes atendieron y en qué laboratorios trabajaron para producir las supuestas medicinas contra el COVID-19. Sin embargo, Borgen aseguró desconocer dicha información.
«Exactamente nosotros no tenemos información de dónde estuvieron, pero entendemos que la labor principal que ellos venían a hacer es brindar, en teoría, capacitación que nunca se hizo, porque apenas están empezando a hacer con la ayuda del infectólogo hermano del doctor Gustavo Porras», explicó Borgen.
Tratamiento contra el COVID-19
La dictadura Ortega-Murillo tras la llegada de los médicos, el 18 de marzo, afirmó que los cubanos desempeñaron «un papel importante» en China, donde aplicaron un protocolo de 22 tratamientos para combatir el virus. En Nicaragua se esperaba que hicieran lo mismo, pero por ahora Rosario Murillo ni el Ministerio de Salud (Minsa) han referido sobre el trabajo desempeñado por los médicos.

«Lo que sí entendemos es que muchos de esa brigada cubana vinieron a hacer censos poblacionales para detección de enfermedades crónicas, que eso lo han venido haciendo desde hace años, pero en el contexto de la pandemia al parecer hicieron un boom propagandístico para decir que estaban recibiendo ayuda de Cuba. Lo que es el interferón no se ha producido en Nicaragua, no hay capacidad para producirla», manifestó Borgen.
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Los especialistas cubanos se retiran en un momento donde el país atraviesa su etapa más compleja en cuanto a la pandemia, ante la falsa normalidad que se vive. La población ha relajado las medidas de prevención, los restaurantes, bares y centros de recreación lucen llenos en plena emergencia sanitaria, mientras el número de contagios se eleva silenciosamente.
El reporte emitido por el Minsa, que comprende del siete al 14 de julio, detalla que en el país se acumularon 301 nuevos casos, lo que eleva la cifra total a 3,147 pacientes confirmados. Asimismo, reconoció ocho muertes, por lo tanto, ese dato subió a 99.